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martes, 8 de septiembre de 2009

Jornada de reflexión

Debería haber sido un partido para restañar las heridas, una afirmación personal de algunos jugadores y un momento para repasar qué fallaba. No ha sido así, más bien, ha sido la demostración de que estamos en el mal camino. De hecho, durante varios minutos, hemos estado ya de camino de vuelta a España. Sin nada.

El "Angolazo" ha planeado en la memoria. De pronto, muchos malos recuerdos afloraron. Y la defensa volvía a ser blanda. El primer cuarto no, fuerte, intenso, con algunos huecos, pero parecía la defensa normal de la España de mejores recuerdos. Luego, de pronto, ha vuelto a decaer... y el ataque. Mala noticia que Navarro esté desacertado. Que Marc Gasol prefiera doblar un pase a tirar. Que a Felipe no le respeten. Que Ricky o Raül estén desorientados. Y que Mumbrú siga paseando a veces por allí como quien no sabe qué hacer. Pero estaba Rudy, lesionado. Y por supuesto Pau Gasol, inmenso. Y Claver ejerciendo de escudero de lujo, formando en ocasiones pareja con Marc y dando destellos de alegría, de esa que ya no tiene España desde que Scariolo... mejor no continúo.

O sí, para eso me desahogo.

La defensa y el ataque es un "haz lo que quieras". No es la libertad dentro de sistemas que daban Pepu o Aíto. No es esa capacidad flexible de dejar a los jugadores que leyeran el partido. Vale, no está Calderón, pero a veces Raül parece que no lo lee bien o no le dejan, y Ricky de pronto está inmaduro. Cabezas, casi inexistente, porque su tarea, defensiva y de controlar, enfriar el partido, no está siendo acompañada por nadie. Pero el problema es que el entrenador no está leyendo el partido bien. Zonas cuando te están acribillando, individuales que te cambian como si fuera minibasket, y poco más. No hay repertorio. Lo siento, Scariolo no me gusta. Nada de nada.

El mayor consuelo, que deportivamente está bien humillar a esos piratas del mar Caribe, a los insustanciales ingleses. Aunque cuando he visto a una pareja rolliza, blancuzca, animar como si fuera el fin del mundo a Gran Bretaña, sintiendo que estaban humillándonos a nosotros, he sentido vergüenza. De un seleccionador que no sabe entrenar y no sabe dirigir partidos. De un presidente de una Federación que ha sido muy torpe gestionando el triunfo del Mundial y el despido de un gran entrenador. De un país, España, donde lo bueno no parece que pueda durar, puesto que la ineficacia, el error, la incompetencia, son los productos del orgullo, del catetismo y de la soberbia nacional.

Hemos ganado, sí, y seguimos en el Europeo, vale, pero parafraseando a Michael Moore, tíos, ¿qué habéis hecho con mi país?

Somos la Ñ... de tantas uñas como nos comemos innecesariamente.

Un saludo,

Rostros

Primer partido de la selección de baloncesto. Malos presagios, al inicio, viendo las caras de los jugadores. Cierta extrañeza, algo desubicados todos. Inicio del partido, y Serbia se pone seria, defendiendo a cara de perro, recordando aquellos días de gloria de Yugoslavia. España, por el contrario, desconcentrada, inquieta, ajena.

Pronto el partido tomó un cariz nada imprevisible. España jugaba mal, como si no jugara con su estilo. De hecho, como la España perdida de los años 90, aquellos donde todo era gris. Hasta el 99. Y 10 años después, estamos de pronto con un recordatorio de esos días, cuando había complejos, pájaras, defensas con miles de huecos, pases nulos, cada uno haciendo su guerra... sistema de Scariolo, nulo. ¿Defensas? daba igual que hiciera individual, zona con ajustes, zona e individual, presión al base toda cancha... era como pasearse por un campo de tiro tras usarlo. Huecos y cráteres por donde se colaban los jugadores serbios con facilidad. Ellos estaban serios, concentrados, defendiendo fuerte, bajando el culo, como se dice, corriendo rápidos y efectivos el contraataque, sin necesidad de intimidar pero apabullando. Como la España de Pepu, la España de Aíto... pero no la España de Scariolo.

Muchos pueden pensar que odio a Scariolo. No, simplemente, comparo. Pepu, inmenso. Aíto, un dios en la tierra del baloncesto. El primero pereció por culpa del éxito mediático mal gestionado, por, entre otros, la FEB. El segundo, porque no quería quemarse y entrenar siempre, como basketholico que es. Pero si me dan a elegir...

Serbia jugó mejor. Jugó con ganas de ganar, defendiendo con ganas y demostrando que, con calma, se puede ser mejor. Corriendo.

Las caras eran un poema, como se suele decir. Rostros decaídos, brazos a todo lo largo del cuerpo, en el costado. Miradas gachas, huidizas, vacuas. Y entre esos jugadores desmotivados, desconcertados, desubicados, el rostro aparentemente sereno, orgulloso pero hueco, de Scariolo.

Mal forma de encarar el Eurobasket...

Un saludo,