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martes, 4 de diciembre de 2007

Juegos de Mesa

Desde pequeñito he sido un ludópata. Todo lo que fuera ocio, juego, diversión y demás me encantaba. Me recuerdo con pocos años amasando las monedas de plástico que imitaban doblones y los pagarés de falso pergamino de La ruta del tesoro, una imitación del Monopoly. Me recuerdo con su caja de plástico duro, que al tiempo usé para guardar mis colecciones de soldaditos de plástico pequeños de diferentes ejércitos de la Segunda Guerra Mundial. Los compraba en sobres de papel duro en tiendas, esperando siempre cosas nuevas. Y los tanques. Por supuesto, me recuerdo montando batallas campales donde las piezas del Tente eran estructuras bombardeadas, edificios derruidos, fortines, laberintos de trincheras... incluso, en el colmo del realismo, quemar las alambradas de plástico para imitar el uso de lanzallamas...

Los juegos de mesa son caros. Al menos para un muchacho de pocos añitos. Por eso pronto me aficioné a jugar a los que tenían otros, o, cuando era mi cumpleaños, pedirlos. Así recibí el Imperio Cobra, mezcla de aventuras Indiana Jones y juego de la Oca pero con una pieza de plástico de la cobra que era genial. Y el colmo de los colmos... el Heroquest. Éste se lo regalaron a Emilio, y fue el motivo de aficionarnos al rol. Pronto pasamos de jugar con tableros y piezas, con limitadas estructuras y aventuras, para entrar a jugar en mundos más vastos. El primero, la Dragonlance. Tenía apenas 11 o 12 años...

El rol ocupó (Ocupa) un lugar destacado en mi ocio. Parte juego, parte entretenimiento social (Hablar con amigos, contar chistes, comadrear y ser porteras...) se disfrutaba (Disfruta) por lo amplio de sus posibilidades. Pero tambien es cierto que, muchas veces, las reglas se iban poniendo sobre la marcha... y eso lo hacía (Hace) todo más caótico y divertido.

El Trivial, el Risk, el Pictionary... todos esos los he jugado. Con las Ocas, Parchises y demás. Y el Ajedrez... no hay nada más dulce que ganarle a tu hermano mayor en ese juego (Y al baloncesto, para qué negarlo...)

Pero pronto entré en otro nivel de ludopatía. Fue el Maquiavelo, juego de intriga, estrategia política y militar en la Italia de los principados, reinos y dominios de los siglos XIV a XVI. Ahí había reglas sencillas, y la mejor manera de ganar era manipular, engañar, pervertir y quebrar al contrario. Las reglas eran la base, pero el comportamiento social, la clave del éxito. Grandísimo juego... pronto pasamos a otros, y aunque ya son muchos, puedo mencionar con agrado el Imperio en Armas (Del que llevo 2 años eternos jugando una partida interminable, en la Europa de las guerras Napoleónicas...) que aun siendo complejo (El manual tiene más de 100 páginas con reglas detalladas) es muy divertido, y sobre todo, sobre todos los juegos (Carcassone, Guillotine, Zombie, Guerra Civil Española de NAC...) uno que retomaré el próximo jueves. El República de Roma.

¿Por qué? Historia. Roma. Senadores. Ascensos al poder. Manipulación de la plebe. Equilibrio. Reparto de poderes. Asesinatos. Coacción. Engaño. Trampa. Acuerdos secretos y públicos. Apelaciones al honor y a la honestidad en medio de truculentas tramas. Tribunos. Pontífices. Cónsules. Guerras... lo tiene todo. Y aunque las reglas sean un tanto complejas, y más al añadir más reglas complementarias, es un juego magnífico, interesante, divertido, fascinante. Y encima, bien hecho, tanto que se podría aprender mucho de Roma y sentirse un senador sin tener que vestir toga. Aparte de lo mucho que se aprende de la condición humana...

Es un gran juego. Yo tengo fama de demagogo, manipulador, orador charlatán, influenciador y corruptor de mentes débiles o desorientadas. Pero es falso... yo disfruto jugando. Si la República sobrevive (Algo que no sucede en 3 de cada 4 partidas) es cuando me planteo la victoria (Escasamente sucede...) pero sobre todo, me encanta jugarlo.

La esposa de un amigo llamado Fran, Bea, llama a los que tienen mucho tiempo libre y excesivas aficiones "Ociópatas". Yo, modesto, me califico de "Homo Ludens". El jueves lo podré ratificar...

Un saludo,