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viernes, 27 de diciembre de 2013

Tentación 2013

El año acaba, chimpún. Como siempre. Como todos los años. Repitiendo tradiciones occidentales y absurdas. Sabemos del langostino, del atracón, la turronada, borracheras, excesos, bromitas del 28, resacas del día 1, calzoncillos rojos y cerebros vacíos. El frío y la chimenea, el calor y la familia. Y todos hacemos balance.

El mío es simple. Tengo tentaciones. Tentación de hacer algo, de cambiar cosas, de modificar mi entorno. Como un animal evolucionando. Pero éstas remiten. Siempre.

Comenzó enero con Bárcenas, Bárcenas, Bárcenas. Con B de caja sucia. Se acalló. Se equilibró con los ERE's de Andalucía. Valencia sigue en la ola, cerranto su tele y colegios y ambulatorios y plantas de hospital. El país se quemaba. Todos se quemaban. Rescates, deshaucios, primas de riesgo y Urdangarines imputados con esposa no imputada, desimputada, amputada o... putada. Monarquía, parlamento, autonomías, entes, organizaciones, todo bajo una visión de corrupción, desmán, descrédito... ah, no, crédito el de los bancos, recibido, que no repartido. Blesa, escándalos, escándalos... hasta ahora.

Escraches, pamemas rodeando el Congreso (como si ese fuera el centro de poder y decisión...) idiotas jugando a ser anonymous con V de Vaguería... país, de mierda, siempre se añade eso. ¡Ah! Cataluña. La otra tontería que distrae de lo realmente importante. Recortes, recortes, actualizaciones, que en realidad se llama desmantelamiento.

Sanidad, educación, la policía recrudecida... y abortos. Fetos. Embriones del nuevo fascismo, manido término, gastado, tanto que habrá de invertarse uno nuevo. Tiranía no vale, es muy arcaico. 

Política y tentación. De armar, de montar una revuelta, una revolución, una guerra, una masacre. Cómo se nos calienta la boca a los españolitos de a pie. Yo haría... yo mataría... ya se enteraría fulano o mengano... y luego, no somos capaces ni de poner una queja en la ventanilla. Realidad de la tentación; distancia, pasotismo, rabia contenida en la lejanía.

Tentación de trabajo. Trabajo de verdad, del real. En mi caso, de escribir. Este ha sido un buen año. El pasado comencé un taller. Y me desaté los corsés y ataduras de mi vida. Rompí la camisa de fuerza. No del todo. Aun tengo costras, esclerotizaciones, adherencias al hueso del alma. Pero tengo un proyecto, un libro, una idea. No es la revolución ni el cambio ni la ruptura. Es mi diversión, mi instrumento lúdico y de perversión. No sé si se publicará. No sé siquiera si lo acabaré. No creo en absoluto que guste mucho. No dudo que me estoy divirtiendo con él. Y no desfallezco, a pesar de tener menos tiempo justo cuando tengo mejores ideas. Tentación de escribir, tentación sucumbida, abrazada.

Tentación de estabilidad, de amor, de tradición, de familia. Mi mujer, mi hijo. Mi vida está en ese núcleo. Los amigos, los familiares. A veces entran en el núcleo, a veces orbitan. Mi mujer, pasado, presente, futuro. Mi hijo, presente y futuro. Nada pasado.

¿Ninguna otra tentación? Ja. Todas. Muchas. Algunas. Con la edad, más o menos. Según se mire, según se acepte, según se desee, según la frustración y el anhelo.

2014, me das igual. El mundo lleva yéndose al guano, a la cloaca máxima, mucho tiempo. Yo, peatón de la historia, te conjuro de la siguiente manera: Me da igual el número de tu calendario. Mañana puedo morir, o vivir feliz.

Si es lo primero, adios. Si lo segundo, otro día más de belleza, dolor, vida.

Un saludo,