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lunes, 21 de abril de 2008

Temiendo el bicentenario

Estamos en un país cateto con el tema de la Historia. Con toda. En breve, la política y demás chusma se lanzará como una bandada de buitres a carroñear los acontecimientos del 2 de mayo en Madrid y el inicio de la guerra brutal y despiadada contra los gabachos, esto es, los franceses, tratando de demostrar "su" verdad, que desde luego no coincidirá nunca con la que podría ser la verdad...

De todos modos, es absurdo y curioso. Un país que pasó de puntillas sobre el desastre de Trafalgar (algo deleznable) y que ha olvidado episodios como el de Blas de Lezo dando cera a los ingleses en Cartagena (de Indias) en el XVIII, lo ilógico es que siga pasando de puntillas o incluso tapándose la nariz ante los acontecimientos que blasonaron la historia. Y lo digo con todo el sentido, porque España, o lo que fuera o pareciera, ha sido un referente, hasta el punto que hastía la propaganda negra de la izquierda y la propaganda rosísima de la derecha. ¿Acaso no podemos saber qué fuimos, qué somos y qué podremos ser, sin más? Complejo se me antoja...

En breve, como digo, celebraremos que la chusma callejera, los chulos y chisperos, las putas, los que pasaban por ahí y otros cuantos más, algunos con ideales, otros con mala leche, destriparan merecidamente a un ejército invasor que llegó a Madrid y se pasó tres pueblos, que iba prepotente y recibió una pequeña paliza, que nos traía la Ilustración, la modernidad, la Revolución y otras lindezas y recibió un sonoro bofetón de los carcas, los modernos, los masones, los ilustrados, los curas, los realistas, los aprovechados y, en general, todos, unidos absurdamente por lo único que puede unir a los españoles; el enemigo común que nos viene a decir cómo debemos vivir (aunque sea para mejor)

Porque es así de lamentable. España ha tenido figuras políticas desastrosas a las que se encumbra inmerecidamente o se trata demasiado bien, pero luego los competentes, incluso genios, se les ha puesto en la picota y a joderles. También es cierto que no todo es tan bello si hubiera sido de otra manera, ni tampoco hay tanta hez, pero es cierto que España ha malgastado oportunidades, cuando las tuvo, y no ha sabido crearlas, cuando las pudo.

Que somos lo que somos no es inevitable. Que es cierto, en parte. Y ahora mismo lo que temo, como hace años me pasó en carne viva, es que se malinterprete al ver a un tipo con casaca, fusil y chacó, de los Voluntarios de Madrid (un grupo de recreación histórica militar) desfilar, como si fuera un facha, un reaccionario, un fascista, en vez de ser lo que es; alguien que intenta revivir la historia como fue, como era, porque es así como se aprende; y entenderemos quizá más de donde viene el pacifismo (que a veces es causa de violencias inauditas) y porqué algunos lucharon, dejaron su vida y pelearon. Porque un tipo de hoy no vive como aquellos madrileños de hace 200 años, aunque comparte muchas cosas.

En ésta época en la que ya no interesa que haya ideales, o se manipulan los de antaño, sería bonito que, aparte de gente grosera pero franca como Arturo Pérez-Reverte, salieran en defensa de ciertos valores universales, como la unión, la fraternidad, el espíritu de lucha por un ideal, el sacrificio o el valor, sin por ello tergiversar, retorcer, manipular o mentir acerca de lo que sucedió. Y que la educación, un valor absoluto, volviera a tener presencia, no ser una ausencia interesada.

¿Será por todo ésto que temo el bicentenario? ¿Acaso porque se celebrarán chuscos carnavales y chirigotas, pantomimas, bailes de disfraces y demás tramoya sin entender qué hay detrás?

En fin, triste matar al mensajero (los franceses) pero no por ello dejo de estar orgulloso de lo que hicieron. Así de contradictorio es el ser humano...

Un saludo,