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lunes, 21 de septiembre de 2009

Highway to Hell / The way to Heaven

Dicotomías. Polarizaciones. Blanco y Negro. Lo opuesto. Lo binario. Uno y Cero. Expresión última de lo terriblemente simple. Pero nos olvidamos de los reflejos, distorsiones tan habituales como espejos u opiniones, ojos y oídos, sentidos, en suma, hay.

Inicio del campeonato del Eurobasket; solo vale el Oro pero durante los primeros partidos, y concretamente con Gran Bretaña, estamos a punto de la eliminación. Una autopista Polonia-España directa al infierno. No podía ser que ésta generación, la mejor, se fuera así, de vacío. Se intuyen malos rollos, se percibe un ambiente enrarecido, se escriben artículos muy negativos, se dispara el insensato placer español de ver el fracaso de otros tan cerca... autopista al infierno.

Pero entonces llega la catarsis aristotélica. La compasión de algunos y el terror de otros generan los estímulos apropiados en los actores principales, que pierden el phobos o miedo paralizante. De pronto, se liberan. Sin más. ¿Ni más?

Segunda fase del campeonato del Eurobasket; cada partido se juega para seguir luchando por el Oro, pero también para evitar la eliminación. Y de pronto, estamos corriendo por el aguzado filo de la navaja con una fuerza sin igual. Polonia, Lituania, luego Grecia, y finalmente Serbia, sufren la ira, la furia desatada de los elementos. No hay holocausto que los aplaque salvo una medalla de Oro. No hay ya vuelta atrás. El tiempo, el terreno, se han estrechado, y la cancha se convierte en un recinto mágico, divino, donde se expían culpas anteriores y se demuestra que, entre la espada y la pared, tomamos la espada, y si se tiene que clavar rompiendo órganos, astillando huesos, devorando venas, salpicando de sangre los rostros, lo hacemos. Sin compasión. De pronto, las caras se transforman.

¿Dualidad, dicotomías, polarizaciones, blanco y negro, Uno y Cero? No, eran los mismos. Eran siempre ellos. Y se sintieron solos, y liberados de esa carga que representan a veces los críticos, corrieron ágiles, veloces, dulces y espectaculares como en una coreografía de danza, del ballet magistral que es el Baloncesto. Y defendieron con fuerza, con testarudez, no dando nada por perdido, y con hambre de más. Y anotaron, sin complejos, sin miedos, fallando y volviéndolo a intentar. Y ganaron. Y el mejor jugador de la historia del baloncesto de España, un chaval alto, desgarbado, que nunca dice tonterías, que siempre está ahí, demostrando liderazgo sin ejercerlo, con sentido del humor, sencillo, esforzado, ambicioso, con un talento desmedido... Pau Gasol.

No, no eran unos paquetes ni unos mantas. Y si me he cabreado viéndoles perder o jugar tan mal al inicio es porque sabía perfectamente que ese no era su juego. Y las culpas suelen caer en quien dirige el conjunto, en Sergio Scariolo. E igual que le critiqué, ahora me desdigo, y sin gustarme aun el engominado, le felicito. Ha logrado ganar el Oro del Eurobasket. Ha hecho campeones a unos campeones por derecho propio. Y él ha sabido también mejorar su visión del conjunto, de los rivales, para hacerlo posible.

Felicidades, Scariolo. Felicidades, Selección al completo; Pau, Marc, Raül, Rudy, Ricky, Navarro, Mumbrú, Claver, Cabezas, Llull, Felipe y Garbajosa. Y felicidades, aunque me pese, aunque no le soporte, a Sáez y la FEB. Pero sobre todo, a los que han apoyado y dado su visión, crítica como la de Itu o Epi en las retransmisiones y artículos, o la de Pepu, inteligente, y por supuesto, a los que hemos vibrado viéndoles remontar.

Gracias. Muchas gracias de parte de un aficionado contento y que, como Tomás, dudó.

Un saludo,