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domingo, 25 de julio de 2010

De cómo los extremismos son mayoritarios

Se dice siempre de un extremista que es minoritario, casual, una aberración de la campana de Gauss. Lo cierto es que no es así. Todos tenemos algún tipo de extremista escondido bajo la piel.

Me llaman la atención los religiosos. Cómo no. La mejor justificación ante todo lo que se haga, todo ello de manera "divina". Escuchar voces, como la telegrafista Juana de Arco, permite hacer realidad muchas de las ilusiones nihilistas del creyente. Allah me ha dicho que si vuelo por los aires en esa plaza con cientos de infieles, me iré al cielo con docenas de huríes vírgenes que me harán disfrutar lo que nunca... Javé comentó el otro día conmigo la necesidad de reunir a nuestros judíos de pura cepa en la tierra prometida, que aunque nos la quitaron hace 1800 años, eso es un pestañeo para él, y que echáramos a los que estaban allí... Dios me ha comunicado la necesidad de invadir tal o cual país, no por el petróleo, ni tampoco por los recursos generales, si no para llevarles la democracia que es, como todos saben, un invento cristiano...

¡Dios lo quiere! fue el grito de las Cruzadas, similar al ¡Allahu Akbar! comparativo. Las religiones mayoritarias son curiosas; dicen no ser extremistas, pero, como los clubes de fútbol, acogen en su seno a los más radicales para llenar las iglesias o templos de la fé, estén donde estén...

Entre medias, los llamados "moderados" callan, miran a otro lado y cabecean significativamente a favor o en contra, sin atreverse a decir nada en voz alta, pues si se oponen, serán expulsados de su comunidad, y si lo apoyan abiertamente, acabarán inmersos en esa radicalidad. Por tanto, los gritos de unos pocos, el paroxismo histriónico y el ruido sin tasa ahoga los pocos susurros en contra que pueda haber. La minoría, de pronto, se habrá hecho con la voz de la mayoría.

Pasa en todo. Desde el nacionalista católico vasco que se compadece de "esos chicos que queman autobuses" pero que apoya sus acciones, hasta el católico del IRA que en misa da un donativo para que los terrorisas compren más AK-47. Pasa con el musulmán moderado que proclama que la Jihad es realmente la lucha espiritual del hombre consigo mismo, pero que aplaude en la intimdad las explosiones de los que llevan a cabo la Jihad mayor. Pasa con todas las religiones, con todas las ideas...

Y aquí es donde entramos los que no somos extremistas, por más que nos tachen así. Los ateos, los escépticos, los que vivimos dudando, denunciamos siempre las estupideces de las religiones que se imbrican en nuestros actos cotidianos. Machismo, misoginia, homofobia, perturbaciones sexuales, actitudes sociales inicuas, violencia, odio, todo aquello que mata al hombre, todo aquello que le somete. No creemos en religión alguna, no poseemos fé alguna (por más que, por la dicotomía cerebral del prejuicio nos adjudiquen bando en la "fé de la ciencia") ni tenemos un conjunto de valores monolítico e imposible de revisar. No somos dogmáticos, no tenemos diferenciado el mundo de manera maniquea. Sí, sabemos que hay buenos y malos, pero lo peor de todo es que los malos de hoy pueden ser buenos mañana, y viceversa. El mundo es complejo, pero hay una serie de ideas básicas que defendemos, de las que hacemos nuestra pequeña fortaleza de aire; respeto y discrepancia, firmeza y tolerancia, el deseo de la felicidad, de la mejor vida posible en nuestro planeta, pequeña mota de polvo en medio de un Cosmos que no es tal, si no, más bien, entropía que disimulamos bajo la alfombra de nuestros deseos...

Así que no se engañe el que se dice "no soy un extremista como esos; yo no quemo, lanzo piedras, vocifero, disparo, mato" porque él, realmente, será siempre minoría, mientras deje que su voz no se escuche, mientras deje que sus palabras queden mudas.

¿No lo dijo el profeta de católicos y musulmanes? "El que no esté conmigo, está contra mí".

Un saludo,