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jueves, 23 de febrero de 2012

Oiga, ¿es el enemigo?

Genial era Gila para deformar el esperpéntico país en que vivimos. Sus parodias eran tristes y melancólicas, hechas por gente morena, retaca y con mala leche para otra gente bajita, peluda y de mal humor. Tanta mala hostia salía por las espitas de la risa. Entre telefonazo y telefonazo, con un casco, sacos terreros y ese gesto de payaso triste con cigarro a media boca, soltaba genialidades. Un monólogo en el que se intuía sin embargo el diálogo con un interlocutor que practicaba el silencio.

"Que se ponga", decía después. Y las bromas crecían. Bromas sobre el hispánico espíritu nacional, cañí, demoledoramente patético y con atisbos de genio en su limitado ingenio. España en estado puro.

El enemigo se ponía como ahora, en Valencia, y respondía a preguntas insólitas; me imagino a un antidisturbio al lado de Gila dictándole los chistes. O al otro lado del teléfono, ya no lo sé. Mientras, los del gobierno dicen que la ultra (siempre es "más allá", ya se sabe) izquierda alienta y participa de esto, y el rayo de control mental de Rubalcaba no es ajeno. Chirigota y memez, todo junto. Como eso de "primavera valenciana" en febrero, pleno invierno. Invierno de los ciudadanos. No sé si Paco Roca dibujará esa historia...

En fin. Gila sigue vivo. En Twitter he visto multitud de parodias. Y he leído noticias de todo cuño en los diferentes periódicos. Pero no se puede negar; hay gente cansada, harta y cabreada. Y muchos han salido en Valencia.

¿Será igual en el resto de España?

Un saludo,