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sábado, 22 de diciembre de 2007

Destrozando los libros

Cuando uno va al cine a ver una adaptación de algún libro, tiene dos opciones; pensar que es una obra diferente en un formato diferente, o soñar con que estará adaptada fielmente o al menos con inteligencia. Normalmente, ocurre lo primero, con lo que ir preparado para ello aminora la decepción. Pero no siempre...

Yo he tenido oportunidad de ver muchas adaptaciones, e incluso algunas últimamente de videojuegos (Lo digo siempre, el joystick pronto será obligatorio en ciertas películas... ¡ya lo es para jugar en red con la pantalla y en tu butaca!) y siempre uno va, si se conoce el libro, con la mosca tras la oreja... en un gran número de ocasiones, la película provoca ese desengaño, independientemente de si es fiel o no al libro. En algunas, sorprende el giro o los huecos que rellenan de la historia impresa. Pocas veces sale uno con la sensación de haber vuelto a disfrutar de ese libro, plasmando la imaginación en pantalla.

El nombre de la rosa y El señor de los anillos son quizá películas cercanas a sus libros, si bien la segunda por pura emotividad. En el primer caso, de hecho, es cercana pero diferente. Pero un caso reciente que he visto en pantalla grande, Soy leyenda, es uno de los muchos decepcionantes, aburridos, penosos y tristes de los que hablo.

El libro de Richard Matheson es muy bueno. Apenas 180 páginas que tienen acción, ciencia ficción bien hecha, tensión, miedo, y, finalmente, más de un mensaje con el que te quedas el libro cerrado al lado y cavilando las muchas ideas e impresiones que te ha regalado el autor... la película, en cambio, supone un simple ejercicio de acción mal planteada, de imágenes toscamente perfiladas por ordenador, del que se abusa demasiado (Añoro, para qué negarlo, las películas con cientos y miles de extras...) y encima un personaje mal dibujado y no muy bien interpretado. Mi nivel de exigencia en el cine no es muy alto, creo yo. De hecho, llevo una larga temporada alejado de buenas peliculas; he recuperado el placer de leer cosas que no sean obtusas, aburridas y repetitivas. En el cine, en cambio, simplemente pido que no me engañen... dificil.

En la historia de Neville, llevada antes a la pantalla con dos actores impresionantes (Vincent Price y Charlton Heston) hay elementos que lo humanizan, y esto es importante destacarlo. El contraste con "el otro", con esa innata sensación de pertenencia o desarraigo, es el puntal en ésta obra de Matheson. Comparando, la novela de Soy leyenda expondría mejor (Con más sencillez y más universalidad) ese pedante intento de existencialismo novelado que es El extranjero.

A todos nos impresionan las historias de náufragos, que a fin de cuentas es lo que son las de muertos vivientes. Esas fantasías, que en los años 80 además coparon muchos de los tebeos o cómics post-apocalípticos, en las que un hombre o una mujer quedaban aislados del resto del mundo, solos y rodeados de mutaciones o zombis o vampiros, es una alegoría de ese mar misterioso y repleto de peligros que circundaba la isla del náufrago. Es una constante, un miedo continuado... el terror a la soledad.

Yo querría encontrarme alguna vez con buenos libros bien adaptados, pero es cierto que el gusto comercial y el buen gusto no suelen ir parejos. Por eso, y como desagravio, he rebuscado para encontrar Soy leyenda, volver a leérmelo y, en pocos días, dejárselo a Cristina, mi novia. Creo que eso será un buen remate del año. Que descubra por qué Neville se convierte en leyenda...

Un saludo,