No es en mi nevera, ni tampoco en mi baño, aunque podría ser. No, es alrededor mío, en mi lugar de trabajo, en mi entorno, en mi país dicho con el tono de Stallone.
Algo huele a podrido cuando los de siempre se conciertan ya descaradamente para rebajar más y más nuestras condiciones laborales y nuestros derechos ciudadanos.
Algo huele a podrido cuando les apoyan esos secuaces y adeptos interesados, defendiendo lo que no deberían con doble pirueta.
Algo huele a podrido cuando el resto mira quieto y con estado de convalecencia todo lo que sucede a su alrededor sin reaccionar, sin siquiera dar un grito.
Quizá, solamente quizá, cuando queramos reaccionar será tarde, como siempre, y la pelea será con nudillos despellejados, rodillas ensangrentadas, voces quebradas y, como siempre, uno de los del tercer párrafo tomando de nuevo el control para los de siempre, con la apatía y la sorpresa atónita de los del cuarto párrafo.
Porque yo ya no quiero estar entre líneas, pero cuesta elegir bando, ¿saben? y eso es porque algo huele a podrido al sur de Dinamarca. Bueno, algo no, mucho.
Un saludo,
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)