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martes, 10 de enero de 2012

Wanna dance!!

Exclamaba un Gene Kelly en pose jovenzuela y cantando bajo la lluvia. Wanna dance! el grito de un entusiasta recién llegado a la ciudad y enfrentado a las larguísimas y peligrosas piernas de Cyd Charisse. En una secuencia musical, se desgranaba el ascenso y caída de un joven danzarín enfrentado a la gran ciudad del pecado, del jazz y del alcohol, el sexo y la competencia. Pero, al final, incluso después de ser seducido, ordeñado y tirado a la calle, veía a otra pieza del engranaje, un muchacho como él, joven, entusiasta, recien llegado, y... gritaba de nuevo uniéndose a él, aquello de Wanna dance!!!

Yo ya no soy un jovenzuelo, aunque esté aniñado. Y no me gusta bailar, soy un desastre descoordinado y peligroso para mi pareja y los que estén alrededor. Lo más parecido a bailar que sé hacer es jugando al baloncesto (verdadera Danza Moderna) y siempre golpeándome contra alguien. No, a mí me gusta... escribir.

Siempre he dicho que un escritor es un lector frustrado. Pero hay que añadir, para que tenga más enjundia la cosa, que es un lector frustrado que sabe cómo evitar lo que le decepciona en otros escritores. Y lo logra por nuevos caminos o viejos adaptados a su persona. Yo estoy aun en el estadio de lector frustrado. Sigo sin atreverme a llegar y enfrentarme con desparpajo a la pantalla vacía, si no es para rellenar una reflexión de estas, que me tantaliza (sí, vale, me he inventado el anglicismo) y poco más. Catarsis lo llamaría otro. Pero mirar una página en blanco, en el formato que sea, aterra... aunque no más que rellenarla incorrectamente.

Llevo media vida apreciando el buen trabajo de los escritores que admiro, incluso de aquellos que no admiro pero tienen algo que respeto. Coraje para enfrentarse y volcar su constructo. Conozco a algunos escritores. Y al final, puedo resumir muchas veces que aquello que hacen lo hacen porque... les gusta. Simplemente.

Todos podemos hacer cosas por afan de lograr algo concreto (fama, posición, respeto, dinero) pero lo que de verdad engrasa nuestro mecanismo en todo, es el gusto, el placer de hacer lo que uno quiere en realidad hacer. Y yo, desgraciadamente, soy un tipo disperso. Me gustan muchas cosas, épocas, estilos, palabras, formas... soy farragoso, sicalíptico, perifrástico, sinonímico, un pelma. Tengo el sentido del humor, a veces, en la cazoleta de una pipa mal limpiada. Y soy negativo, aunque siempre me río como si únicamente yo conociera el significado de cierta broma. No hallo aun lo que me gusta. Y por eso no sé escribir.

Oh, sí, tengo cuentecitos, relatos, bromas y hasta una especie de novelita. Todo ello, producto de la compasión por los papeles gastados (vale, no guardo ni una quinta parte de lo escrito, pero lo guardado no merece mucho más allá de la simple melancolía adolescente y primera juventud) y un extraño apego por lo hecho por uno mismo, como si eso le diera ya un cierto valor.

Pero siento los picores, últimamente. Y el modo de rascarlos es golpeando las teclas. Y leyendo más. Y descubriendo qué quiero contar. De momento, sigo con las lecturas heterogéneas. Las reflexiones de Samuel Johnson mezcladas con una ucronía fantástica llamada "Tempvs Vesanicvm" de Alejandro, que me han hecho sentir cercanía con "eso" que uno busca. Y sigo la "Riña de Gatos" de Mendoza, un genio. Entre medias, no puedo dejar a Hammet y sus relatos, y ver cuándo clavo el ojo en un par de ucronías pendientes que tengo por ahí, así como varios libros de historia. Estoy desbordado. Muchas lecturas, muchas... y vuelco las ganas de escribir para narrar historias lovecraftianas de misterio, aventura y pulp en los años 20 yankis a mis amigos con los que aun juego al rol. Los picores, siempre presentes...

En fin. Yo, como Gene Kelly (sigo poniéndome su duelo contra Jussac para animarme los días que estoy alicaído) también... Wanna write!!

Un saludo,