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lunes, 29 de diciembre de 2014

¿Fin de qué?

Según nuestro bonito calendario, adaptado del romano e incluyendo en él un cambio fundamental, acabamos un año más... aunque, realmente, si nos fuéramos al siglo III a.n.e., comprenderíamos que hace 2.300 años, más o menos, el año no terminaba ahora, si no en marzo.

Y es que es absurdo, cuando existen cuatro estaciones tan claras que Vivaldi o Piazzolla les dedicaron composiciones propias. En pleno invierno, de pronto, el año termina y comienza otro. ¿Y eso por qué? Aún queda en nuestro cerebro codificado un rasgo del cazador-recolector, el de emigrar en este tiempo y buscar abrigo para luego celebrar el renacimiento de la vida allá por el mes de marzo, esto es, la primavera. Que es cuando comenzaba el año romano y muchos, muchos años en muchos calendarios.

¡Oh, qué revelación! En absoluto. Pero vivimos un mundo tan cuadrado, tan tecnificado, tan troquelado, que hemos olvidado que las cosas no "son así". No lo son. Hace 2.300 años, un suspiro, ya nos sentíamos "modernos" con nuestra escritura, tablillas (de barro cocido o cera sobre madera) y transportes, establecimientos de comida rápida y espectáculos casi casi de masas. Pero aunque un decreto administrativo de un poder jerárquico que nadie recordaba por qué estaba ahí (¿los dioses? ¿las elecciones? Elijan su ficción...) determinara que el año comenzaba el 1 de enero, mes de Jano, nadie se confundía. Septiembre a diciembre eran los meses 7 al 10. Y los otros dos hasta marzo hacían el completo de 12, un ciclo. Y marzo, marzo era el mes del nuevo año...

Saco esto a colación por las muchas y diversas ficciones y creaciones que nos creemos con profunda devoción. Me da igual que sea el cristianismo o el ateísmo furibundo y troll. Aunque puestos a elegir yo soy de la segunda opción. Me da igual que sea creer en un hombre vestido de color Coca-Cola o tres (¿tres? ¿no eran más?) señores que abandonan sus reinos para peregrinar llevando regalos que hoy nos parecen absurdos. Me da igual que sea pensar en un tipo loco de un desierto que se creía más que ciertos judíos o cristianos, al final todos megalómanos. Es el gusto por la ficción y nuestra afición a convertirla siempre en realidad cuando es eso, una mentira.

Yo escucho y veo ficciones todos los días. De algunas participo por pura complicidad social y no quedarme aislado de la tribu. De muchas reniego y las evito si puedo. Pero esta del calendario, las horas, los minutos y segundos, los días, las planificaciones y las particiones, aunque no puedo escapar, no puedo evitar tampoco odiarlas. Tiempo... siempre insuficiente porque una vez cuantificado descubrimos qué escaso es. Y aunque no sea más que un humilde peatón de la historia, permítanme decir; ¿valía la pena que por llegar a tiempo a las fábricas y así hacer prosperar las producciones decimonónicas, base de muchos de nuestros males, quedáramos todos esclavizados por un ente llamado "reloj" y "calendario"?

Me imagino la carcajada, si pudiera, de un hombre como nosotros, pero hace 15.000 años, otro suspiro, al conocer tras arduas explicaciones qué es eso de lo que hablamos. Él, desde luego, reiría pero se pensaría después, rascando la cabeza, si, en términos de especie, no estaba haciendo algunas cosas mal...

Un saludo,

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cuando los reyes se desnudan.



Desde las elecciones europeas estamos hablando de ellos y de él. Desde aquel día, de pronto, es como si se hubiera agrietado el estuco o el trampantojo de nuestra “sólida” Democracia y estuviéramos viendo las vigas y cimientos de ésta nuestra II Transición. Repentinamente, como cuando descubres en casa un desperfecto que lleva a más, te das cuenta de la ruina del edificio.

Podemos” y Pablo Iglesias. Es curioso. 100 años después, otro Pablo Iglesias. Del primer socialista en sentarse en el congreso de la I Restauración de Cánovas y Sagasta, al otro y su partido. De la palabra “Regeneración” recuperada, o quizá nunca olvidada. De las “crisis institucionales” jamás resuelta. De las críticas a una “casta”, llámese entonces “oligarquía” o “caciques”. De un sistema corrupto puntuado en la cúspide por un monarca Borbón. Y de cómo los partidos Liberal y Conservador, llámense PP o PSOE, se terminan uniendo en una indefinida y verdadera línea defensiva de intereses, de los de siempre.

De este partido y su líder no diré nada. Me interesa más, mucho más, lo que dicen de ellos y quiénes lo dicen. Porque su aparición ha quebrado la placidez de un discurso hueco y que raspaba como una piedra pómez, pero que servía igual que una para cimentar nuestro futuro. No al momento, pero casi, tras la estupefacción, la sorpresa y la boca abierta, comenzaron los insultos, las descalificaciones, los ataques y las sornas. De “esos chavales de coleta y mal vestidos” al “su programa económico es inviable y lleva a la ruina”. Se ha pasado por todo el espectro del insulto y la oposición. De todos. Todos. Eso es lo llamativo. Todos. Los últimos en RTVE y ese “Enhorabuena”, pero antes los Marhuenda e Inda, los Rojo y los Pedro Sánchez, los Rajoy y los IU estupefactos. Todos. Los empresarios y Libertad Digital (que dedica monográficos diarios sobre cómo nos vamos a convertir en una Venezuela cubano-norcoreana si sacan siquiera un voto los de Podemos) y también los que han abusado de la palabra “populismo” cuando ellos lo practican día sí y día también. ¿Pero todos? No, hombre, solamente aquellos que conformaban tiempo atrás la llamada “mayoría silenciosa” que ha resultado de un estruendosa que asusta.

Cuando les atacan sale de pronto la bilis y rabia por encontrarse con un producto nuevo, descontrolado, sin aparente vasallaje a medios financieros o periodísticos. Sale el temor a perder lo conseguido mediante el zurcido de un traje a medida llamado “Democracia”, palabra zarandeada de mil maneras y más chuleada que una puta de Montera. Pero… ¿qué “Democracia” defienden contra Podemos los anti-Podemos? Unos, la II Restauración plácida, borbónica, respetuosa de las rancias tradiciones españolas de siempre (robo, sonrisa, chulería, palmadita en la espalda, donativo caritativo y ayudita moralista, desprecio y envidia al esforzado, manipulando el verdadero esfuerzo en penitencia o castigo católico cristiano… y más cosillas del solar éste tan arrasado) y por tanto más inmovilista que la cruz de un carlista. Otros, la falta de enchufe en dicha II Restauración haciéndola cómoda para ellos. Los más, un concepto del que no tienen ni puta idea (aún recuerdo con mucho, mucho sonrojo, que “el no poder votar en Cataluña es un triunfo de la Democracia” de cierta líder popular… qué oxímoron, pardiez) pero al que recurren como quien hablaba de Cristo y los Santos. “Democracia” y “Constitución” no se usan, se chulean, como digo, y queda más que nunca de manifiesto cuando se ataca a Podemos.

Hay un riesgo. En tanto ataque logran que el clásico sentimiento de amparo lleve a muchos indiferentes o distraídos a apoyar a Podemos por el síntoma de “están abusando de ellos” y por tanto requieren nuestra ayuda. Da igual programa o líder. Es el chaval o chavala que sufre acoso. Nos entra rabia. Y pensamos que “algo hay, si tanto les atacan”. Este riesgo viene de no aplicar la indiferencia que se consideraba peligrosa. Han optado por no ser indiferentes, y por atacar con la mayor concentración de rabia que recuerdo. Pero los matones agradan poco...

Como he mencionado, lo que dice Podemos me importa poco. Me interesa más lo que dicen quienes les atacan. Es como los reyes antaño. Tenían bufones a los que permitían hacer chistes con la realidad, dejando así escapar un tanto las tensiones. Los reyes y nobles de antaño, los oligarcas, los generales, la “Casta” de siempre. Las clases privilegiadas que se estudia en 1º de Marxismo. Por eso, cuando aparecía alguien dispuesto a disputarles esos privilegios, a eliminarlos, actuaban siempre igual; primero indiferencia y ninguneo. Después, advertencia de los peligros que supondría terminar con su “stablishment” para dejar que entraran otros. “O nosotros o el Caos”. Cuando perdían (y no siempre perdían del todo) llegaban los exilios dorados, las conspiraciones, las compras de voluntades, las tergiversaciones y manipulaciones de los términos e ideas, y, finalmente, la eliminación física agresiva mediante una guerra, asesinato o similar de quienes habían declinado convertirse en meros bufones y querían cambiar esa jerarquía. El Caos, vamos. Estamos en el segundo paso. El ninguneo previo a las Europeas terminó y ahora se está cumpliendo la profecía de Podemos; la Casta tiene miedo. La Casta contraataca (muchas veces me cuesta diferenciar “Casta” de “Caspa”) y la Casta luchará porque los mimbres del cesto (curioso artículo de El País…) efectivamente están roídos, podridos y mal enlazados. Y algunos se han dado cuenta.

Los reyes, cuando actúan así, muchas veces lo hacen para enmascarar su desnudez. Si para esto ha servido que exista Podemos, ya es algo. Lo demás…

Un saludo,

martes, 4 de noviembre de 2014

La corrupción Delos...

Tres historias voy a mezclar.

Cuando tenía, no sé, 8 o 9 años, mi hermano, que me doblaba en edad, me propuso compartir una hucha de hojalata que me había regalado mi madre. En ella meteríamos lo que ganáramos cada uno y lo sacaríamos luego más adelante para alguna cosa que nos apeteciera a ambos. Parecía una buena idea. Entonces acumulé monedas de cinco duros, tan preciosas para jugar a las maquinitas entonces, o incluso las gruesas de cien pesetas, las "libras". Llené la hucha de hojalata con el tintineo de las monedas al caer, primero sobre el fondo cantarín y despues sobre el hueco lecho de más monedas. Y pasó el tiempo. Pero un día sucedió algo extraño; eché una moneda y sonó de nuevo cantarín, un fondo metálico nuevo, liso... vacío. Descubrí que la hucha tenía la ranura ensanchada y las monedas salían fácilmente con ayuda de algún cuchillo o similar. Y me di cuenta que mi hermano mayor se lo había quedado todo. Lloré, pataleé, me quejé... y aprendí la lección.

En el año 480 a.n.e., los griegos siguieron el consejo de un tipo listo, Arístides. Ateniense de pro, no quería que los persas volvieran a coger a los griegos de las diversas polis con el himation sin abrochar, y para eso convocó una federación con un tesoro común, cuya idea era la de financiar la defensa de la Hélade contra el bárbaro persa. Juntaron plata, oro y cuanto tuvieran de talento y lo ahorraron en Delos, ciudad con vinculación religiosa y que por tanto parecía proteger la parte ética del asunto. A saber, que el dinero era únicamente para pelear contra los persas. Pero los atenienses, que usaban funcionarios de su ciudad para la gestión y protección del tesoro de la Liga, pronto fueron corrompiéndose hasta el punto que con el bueno de Pericles, ese gran estadista, tomaron el tesoro de Delos para otra finalidad; embellecer Atenas y legarnos, por medio de esta corrupción, un patrimonio arquitectónico casi completo (si descontamos lo que anda disperso por el British y otros museos o colecciones privadas) aparte de una ciudad enriquecida no solamente con el trabajo en sus minas. Los griegos aprendieron también la lección... y cada uno guardó su dinero en su casa.

Durante los años 50 de nuestro viejo siglo XX, muchos países de Europa, entre medias del capitalismo salvaje de EE.UU y el asfixiante y bondadoso abrazo soviético, desarrollaron una socialdemocracia que buscaba un término medio. Y en él, consideraron que estaría bien lograr que los ciudadanos contribuyeran, según su renta y patrimonio, a la causa común de tener una seguridad social universal, con asistencia sanitaria y prestaciones de jubilación y similares, así como una educación y servicios públicos de calidad que beneficiara al total de la población. La idea cuajó y se copió en otras partes, incluso la democracia orgánica de Franco, Franco, Franco. Y así nació un sistema que guardaba en una hucha, llamada "de las pensiones", lo que pagaban como cotización los que entonces trabajaban, pensando en ellos como los siguientes que disfrutarían de ese beneficio. Esto es, un trabajador que tuviera 30 años, pensaba que podría llegar a los 60 o 65 (gracias a la asistencia médica universal) y disfrutar de una renta cuando dejara de trabajar, igual que los que entonces y en su momento ya tenían esa edad. Se suponía que era un esfuerzo a largo plazo, de solidaridad mutua, y con una visión de bienestar que trascendía nuestra individualidad pero no nos alienaba. Cuando la crisis de 2008 estalló en todo su esplendor, Europa entera descubrió que ese beneficio estaba en un brete, y que sin una URSS amenazando, no pasaba nada si se desmontaba (algo que Reagan y Thatcher ya habían comenzado a hacer en los años 80 como si los soviéticos se fueran a desintegrar...) y se usaba el dinero ahorrado para otros menesteres. En España, en concreto, se ha usado ya casi el 100% de la llamada "hucha de las pensiones" para pagar la deuda, y a día de hoy cotizar no significa tener dinero para una jubilación futura y una pensión, e incluso tampoco para una sanidad gratuita, cada vez más copada de repagos. Ese dinero se ha convertido en una fuente para pagar la deuda que los gobernantes tomaron en nuestro nombre... sin usar el suyo como responsables.

Tres buenas ideas que terminaron en corrupción y desviación, en un cambio de sus objetivos. Siempre con lo mismo, cuando hay mucho dinero (y ese "mucho" depende de cuánto tenga alrededor para comparar el aspirante a corrupto) hay mucha tentación. Y la tentación se debe controlar. Si mi hucha la hubiera controlado mi madre, o el tesoro de Delos funcionarios espartanos, o el dinero de las pensiones un cuerpo de funcionarios ajenos al Estado, quizá, quién sabe, a lo mejor... pero ya saben que los funcionarios públicos somos escoria agarrada cual garrapata al pelaje del animal al que chupamos la sangre. Esto es, gentuza. O quizá no tanto...

Un saludo,

martes, 7 de octubre de 2014

¡Ébola!

Así, entre exclamaciones para reflejar el pánico que existe hoy mismo. Aunque la sorpresa no sea tan mayúscula...

Tenía pensado yo hacer comparaciones y símiles jocosos entre los murciélagos que parecen ser los creadores de esa enfermedad y las gaviotas que blasonan las banderas del PP, o entre los confeti y jaguares y los trajes de protección, pero es que no puedo. No tengo ánimo de bromear. Lo que ha pasado es, simplemente, una negligencia criminal.

No tengo otra manera de definirlo. Que dos ministros, uno conocido por su catolicismo a ultranza o ultra (Margallo) y otra por su incapacidad en forma de sordera y ceguera colectiva (Mato) hayan tomado la nada intrascendente decisión política de traer a un enfermo de esta brutal enfermedad a España, como pago o favor a una poderosa congregación religiosa (San Juan de Dios) con varios centros privados hospitalarios, es una decisión arriesgada y muy criticable. Máxime cuando se les dijo "¡NO!" desde instancias médicas. Que lo hicieran además a un hospital en proceso de desmantelamiento (el Carlos III) era ya inaudito. Que se obligara al personal eventual bajo amenazas y coacciones a tratar al misionero, un delito laboral y contra la salud pública. Pero con el primero salió la cosa adelante; no hubo contagio.

¿Saben en qué consiste la ruleta rusa, verdad? Eso de poner un revólver de tambor, de 6 huecos, con una bala, darle vueltas y ponerse el hierro en la sien, apretar el gatillo y... oye, 5/6 de probabilidad de que no te pase nada. Pero hay una probabilidad, de casi el 17% de que ocurra. Que la bala salga y te mate. Pues nada, los responsables indicados, más los políticos de la Comunidad de Madrid (Consejería, directivos y responsables del hospital La Paz-Carlos III) decidieron seguir dándole vueltas al tambor. Y la segunda vez que apretaron el gatillo, la bala sí que salió.

Sumen a esto cursillos ultrarrápidos de 45 minutos. Trajes de protección de todo tipo y formas que no son fáciles de poner y quitar. Gestión de residuos biológicos arriesgada. Nulo respeto a los protocolos (¿qué protocolos?) y falta de material y personal. Sumen la creencia de que somos capaces cuando no lo somos, y el desastre está servido. 

21 días dicen que el virus tarda en desarrollarse. 21 días para que una pandemia nos coja confesados. O no. Que puede pasar, o no. Pero el pánico, la paranoia, el miedo, están ya en la calle. Y cuando se les escucha hablar, o mejor dicho, balbucear, en ruedas de prensa, éstos crecen... 

Yo, de nuevo, digo; bien, que investiguen qué pasó, resuelvan el problema, traten de curar a la enfermera, revisen los trajes y procedimientos, aislen a los posibles infectados (¿ya nadie recuerda qué es una cuarentena?) pero que no se olvide quién y cómo y por qué trajo el desastre a nuestro país. Un desastre que los vecinos europeos miran con estupor y mandíbula caída. Pero claro, ellos aún no saben que nuestra marca, la verdadera Marca España es la que es.

La chapuza.

Un saludo,

miércoles, 1 de octubre de 2014

Fuck Democracy!

No me extraña el hastío y coqueteo de muchos intelectuales a lo largo de la reciente historia con formas de gobierno diferentes a la democracia. Limonov, Céline, Baroja... la tentación totalitaria ha estado en ellos y en muchos de signos opuestos, ya de izquierdas o derechas, progresistas o conservadores. La tentación de trascender a los manipuladores de los mecanismos que controlan un Estado y lo llaman "democrático".

Porque con el asunto de Cataluña esto ya revela al rey desnudo y a sus consortes de tetas caídas. Que si "lo democrático es seguir la legalidad" y otras frases igual de vacías o "lo democrático es votar" como bálsamo placebo. La ley es algo no inmutable, ni universal, ni tampoco justa. Es una norma. Y las normas se pueden cambiar si cambian los motivos o las bases que las sustentaban. Ejemplo, los ciudadanos. Por tanto la ley no es democracia, es un producto vivo de la misma. La ley, señores, es un instrumento, no un fin en sí misma.

También votar es un instrumento. Y ambas dos cosas juntas generan parte de esa democracia. Parte. Minúscula. Lo que hace de una democracia algo real es la separación de poderes efectiva, la rotación de cargos, el Check & Balances constante y la negociación. La negociación de los ciudadanos con sus gobernantes mediante instrumentos de control de la representación que han otorgado. La oposición a sus decisiones si mayoritariamente así lo piden. El constante conflicto dialéctico del que nace el lugar común producto de la negociación...

Votar y tener leyes. Qué bonito. Rajoy exclama que la ley está por encima de cualquier cosa, Mas o menos. Mas, que votar es lo más democrático. Y todos los demás nos preguntamos por cuán imbéciles nos tienen. No voy a relatar qué tipo de ficción me parece el nacionalismo (español, catalán, vasco, gallego, andaluz, asturleonés...) ni qué tipo de terror resulta de ellos. Un par de guerras mundiales, numerosas civiles y tal, avalan ese producto. Sí quiero hablar de democracia.

Baroja hace pesquisas en alguna de sus memorias ("Comunistas, judios y demás ralea") sobre qué era ser fascista. No lo tiene tan claro como otros, ya se sabe que era muy rebelde, para todo. Limonov lucha contra Putin y su Rusia buscando una especie de imperio URSS nacional. Y Céline disparataba muchas veces contra todo y todos, llegando a afirmar que Hitler estaba muerto y les gobernaba (horreur!) un sosías judío...

Ellos conforman, curiosamente, parte del verdadero pilar de toda democracia. La libertad de decir lo que se piensa, sea una sandez o genialidad (calificativos que pueden variar con el tiempo según quién esté en el poder y decida qué es cada cosa en cada momento...) incluso si lo que afirman busca derrocar esa democracia.

En España NO HAY DEMOCRACIA. Ejemplos como el de "Victus", no hace mucho, lo demuestran. Que de la Casa Real (o irreal) no se sepa más de lo que los muy cuidadosos medios tamizan y transmiten en propaganda fiel, lo demuestra. Que la justicia esté delimitada claramente para delitos de político, de "economista" y de peatón, lo demuestra. Que el Congreso y el Senado sean cámaras blindadas (paseen por sus cercanías y verán de qué hablo...) en todo sentido, donde nadie se sale de la postura del Partido, Partido, Partido, lo demuestra. Que los gobiernos no sean más que títeres de poderes económicos ajenos a la voluntad de las personas, lo ratifica.

Por eso, cuando emergen tentativas como la catalana (una huída hacia delante, amalgama de muy diversos deseos) si uno es sensato se sienta y respira tres veces, tratando de dilucidar por dónde van a colársela. Pero también un escalofrío de intuición recorre su cuerpo. ¿Y si eso es la chispa que...? ¿Y si es la manera de estallar las costuras de algo que...?

Al final, uno tiene tentaciones. Tentaciones de ponerse del lado de los fuertes, de los más fuertes, y soltar un Fuck Democracy! sonoro y vibrante. Claro que el bueno de Unamuno renace y ríe. "Venceréis..."

Tampoco es que necesiten convencer a nadie. Y lo de la República, República, República (repetir tres veces ante un espejo para que aparezca un coco con escarapela y le arree un sopapo) tampoco parece convencer a nadie. Porque no debe tener buenos padrinos...

Un saludo,

martes, 23 de septiembre de 2014

Esa esperanza en el ser humano...

Venga, vale, hoy me he levantado más cínico y misántropo de lo normal. La acidez de estómago que proviene de las neuronas que se sublevan al leer noticias. Porque si ya me indigné en su día con el traslado del religioso infectado de ébola al Carlos III (sabiendo que éste hospital está desmantelado por su integración en el de La Paz) y que obligó a un cursillo urgente de unas horas al personal temporal (interinos y demás) que no tenía ni idea de cómo enfrentarse al asunto y que estaba presionado y amenazado para cumplir con el tratamiento, pues ahora me indigno el doble.

Resulta que volvemos a hacerlo. Bueno, el gobierno. Como favor y prebenda de aquellos religiosos que mantienen algunos de los hospitales privados más fuertes de España (ora et cobra, sabia pecundia) se vuelve a poner en marcha todo el contingente de gasto público (el de todos) para salvar a otro misionero. Y antes de seguir, sí, magnífica labor la de estos misioneros que se parten el pecho fuera por curar males que son peores que los de casa. Abnegados y solidarios. Lo respeto. Pero pidan ustedes que si les secuentra un ISIS de esos del Mahdi (o del nuevo profeta reboot) les vaya a salvar Morenés con la fuerza aérea española. O que si están repartiendo agua en Somalia y les pilla un fanático con ganas de degollina por lo de los piratas tengan a una de nuestras flamantes fragatas patrullando para salvarle. Los cojones, que diría aquel. Usted no pertenece a una gran organización con cruces en su camiseta y está jodido.

Así tenemos que se pueden saltar todos los controles sanitarios, arriesgarse a una epidemia (¡por segunda vez!) en contra de las voces discrepantes de médicos, virólogos y expertos varios, y traerse al misionero que, repito, alabada sea su labor, más no el rescate que teatral y pomposamente ha puesto en marcha el Muy Católico Gobierno de Su Majestad Felipe VI. Y entre medias tenemos la noticia espeluznante que ha sublevado a mis neuronas.

Hola, ¿qué tal? No, no es el suero Z-Mapp, que suena a marca de Citröen. No, no es un tratamiento experimental. Es un medicamento llamado Sovaldi. Que vale 60.000 euros. Que desde luego no va a costear el Muy Católico Gobierno de Su Majestad Felipe VI. Y que obliga a cosas como hipotecarse para salvar la vida. Así de crudo.

En mi universidad dábamos un poco de economía. Un profe que iba de guay libegal nos dio nociones. "Cañones o mantequilla". La disyuntiva de los Estados. O invierto en producir mantequilla (alimentar a mi población) o en cañones (enfrentarme a mis vecinos) y tengo que encontrar el equilibrio para que no me invadan por mi mantequilla pero tampoco yo esté hambriento y tenga que hacer lo mismo con los vecinos por su mantequilla. En cualquier caso, es sencillo; el Estado tiene opciones. Debe elegir en qué invierte. Y en lo que invierte, en lo que pone la pasta (que es lo importante) define sus ideas y objetivos. Que se fleten aviones para recuperar misioneros infectados de ébola, trayéndolos en contra de opiniones de expertos (lo siento, pero me fío más de los médicos de La Paz y el Carlos III que de los asesores primosh y cuñadosh del Ministerio de turno) y se siga obviando el otro problema, el de los infectados de hepatitis C, con c de "Curable", me repatea. Cañonazos para matar moscas y nada de mantequilla para los tuyos.

Desde luego, en el caso del medicamento, se dirá que es caro, que algunos sí lo reciben, que... pero es que esto es el otro debate. ¿Dejamos que las multinacionales dicten quién vive y quién no, según su nivel de renta? ¿Dejamos que el negocio marque la línea dentro de la cual estás protegido y fuera de la cual eres tercer o cuarto mundo? Parece que sí. Y por eso, cuando se ataca a algunas formaciones cuyo nombre no repetiré como "populistas" y "demagógicas" y todo eso, me río. Que Pedro Sánchez hable de espectáculo político sentado en un sofá con un cantamañanas de la tele que va de Évole malo, no deja de ser una ironía tan grande que roza el sarcasmo.

En fin, que cada vez que tropiezo con estas cosas que hace el ser humano, amo más a mi gato. Al menos se acurruca a mis pies y da calor mamífero.

Un saludo,

**EDITO**

Parece que sí va a haber tratamiento con el Sovaldi para la hepatitis C. Veremos a qué coste, a qué población y cómo. Así que debo incluir este acierto, o rectificación, en el mensaje. Y con cautela pero también cierta felicidad...

lunes, 25 de agosto de 2014

Eh, todos tenemos una opinión...

Navegando por la red (esa que no detiene la caída de la estupidez humana) te encuentras muchas cosas. Yo soy asiduo a algunas páginas de humor donde los usuarios se desahogan con tuits o mensajes irónicos, y de esa manera descubro muchas veces cosas de "actualidad" como lo del reto del agua fría o el café de la biblioteca. Sin contar con noticias que, en ocasiones, parecen sacadas de El Jueves, como la del japonés que buscaba inseminar mujeres para tener hijos que le votaran o que católicos senderistas pongan cruces en la Sierra de Madrid... hasta ¡Pérez-Reverte! (leer a lo Chanante) publica tuits sobre temas de actualidad como el estrambótico caso de la chica de Málaga y los cinco tipos que la violaron o hicieron un gang-bang, cualquiera se atreve a afirmar lo uno o lo otro. 

Lo cierto es que algo inapelable es que en internet todo el mundo, todos todos todos, tenemos una opinión. Yo mismo estoy ahora emitiendo una sobre opiniones. Metaopinión, pueden llamarla. O métetela por donde el... eso. Mi opinión es que tenemos muchas opiniones y poco tiempo para leerlas todas, analizarlas, discutirlas o debatirlas y sacar algo en limpio. La Red (en términos apocalípticos) produce tal cantidad de estupideces que no hay tiempo de separarlas de las escasas ocasiones en que no es así, creando un efecto como el de un buscador de oro que tamiza la playa con un cedazo minúsculo y éste queda obstruido por la arena y el agua... aunque luego siempre puede hacer un castillito de playa. El ruido, como digo, es obsceno, altísimo, ensordece y mitiga toda opción de debate, reduce las construcciones lógicas a un "sí/no" básico, un juego de prejuicios y de dualidades. O estás con o estás contra... y enseguida viene el encasillamiento que impide avanzar en la discusión de tal o cual opinión.

Porque a ver, yo tengo opiniones, claro. Del agua fría, que es muy interesante concienciar a la gente pero acaba siendo una especie de juego de popularidad para ver quién es más concienciado con, aunque luego haya algunos que bromeen al respecto como Charlie Sheen. Del tema del café, recomiendo el último relato del  recopilatorio "Mañana todavía", de Javier Negrete, para comprender qué podemos conseguir con ese neolenguaje de Orwell. Sobre el japonés hijo de un multimillonario... que hay material de novela futurista, sin duda .Y de los católicos senderistas en el Guadarrama... otro caso de neolenguaje al hablar de "libertad" en la colocación de cruces en las cumbres. Y qué decir de mi favorito, el oscuro caso de Málaga... ahí no tengo más opinión que no tengo claramente una opinión. Porque no sé qué ocurrió, y me abstengo de decir por tanto nada. Es tan confuso que no me siento capaz de decir nada.

Pero opinar es gratis. Como dice mi amigo Óscar, parafraseando a no sé quién, las opiniones (como la boca que las emite) son como el culo; todos tenemos uno y producen la misma mierda. Claro que uno podría decir que más digerida, blandita, durita, suelta... eso, por desgracia, requiere que cada uno ejercite su olfato para discernir qué ha comido quién y así saber porqué defeca, perdón, opina eso.

Un saludo,

martes, 29 de julio de 2014

Y llegó el día...


Un día descubres que puedes copiar esos discos que escuchas y tienen precio prohibitivo en una cinta de casete. Luego, en un CD, pasando el archivo MP3. Después, descargarlos directamente sin ir a ninguna tienda o biblioteca. Con las pelis, igual. De copiar en VHS de la tele, controlando uno mismo los cortes de anuncios, a un DVD que tiene más calidad, e incluso un día el Blu-Ray. De música adquieres tantas pilas y pilas de DVD’s rellenos de MP3 que sabes a ciencia cierta que no los escucharás ni en diez vidas. Y de películas, algo similar. Pero aparecen dos nuevas formas de copia… cómics para la tableta y libros para el eBook. Y ahí el maremoto es brutal. Miles de libros y tebeos, todo a un click de distancia.

Un CD de música, cuando yo compraba sin miedo, podía costar 12 euros como poco. Un DVD de películas, entre 18-24 euros. Y un eBook, a día de hoy, no menos de 8-10 euros. Un CD virgen cuesta apenas 15 céntimos, un DVD, 25-30, y un eBook que permita lectura de libros tratados en Calibre, una inversión de unos 80 euros. En formato disco de vinilo la copia es casi imposible; en Blu-Ray ha durado semanas la novedad; y del formato papel, con una buena cámara digital puedes hacerte con el libro.

¿A qué esta entrada? Yo he escrito un libro. Lleva 1 mes en venta en digital, en Amazon. La tirada en papel es casi anecdótica (100 ejemplares) y pensada para presentaciones y amigos y demás. La de Amazon es la que me interesa. Un libro de una 500 páginas, 2 años de escritura con mucha documentación extraída de la Biblioteca Nacional, el Museo de la Guerra de Toledo y del Museo de la Gran Guerra de Meaux, París, aparte de visitas a Soissons y el frente de trincheras que se formó allí. Un libro al que he dedicado muchas horas, algunas robándoselas a mi familia (mi hijo pequeño y mi mujer) y otras muchas más al sueño y al ocio. El precio de venta, 1,99 euros. De ese precio, Amazon lo eleva a 2,05 por los impuestos. Yo me llevo exactamente por libro vendido 0,70 euros. Y llevo vendidos unos 25 eBooks. Ni uno más.

De pronto, al mes, como digo, hago una búsqueda en Google (ese ego que todo escritor tiene…) y descubro que salen como 20 o 30 webs de enlaces con mi libro. Copiado tal cual de Amazon, portada y sinopsis, mi nombre como autor y… un enlace para pinchar y obtenerlo gratis.

Cara de jugador de mus cuando tiene tres pitos y un cuatro, eres postre y le lanzan un órdago a chica estando a falta de dos o tres para salirse. ¿Comprenden? Con miedo. ¿Pero no había puesto un precio competitivo? Repito, 1,99 euros. 2,05 con impuestos.

La alarma salta con una web, Club Skyline. Veo que ofrecen en su perfil de FB mi novela. Me enfado. Comento en un post lo que opino. Me responden. Respondo. Mando un privado y llegamos a un acuerdo, haciéndome publicidad al enlace de Amazon desde dicha página de manera gratuita. Me siento un pedagogo y un reformista, pero de buenas maneras.

Porque a ver… yo haré ofertas en Amazon poniendo el libro gratuitamente en un momento dado, pero yo quiero elegir los tiempos. Yo quiero poner el libro a un precio competitivo durante un tiempo limitado, pero seleccionando el precio y el plazo. Y quiero que se lea, por supuesto…
No estoy enfadado. Quizá estupefacto. Siempre he defendido que si las cosas tienen un precio razonable, se venden. Un ebook por más de 5 o 6 euros me parece un exceso. Un ebook por 4 euros entra en lo razonable. Los márgenes lo son. En un libro de papel, hay que tener en cuenta que para el autor es incluso peor; se lleva un 10-15% del precio. Si llega a tan generoso reparto. Y es una industria, la del libro de papel, que se resiste a modificar su comportamiento y formas (como la de música o cine…) y por tanto reduce mucho los márgenes para el autor. Porque es el autor al final quien debe recibir, pero no limosnas, sino el beneficio de su trabajo.

¿Piratas? Todos. Desde siempre. En cuanto se puede, lo gratuito es mejor que lo pagado. Aunque esté hecho una mierda. Pero esto requiere pedagogía, enseñanza y comprensión. Y cambios. Yo acabo de empezar en esto de la auto-publicación (para más adelante espero sacar unos relatos y puede que otra novela…) y veo que una Editorial ayuda en muchas cosas (corrección, impresión, distribución, publicidad) pero lo hace a cambio de un amplio porcentaje de beneficios del libro. Claro que, como toda industria, requiere intermediarios. Y sin embargo, si las tres últimas fases se acortan por medio de Internet (la corrección no, por todos los diablos, aunque yo haya usado para ello a varios buenos amigos que dejarán de serlo si sigo abusando de ellos) y el precio por tanto se rebaja en consecuencia… ¿por qué seguimos pensando que es mejor algo gratis sí o sí?

Dicen que ser pirateado da prestigio. Bueno, vale, estoy en el Emule y en decenas de páginas. Oh, ah, qué honor. Me perderé en otra pila de eBooks que nadie leerá pero almacenará como urraca en un DVD o un disco duro de gran capacidad. Junto a decenas de películas, series y canciones “por si acaso”. Y ojo, dentro de la trampa del libro, está que existen bibliotecas públicas que lo ofrecen sin problemas, junto a películas y discos musicales. Las bibliotecas son corsarios con patente. El resto, piratas sin más… respecto a la creación, no voy a dejar de escribir por ser pirateado, pero porque como muchos escritores, en realidad no vivo de la escritura. Pero si lo hiciera, mi enfado sería monumental por la falta de pedagogía, de educación y de civismo, por un lado (lector-comprador), y por el exceso de codicia, por la cortedad de miras y por el avaricioso comportamiento del otro lado (industria).

Y como es verano… hala, a disfrutar de la playa. Yo estoy en pleno armisticio. En septiembre regresaré con más…

Un saludo,

martes, 22 de julio de 2014

Actualidad antes de vacaciones

Soy un vago perezoso y holgazán. Remoloneo mucho. Pero lo reconozco. Y cuando me interesa algo, intento conocerlo. A veces, aunque sea de manera superficial. Otras, en profundidad. Ahora mismo, la actualidad me parece una de esas cosas que me interesa de manera superficial. Aunque algunos aspectos los conozca en profundidad. O tanta como permite la lectura, la conexión de informaciones dispersas y el interés por comprender.

Israel. Sionismo. Palestina. Islamismo. Nacionalismo, territorios, lengua, religión, razas. Agiten. Junten que el mayor crecimiento demográfico está en manos de los palestinos (islámicos) de una parte, y de los sionistas radicales (hebreos) por otra. Que unos y otros ven con miedo la ocupación final de las tierras que conforman la nada santa tierra de antepasados comunes (unos con un espacio, mind the gap, de casi 2000 años, otros de un centenar) y por tanto el crecimiento demográfico como un arma a largo plazo. El resto miramos, unos tensos, muchos indiferentes, la mayoría embarcada en defender una u otra postura como si con ello les fuera la vida. Es lo de siempre. En España elegimos bando siempre. Para todo. ¿Que hay guerra entre el Imperio Alemán, el Austrohúngaro y el Turco contra el Ruso, Británico y la República francesa? Nos hacemos o aliadófilos o germanófilos, y ahí se mete en el mismo saco a los que son o republicanos o monárquicos, católicos o ateos, liberales y progresistas o conservadores y reaccionarios. Los Balcanes y Serbia (Servia entonces) importan un carajo. ¿Que hay guerra fría entre la URSS y los EEUU? Pues lo mismo, nada de términos medios. ¿Luchamos en Irak? Es una guerra sin cuartel o una ocupación necesaria, pero metemos todo lo anterior. ¿Judíos contra palestinos? Emmm... sí, todos judíos y todos musulmanes. Y como les dimos para el pelo a ambos en nuestra afamada "Reconquista" hay un poquito de "que se den, que se den", aunque el judío parece más occidental y por tanto más americanizado y por tanto el palestino es rojo, islamista y además huele mal.

Siempre es así. Dicotomías en sistemas de prejuicio que permiten vivir con sencillez (maldito Aristóteles...) Si llevas un pañuelo palestino eres revolucionario, islamoprogre y todo eso. Si llevas corbata defiendes el occidente de Spengler. Carajo, no puedes escaparte. Eres o no eres. Punto.

La actualidad no permite sombras. En Ucrania (¿Ucrania?) han volado un avión con casi 300 pasajeros y entre ellos a numerosos investigadores punteros del SIDA. Entiendo y es razonable la ira de Holanda y de Malasia, los países con más nacionales en el atentado. Pero sorprende que importe un carajo la guerra no declarada entre Ucrania y Rusia. Tibio por no decir frío es el comportamiento hacia esos países. El gas, siempre el gas, y otros factores (está lejos y hace frío...) hacen que importen poco y por eso nadie se identifica con nadie. ¿Prorruso? ¿proucranio? No hay definición... unos y otros están borrosos y mejor lejos, bajo la alfombra lejana de aquellas tierras...

En general la actualidad está durmiendo en el bochorno esporádico de estas semanas. En España se sigue atizando un poco la brasa de Mas y Rajoy a cuenta de Cataluña. Más ruido de superficie que cubre como un paraguas los problemas de verdad. Un buen amigo siempre me dice que todo pasará en octubre. No sé si ya pasará algo, porque hay tal abulia que considero interesantes incluso los "debates" entre Esperanza Aguirre y Pablo Iglesias. Da vidilla a una muchedumbre zombie. Sociedad zombie. Qué cierto.

En fin, lo que importa es que mi libro está siendo leído, que no muy vendido. Y que hay alguna crítica positiva. Que mi hijo crece sano y fuerte, o eso parece. Que mi mujer está bien. Que yo estoy bien. Que los míos, entiéndase por ellos a las familias y amigos, están más o menos bien, o eso nos parece. Y que el resto puede darse por bombardeado si quiere, que nos interesa menos que la playa y piscina que estamos deseando como vacaciones. 

¿Actualidad? Farsa repetitiva de la historia, como siempre...

Un saludo,


lunes, 30 de junio de 2014

Publicación de "Sangre de hermanos"

Pues sí, mi primera novela, una ucronía, está publicada. Autopublicada, para más señas. La decisión viene de que quería sacarla al lector el día 28 de junio, una fecha que se me hizo obsesión mientras escribía; el disparo de un anarquista que inicia la Gran Guerra... pinchando en la portada se accede a Amazon y ahí se puede descargar en formato ebook por 2 miserables euros. ¡Comprad, comprad, malditos, que tengo un gato, un niño y una mujer que mantener!

¿De qué va tu novela? Esa es la gran pregunta. Va de dos hermanos, curiosos hermanos, que se adentran uno en el ejército y la guerra y otro en la política y su propia guerra. Va de un país, España, que hace 100 años era casi idéntico al actual. Porque me quedo sobre todo con la investigación que hice para la novela. En la BNE descubrí textos terroríficos, dignos de hacerme perder cordura cual pobre Armitage en Miskatonic. No, no eran "Cultos innombrables" o cualquier otro libro de los Mitos. Eran textos de anarquistas, republicanos, socialistas, incluso conservadores y muy católicos que analizaban la actualidad política y social de su país y te dejaban un escalofrío de terror. ¡Qué palabras! Un tanto altisonantes, algo rimbombantes, pero qué certeras. Y qué bien escribían los condenados... 

Mi novela quiere ser un entretenimiento, pero oye, esa es mi pretensión. Es cierto que tiene defectos (pocas cosas perfectas conozco) y que el lector juzgará. De hecho, he recorrido un camino algo inverso; primero escritura, luego autopublicación, más tarde, envío a críticos externos y a concursos (¿concursos? sí, un concurso, qué cosas...) pero lo cierto es que no pretendo vivir de esto (imposible) ni tampoco participar del Gran Carnaval que supone (que lo es...) aunque sí lograr lo que todo escritor; que te lean. Y si te elogian un poco, por poco que sea, oye, sonreír y decir "ha valido la pena".

Yo he disfrutado escribiendo. He pasado ratos muy buenos imaginando tal o cual situación, qué haría tal o cual personaje. Y he disfrutado manipulando aspectos de la Historia real. Pena no haber llegado a cambiar uno que siempre me molestó, el de la "Gripe Española" por otro nombre (no sé, barajé la "Gripe Italiana" si este país se quedaba neutral, o "Gripe Portuguesa" e incluso "Gripe Marroquí") pero oye, de todo lo que escribí mucho quedó fuera porque no lo consideré apropiado. Que la peor parte es recortar, pero es que si no, vaya monstruo (unas 800.000 palabras lo prueban) y encima qué pestiño.

En las páginas de mi ucronía circulan muchos personajes históricos, algunos de importancia capital, otros meros figurantes. Alguno tratado con mala leche, otro con más amor. Pero es que lo bueno de escribir es que tienes el poder del Demiurgo, y sí, a veces se te sube a la cabezota...

Termino el autobombo. He decidido firmar el armisticio con la novela el 29 de julio. No el 11 de noviembre, no. El 29 de julio. Así que, si la lees y después quieres darme la vara con tus comentarios, hazlo, pero me lo tomaré con calma, que ahora ya tengo que dejarla vivir su vida... y centrarme en otras cosas.

Un saludo,

lunes, 9 de junio de 2014

Un republicano en la corte del rey Juan Carlos I

Mark Twain escribió una de las fantasías de ci-fi y viajes temporales más curiosas, "Un yanki en la corte del rey Arturo". Un tipo de Connecticut recibe un golpe en la cabeza y despierta en una Inglaterra medieval cargado de republicanismo, protestantismo y cientifismo decimonónico, de ese positivista en el que todo era posible, desde ir a la Luna en un proyectil a bajar por cuevas hasta el centro de la misma Tierra.

Pero... ¿una fantasía? ¿un tipo lleno de ideas republicanas puede sobrevivir en una monarquía, aunque sea la de Arturo Pendragón, o ya si me apuran, la de Juan Carlos I o el próximo Felipe VI?

Pues claro que puede. Qué tontería. Aquí no se pide carnet para respirar y la única presión te la meten los mercados... el hipotecario, el de la deuda y el de tu frutero al que debes las peras que partiste el otro día. Nadie forma brigadas católico-monárquicas o comunisto-revolucionarias, ni siquiera fascisto-nazis. En este país (dirá puto país de mierda, si es usted un español de verdad) nos agredimos verbalmente y lo aupamos a categoría de terrorismo (de ese hubo uno, etarra, magnificado, crispado, amplificado, derrotado porque a fin de cuentas era más una mafia que un sentir) y nos ofendemos como imbéciles que somos al respecto del honor, orgullo y satisfacción. ¿Por qué en un país ajeno como GB o UK o Imperio Británico tienen un término para explicar la "vergüenza ajena" llamado Spanish shame? Da que pensar...

Perdido el sentido del ridículo (otro sinsentido de este PPdM o Estado o X guajarí) uno se planta y dice, copón, soy republicano, pero tengo un grave problema. ¿Agitar la tricolor de Lerroux es lo más, lo fetén, cuando es una banderola que se sacó éste de la manga y dividiendo, y sirvió, y esto es lo importante, a un modelo de estado muy concreto, la II República? Pues no. El Edén republicano del que fuimos expulsados fracasó (sí, vale, por culpa de los sublevados, que eran tan nacionales como los republicanos) y después de la II tuvimos el fascismo castizo (aquí somos de pasar por la máquina de hacer chorizos todo) y luego la sacrosanta y modélica Transición (tan modélica y sacrosanta que apartarse de su discurso le convierte en ¡DISIDENTE! y frente-golpista, y si se cuestiona desde cierta edad (yo nací en 1976) se despacha agitando la mano de "no vivías y no sabes lo que dices". Coño, entonces el oficio de historiador a la mierda, porque como nadie vivió los tiempos relatados poco puede aportar. Pero sigo, retorno. La II República tuvo la tricolor, tuvo un tiempo (1931-36 en puridad, 1936-1939 en remendaje y el resto en ficción) y se jodió. Fin. 

Yo no quiero la II República.

Yo quiero la III República.

Hay modelos, hay ideas, hay teorías. Hay momentos. Hay oportunidades. Que haya abdicado Juan Carlos I podría ser una... si hubiera un proyecto sólido detrás de republicanismo. No lo hay. Igual que las derechas de las Españas se apropiaron de la idea de nación y bandera, las izquierdas de las no-Españas se apropiaron de la idea de República y su bandera (la vieja) y así, tontos todos, seguimos chapoteando en el fango de la corrupción.

La III República será de todos o no será. Será ciudadana o no será. Será participativa o no será. Será moderna o no será. Tendrá consenso o no existirá ni cinco minutos. Y será muy tarde, muy mal, chapucera y vete tú a saber cuándo, porque si los que son de derechas o conservadores no dan el paso al frente, será un "Coco" de las izquierdas o presuntos progres. No hay que enarbolarla como un programa político, porque no lo es, si no como un sistema, que es lo que sí es.

De banderas, a mí me dan igual. Puede seguir habiendo continuidad en el símbolo mientras el fondo sea diferente. De himnos, podemos escoger cualquiera, siempre que la voz de la justicia, la igualdad y la libertad siga siendo audible. Y de otras muchas cosas, podemos comentar, pero la realidad es que la III República llegará si es un buen negocio y la monarquía ya no lo es.

Así de crudo. 

Pero amigos republicanos, la semana que viene seremos los súbditos de un nuevo rey, Felipe VI (V en Cataluña, me dijeron, porque el Hermoso no cuenta...) y habrá regocijo, algarabía y fiesta, todo con tono austero, claro. Y pasaremos este brote de republicanismo ad hoc y retornaremos a la sensatez y responsabilidad, las marcas que tatuaron al PSOE en el hueco que dejaron el marxismo y la revolución. Aunque yo digo el dogal del esclavo, pero bueno, las palabras son eso...

Y ya que suelto tantas palabras... grito un ¡¡VIVA LA REPÚBLICA!! pero con calma. A fin de cuentas, seguiré siendo un republicano en la corte del rey Felipe VI.

Un saludo,

lunes, 26 de mayo de 2014

La Gran Coalición



Alemania dictó la senda. En España, mamporreros como Felipe González la sugirió, previendo el desastre. Y ahora viene de nuevo a la cabeza, con titulares como el de El País de “Congreso ingobernable” referido a la fragmentación de partidos extrapolando los datos de esta votación a unas generales. Miedo a que la “responsabilidad”, marcada a fuego en el hueco que dejó el marxismo en el PSOE, se vaya al garete ante la realidad. Porque el PSOE es el mamporrero de la izquierda del PP, no se engañen. Sociológicamente, España será “de izquierdas” (afirmación rebatible tras cuarenta años de franquismo) pero la realidad es que quienes deben representarnos no lo son. Hasta ahora.

La casta, la clase política, el privilegio… no hay adjetivos suficientes para la descalificación de nuestros representantes. Que lo son, por otro lado, porque dependen de una casta, una clase ciudadana de analfabetos. Sin ellos no habría los representantes que hay. No pido una clase Alfa, al estilo de “Un mundo feliz”, porque no es viable. Pido a los mejores con visiones de futuro, no a los más mediocres con visiones limitadas de asnos subyugados.

No quiero glosar los resultados. Basta ver los datos y reírse de su interpretación en los periódicos varios, todos ellos muy analíticos y apocalípticos. “El avance eurófobo aboca al continente a una gran coalición”, dicen en El Mundo. Es como si los votos de la “extrema” derecha no fueran ahora legítimos, pues les desborda la radicalidad por su lado y es malo para los negocios. La cuestión es que, si les desbordan los extremismos, y lo que llaman extremismo (habría mucho que decir en algunos casos) será porque no han logrado centrar, en el sentido más sensato del término, las cosas. Porque no hay proyecto más allá del de las grandes corporaciones, empresas y fortunas que conforman realmente el proyecto de la UE.

La UE es un gran mercado de capitales, no una ciudadanía compartida. Es un mercado, no un espacio social. Es una ratonera, no una liberación. Y eso es lo que perciben ahora los ciudadanos de cada país. Si ceder soberanía conlleva miseria, ¿me interesa ese proyecto? Y de paso, voto pensando en mi país. Eso es lo que ve un ciudadano medio, enfadado.

No, la Gran Coalición no es algo entre los partidos tradicionalistas, bastiones de un poder establecido al que representan realmente como intermediarios entre ellos y la  ciudadanía, que se cree lo contrario. La Gran Coalición debe darse entre las izquierdas que rebasan lo establecido. Entre pequeños partidos. Entre los miles de personas desencantadas y críticas, no meros analfabetos. Esa es la que hay que buscar.

Y ahora, circo…

Un saludo,

viernes, 23 de mayo de 2014

Refutando a Francis Spufford

En el artículo de Francis Spufford de hoy mismo, que he tenido el gusto de leer una primera vez mientras desayunaba a las 7 de la mañana en el bar cercano de donde aparco mi coche, me he hallado algo estupefacto. Sorprendido, atónito, curioso, muy curioso. He tenido que leerlo un par de veces más. Y aquí tengo que acabo refutando, no replicando.

Desde su primer párrafo ya cae en tópicos desfasados. "Un proyecto común, el del respeto mutuo". Bien, no comprende o quiere eludir completamente que el respeto puede existir cuando una parte no está constantemente agrediendo a la otra, no con palabras (las palabras hieren según se quieran escuchar, pero no son cuchillos ni pistolas) si no con hechos. Una Iglesia que arracima en torno suyo a los creyentes o supuestos creyentes (animales sociales) y que propulsa legislaciones, cambios de hábito y moral en la sociedad, buscando siempre la uniformidad de las mismas, agrede constantemente a una parte de la población que no desea el deber de cumplimiento obligatorio que ellos propugnan. Y esa Iglesia, como institución, está sostenida, finalmente, en sus cimientos, por sus miles de creyentes, desde los acérrimos hasta los de "yo creo pero no voy porque ellos no me representan". Aquello que no se combate se acaba apoyando pasivamente...

Pero me molesta mucho el juego de "ambos carecemos de pruebas". No, señor Spufford, no carecemos ambos de pruebas, sólo ustedes los creyentes. Nosotros tenemos una forma de aprendizaje, el empirismo práctico, que nos revela una verdad fundamental que ustedes deciden obviar; nadie, jamás, nunca, en miles de años, ha muerto y regresado para contar no sé qué de "otro lado". Desmorona eso toda certeza de duda que usted alienta con su "ambos estamos a oscuras"... y si ahora, racionalmente, o sentimentalmente, como parece quiere argumentar, piensa que un ateo lo es porque se encuentra emocionalmente en el polo opuesto de la Fe, va apañado y no a tientas, si no cegado. El argumento en negativo ("No se puede demostrar que los romanos no tuvieran energía nuclear", por poner un estúpido ejemplo) no es para nada un argumento, si no en sí mismo la demostración de su incapacidad para argumentar...

Un ateo no es un "anticristiano". Ese es su error conceptual. Un ateo es una persona SIN DIOS, tal y como se definían ya en tiempo del helenismo, aquel anterior al cristianismo o el islamismo que son posteriores y no hacen si no escarbar y rapiñar robando conceptos religiosos previos. Esto es, un ateo no necesita un Dios para vivir un mundo lleno de belleza, sí, pero también de maldad y de fealdad. No necesitamos un Dios o una caterva de diosecillos llamados "santos" para expresar sentimientos como los que menciona dentro de "esa carga de culpa y esperanza y pena y alegría y cambios y tragedia y renovación y mortalidad con la que debemos vivir todos los seres humanos". No, primero de todo, no considero que haya culpa más allá de la individual. No pienso que la esperanza requiera de seres invisibles y mágicos. Tampoco siento pena por un ser mítico muerto de manera idéntica a otros seres míticos antes que él. Ni dejo de sentir alegría un día soleado, porque no pienso que alguien colgó aquella estrella nuclear en el espacio que irradia energía para la vida en mi planeta. El cambio, la tragedia, la renovación y la mortalidad es algo consustancial al ser humano, y no por ello requiere un ser como el que usted menciona. El "realismo emocional" que arguye para defenderse y la "imaginación" (de la que un creyente no anda tan sobrado, no es más que reciclaje de dogmas y mensajes lanzados por otros) que esgrime para defender que "hacemos lo mismo" es otra falsedad. No, amigo. El ateo construye su moralidad acorde a decenas, cientos de factores y variables, y es un proceso de construcción arduo, duro, muy complejo y lleno de lagunas y dudas. Si bien podemos coincidir en un "no matarás" y por tanto respetarás la vida, ¿podemos actuar igual? La Historia, esa musa que muchos quieren que les sirva para justificar su presente, muestra cómo los creyentes, especialmente del cristianismo (pero de otras ramas anteriores como el judaismo o después el islamismo) siempre acaban apoyando masivamente a un poder o fuerza por más que contravenga todas sus concepciones y sistemas éticos tan supuestamente sólidos. Y en aquella frase tajante, sencilla y directa, que ustedes nunca analizarán, nosotros nos podemos perder días enteros argumentando cuándo es justificable matar y cuándo no, y en esa duda, perdidos, no hallaremos certeza si no respuesta contingente, falible, temporal y humana. No divina ni absurdamente infinita sin más...

Pero el colmo es cuando pretende arrastrar a un ateo, a mí mismo como lector ofendido de su artículo, a un campo donde se sabe vencedor, el de la oscuridad. "Usted y yo estamos operando en un campo donde no podemos saber quién tiene razón". ¡Qué más quisiera! Usted, y sólo usted, opera en ese campo. Porque es cómodo. Pensar que ambos no tenemos razón le otorga la razón, según un argumentario que puede ser de Schopenhauer para ganar debates, pero que demuestra su falsa candidez y asesina sonrisa cuando hace la propuesta. El campo de la razón alumbra dudas, usted trata de decir que duda en sus certezas para acercarse al mismo mediante su sentimiento. El componente emocional del ateismo es el de cada individuo, como siempre, como en el religioso o que tiene fe. El componente emocional de alguien que se enamora, se frustra, sueña, aspira, se decepciona, descubre, pierde, gana... pero dentro del mismo él no deriva la responsabilidad a un ser ajeno, invisible y cómodo de culpar/responsabilizar. No rendimos cuentas a nadie más que a nosotros, y cuando nosotros somos críticos y conscientes, somos más terribles que su Dios. Porque no hay peor juez que uno mismo cuando sabe qué juzga y es honesto. Lo otro es nihilismo encubierto.

Termina con algo que me ofende. No entiende que haya ateos igual que no hay "antifilatélicos". Bien, el día que un filatélico me obligue a ir a la Plaza Mayor los domingos so pena de castigos en mi vida diaria (expulsión del trabajo, persecución, control de mi vida privada, privación de libertad y de elección) y me obligue a coleccionar determinados sellos, a no mirar ediciones especiales de Bermudas o Bahamas, a que mis hijos crezcan coleccionando sellos únicamente y no monedas o muñecas de trapo, entonces me verá convertido en un "antifilatélico". O "Afilatélico", más bien. Porque no me defino por ser anticristiano, como pretende. Me defino por carecer de un dios que guíe mi vida, por no creer en ningún sistema dogmático, sea éste cristiano, judáico, islámico, budista o espaguetista. Me defino por no creer, si no por saber o lo más importante; desconocer. Y lo que desconozco lo respeto, no hablo ligeramente de ello (de aquello que ligeramente se habla, ligeramente se descarta como una pluma al viento...) ni hago juicios con esa falsa sonrisa que le presumo en su artículo, beatífica, quizá, pero envenenada de ignorancia y de una creencia (sí, es una creencia) final; que en el fondo, usted lleva razón y nosotros estamos perdidos en la oscuridad a la que quiere llevarnos realmente.

Como ateo, respeto a otros, pero no por ser ateo. Los respeto en la medida en que ellos me respetan a mí. Y si usted viera que logros como el transporte público se limitan cuando hay procesiones (lo de todos coartado por lo de algunos) si viera cómo determinadas costumbres se han afianzado en base a la religión vs los heréticos (siempre habrá heréticos...) pues dejaría de considerar que el respeto es mutuo. Y desde luego, desconoce un país como España, donde el catolicismo ha sido cobertura y paraguas para los más salvajes enemigos de la razón, del pueblo llano, de los pobres y humildes. El catolicismo ha amparado y protegido al explotador, al opresor, al que gobernaba despóticamente. El catolicismo, en suma, ha sido ideología, y las ideologías, señor Spufford, no son respetables. Las personas sí, pero no las ideologías. Y yo al menos (no soy tan arrogante como para pensar que todos los ateos comparten mi discurso, pues eso es pensar que tenemos una "antiiglesia" con dogmas como ustedes...) no respeto en nada la ideología de la que ha hecho gala en su artículo.

Siento que, por otro lado, lenguaraces como Dawkins le saquen de sus casillas, y quiera encasillarle y convertirlo en nuestro portavoz. Lástima. La "guerra" contra el ateo es la guerra contra miles de ideas, no una sola, pobre y vacía, como la de miles y miles de creyentes.

Un saludo,

jueves, 15 de mayo de 2014

Los Graco en el Tíber

"Madre, voy a votar lo de Pérgamo y el cambio agrario", debió decir Tiberio Sempronio Graco poco antes de que una turba de senadores y acólitos le machacaran la cabeza y le arrojaran luego al Tíber. Quizá añadiría un "Y dile a mi hermano Cayo que no me siga, que esto de ser hermano menor es un rollo, les da por imitarlo todo". A Cayo también le tiraron al Tíber, por lo mismo más o menos.

La muerte de Tiberio y de Cayo fue por inquina personal de ciertos senadores, entre ellos el descendiente de los gloriosos Escipiones. También eso es un poco como ser el menor de la familia. Quieres imitar a los mayores y acabas pareciéndote a un vendedor de ganado. Pero en la República romana había algo claro; oiga, su política no me gusta, ¿en qué costado clavo mi daga?

Lo de los Graco me viene a la mente... no sé por qué. De éstos últimos días, diría yo. También me asoma, no sé por qué, eso de Allende y su asesino diciendo que no hay nada que negociar con el "hijo de puta" aquel. Ni te cuento la inquina a Julio César. De Robespierre y muchos otros que pasaron de la mesa de firmas a la guillotina tampoco hablo. Y muchos de los que amanecían pidiendo un voto para hacer X cosas (un programa, dicen que tenían) y luego terminaban amoratados a golpes, acuchillados, rebanados o con destinos similares (todos de muerte) por no haber cumplido su promesa, pues no caben aquí, qué puedo decir... pero eso sí, en el siglo XX hay un fenómeno nuevo para ellos, aumentado en el XXI.

El "pero era buena persona". Si a los Graco se los cargan hoy por, no sé, proponer una reforma en la que se quitara el terreno improductivo a grandes fortunas nobiliarias e instituciones religiosas, seguro que determinados sectores de publicación lo verían como normal. Si a Julio César le vuelven a meter 23 puñaladas en las escalinatas del Congreso por querer proponer una alianza de todos los sectores contrarios a su mandato, estoy convencido que le acusarían de genocida para arriba y bien merecido lo tuvo. Pero se les pondría para arriba de buenas personas, por más que uno fuera un intrigante de tomo y lomo y otro hubiera matado a miles sin parpadear. "Separen al hombre del político". Coño, no sabía que se podía. Se puede desdoblar uno, desgajar una faceta que tiene y dejar que cobre protagonismo y crezca haciendo sombra. Así que ya veo a las protectoras de animales poniendo fotos de un Hitler acariciando pastores alemanes o a los veganos nombrándole santo patrón. A los amantes del cine con posters de los líderes norKim-coreanos, que son fans. A... va, venga, me pillan la idea, ¿no?

Uno es lo que es y de eso se trata. No es una persona luminosa de 8 a 15h y un hijo de puta desalmado de 16 a 21h. No es menos asesino por matar a su mujer y saludar a sus vecinos en el rellano, ni más si no les saludó nunca. Uno es. Y ser político lo somos desde la primera hora del día. Elegimos una cosa y ¡ZAS! hemos hecho política. No suenan canciones pegadizas de mítin ni nos rodean periodistas para preguntarnos. Es así. No somos tampoco políticos por ir a doblar un papel con un listado (ni siquiera un nombre...) tachado cada cuatro años. Lo somos cada segundo. En las tertulias del bar, en los comentarios de la casa de comidas, en las cenas familiares. Cuando hablamos expresamos. Aunque rebuznemos...

Yo he escuchado rebuznos y quejidos de asno similares a los mismos que llevo escuchando años. Unos que "lo tendría merecido" o "que se maten entre ellos a todos y nos dejen en paz" o los de "es una vergüenza lo que se escucha" y "nada justifica un asesinato". ¿Nada? Pues los asesinatos tienen justificación, qué quieren que les diga. Respetable o no, pero la tiene. Otra cosa es que la ley que impere en ese momento diga algo al respecto. No sé, con Hammurabi esto no era así, ni tampoco con las XII Tablas, ni con el Código Napoleónico. Pero todo asesinato es una justificación para el que lo comete. Muchas veces es simple. "No soporto que ese exista". De decirlo a hacerlo median muchos pasos, pero que levante la mano quien nunca haya pensado en cumplir su sueño como aquel relato de Ballard, "Ahora: Cero". Hipócrita de la tercera fila, levanta la mano tú también...

No me regocijo en la muerte de alguien que apenas conocía, ni que era para mí representante de nada. Ser político es lo que tiene, esto es, ser humano en medio de cualquier civilización es lo que tiene. Puedes morir. La manera es lo que diferencia sutilmente el asunto. No es igual desnucarse contra una piedra afilada del monte que hacerlo a manos de alguien. La primera pueden llamarlo torpeza, la segunda, asesinato. Y el motivo del mismo es lo que interesa. Pero a la ley. Si la persona que se desnucó accidentalmente era una ladrona, grosera, arrabalera, odiosa persona, su muerte no cambia nada de eso. Si era buena persona, tampoco, aunque seguro que alguno ensuciará su nombre. 

No, la muerte no imprime sello de buena conducta a la vida perdida. Es eso, muerte. Pero con una sociedad que no comprende la muerte, ¿qué puede esperarse? Vergüenza ajena, que yo no siento desde hace muchos, muchos años...

Si hoy un Graco hablara con su madre, le diría antes de irse y acabar apuñalado sobre el Tíber algo así como "Mamá, no abras la puerta a estos medios, y a estos otros, diles que fuí un chico estupendo que siempre merendaba su leche con galletas". Aunque seguro que la madre ya estaría echando el ojo a algún programa de Tele5...

Un saludo,

lunes, 31 de marzo de 2014

1978 y nuestra actualidad

España ha tenido constituciones para parar un carro. La última es la de 1978, la que consagró una II Restauración casi 100 años después, introduciendo entre los actores a los nacionalistas "periféricos" como se les dió a llamar. En lugar de Liberales y Conservadores (izquierdas y derechas, vendríamos a decir... qué cosas... cuando ser liberal era... ser liberal. Y no un postfranquista rancio...) ahora tenemos PSOE y PP.

El llamado "Régimen de 1978" parte de un supuesto muy curioso que quiero analizar, someramente. Franco muere en 1975. Muchos ya prevén este suceso (nadie mató al Dictador, ¿para qué? Benefició a tantos...) y se preparan para el nuevo escenario. No es fácil. La CEE está recelosa. Existe la URSS y los EEUU quieren un país que sea proclive a ellos, no posiblemente contrario (recordando experiencias de la Guerra Civil) por lo que desean una España en la OTAN. Pero las ficciones pueden, y si no se firmó nada "limpio" con Franco, porque no podías admitir que estabas apoyando un régimen fascista (bueno, va, autoritario según los diccionarios esos...) interesaba una ficción "democrática". Las piezas ya están en el tablero. Un Rey que no va a serlo, un heredero que lo será si calla bien, un falangista simpático demócrata de toda la vida... y entonces, con el trasfondo de más de 600 asesinatos (muchos desde la ultraderecha, que no es ultra, es franquista, esto es, fascista a la española, como las aceitunas) se le dice a todo el mundo la gran mentira:

"Si ustedes no apoyan este proyecto de Constitución, que trae mogollón de derechos y libertades, que consagra la llamada MONARQUÍA PARLAMENTARIA, que dice que todos somos muy majos siempre que tengamos un Rey al que blindaremos en el Título II como si no hubiera mañana, los malos, los fachas, los militares, los curas, los guardias civiles, todo perro pichichi, va a lanzarse a matar a los contrarios por rojos, republicanos, izquierdistas de mala fe, satánicos y de la URSS, que es como de Carabanchel pero en suave. Vamos, que o apoyáis el lote completo o hay guerra. ¿Negociar? El pueblo es el enemigo y con ellos no negociamos, que a lo mejor se creen con poder..."

En resumidas cuentas, si no se apoyaba la CE de 1978, eras un rompepatrias, guerracivilista, terrorista, infame contrario a la reconciliación ("oiga, gracias por pegarle tres tiros en la nuca a mi padre, madre y hermano, aunque no sé en qué cuneta está, gracias, me reconciliaré con usted, que como ganó y me puteó 40 años, no me queda otra que tragar y joderme... aunque usted viviera 40 años como Dios") y todo eso. Y muchos, por miedo a los tanques, por miedo al retorno de líneas duras, proclamadas por los tontos útiles (Falangistas, Jonistas, Franquistas de toda la vida...) votaron que sí, que claro, que esa CE molaba mazo, que España estaba en la senda buena, que éramos todo lo occidentales que nos pidieran ser (OTAN, CEE, capitalistas de pro) aunque hubiera que desmantelar fábricas, astilleros, deslocalizar actividades, arrancar olivos y plantar tonterías (y qué bien arraigan en nuestro suelo) y entonces...

Es curioso. El 31 de marzo ha hablado Rouco, nombre que emparenta demasiado con cierto actor italiano, y que se parece al tiempo a cierto locutor y tal de la movida. Y lo que dice es lo mismo de entonces. "Cuidadito que como la cosa se vaya de madre hay otra Guerra Civil". Así de claro y tocho. Las derechas se ven imparables, aquí y fuera. El extremismo hace que se vean más moderadas de lo que realmente son. Y justo aquellas que menos querían la CE de 1978 ahora la defienden a ultranza. Será cierto ese pequeño axioma de la Historia que me inventé leyendo a Asimov; los progresistas asaltan la fortaleza de X, la toman, remozan y reparten el botín un poco entre los asaltantes y el pueblo que miraba. Luego, con el tiempo, se instalan en ella y no quieren salir, dan algún regalo pero la gente se mosquea y permite que vuelvan los conservadores que fueron desalojados, que llegan y, con el conocimiento de siglos, restituyen las almenas y los portones, cierran a cal y canto las habitaciones comunales y se dedican a sangrar al plebeyo de nuevo. Pero dejan algunas de las reformas sin tocar, porque a la gente les gusta, incluso el simbolismo es práctico...

La CE de 1978 está, para mí, en estado más terminal que Franco en 1975. Que muchos no hayamos votado entonces significa que podemos pedir la revisión. Que muchos que la votaron entonces se sientan estafados y engañados y vean que les metieron el miedo en el cuerpo, como ahora también, significa que podemos pedir su revisión. Y que quienes bloquean su revisión son los partidos dinásticos (PP y PSOE) y quienes piden su cambio son demagogos populistas (IU y UPyD) logra que piense lo mismo, siempre. Que Lampedusa es un puto genio. Y que no habrá cambio real. Que cuando la carcoma, como pasa siempre, rompa los cimientos, el edificio entero se caerá, y en España eso significa navajazos entre ruinas, pero con orgullo, eh... que somos eso, ejjjpañoles. Tontos de boina calada, pero ejjjpañoles.

Y ahora, en un alarde demográfico, piensa, astuto lector... ¿cuántos conoces que votaron en 1978 a favor de la CE? ¿Cuántos conoces en contra? Haz números y piensa si estás representado... a fin de cuentas, Jefferson, un tipo menos conocido que Suárez aquí ("Dinastía o algo así, no?" dicen con desparpajo unos jóvenes y jóvenas sumamente preparados... para MYHYV) dijo aquello de "Cada generación tiene derecho a cambiar toda la legislación de la anterior y vivir acorde a sus normas y principios".

Aquí vivimos como en tiempos de Roma, chicos. Como siempre desde la sedentarización; oligarquías, siervos, peatones de la Historia y lameculos de todo tipo y calaña similar. Lo que he dicho, España. Ejjpaña. Españistán. La Marca Hispánica.

Un saludo,

jueves, 27 de marzo de 2014

Y no aguanto más

Llevo alejado del blog casi tres meses, por eso de la paternidad, el libro y las mil y una tareas que impiden escribir de manera constante. Debo de hecho otros escritos, en otros blog, para un evento de recreación... cosas variadas. Pero hoy he llegado al límite.

La policía quejándose de que les acosan, les atacan y les machacan. La Guardia Civil, del acoso y el maltrato que reciben en las rejas de Melilla y Ceuta. Los políticos del PP (no citaré nombres y apellidos, buscad en hemeroteca y encontraréis) pidiendo públicamente que se recorten más libertades y derechos bajo la melodía del recorte económico por la enorme deuda que hay (generada por gentuza ajena a los ciudadanos, al peatón de la historia como tú y como yo) y muchos ciudadanos agilipollados, imbéciles, atontados, estupidizados bajo la doctrina "Shock" alimentada por tecnología relativamente asequible y entretenimiento más que discutible, al ritmo de "consume o no eres, y si no consumes algo, eres idiota". 

De la policía y la Guardia Civil, concretamente los antidisturbios en el primer caso y los destinados a puntos calientes en el segundo, solamente puedo decir; haber elegido muerte. Os metísteis en algo que conocéis, cobráis por ello, y si hay asnos comandando leones, repartir la ira y frustración contra ellos. Ah, no, que son los amos, los que pagan por tu porra y tu casco. Y pagan bien. Un asalariado normal está por los 1000 euros. Un antidisturbio puede llegar a los 2000-3000 según complementos y demás. Otro ejemplo de mamar cerca del estado; un simple ujier (de esos que ponen el agua en las intervenciones de nuestros amados representantes no ligados por mandato imperativo a los representados) gana 2000 al mes, sin contar complementos. Esto es, cuanto más cerca tengas la lengua del culo de quien manda, más llena tendrás la cartera y más pasta de dientes podrás comprar. Por aquello de comer mierda.

Que puedan considerarse mal pagados, sea. Que puedan pensar que tienen pocos o ineficaces medios, sea. Que crean que su trabajo conlleva excesivo riesgo, respondo; haber elegido muerte. Nadie obliga a ser policía a nadie. Es una oposición. Pondré un ejemplo. Un primo mío asturiano en los 70 decidió hacerse policía nacional, un gris de aquella, un madero. Lo prefirió a la mina. Así de claro. Y le mandaron a hacer labores de antidisturbio en Madrid, en aquella época. Viajaba en el metro con todo el equipo y algún compañero, en el mismo vagón que los manifestantes. Berlanguiano. No se quejó, ni de que le mandaran a Barcelona cuando las Olimpiadas o un tiempo al País Vasco cuando ser de ETA molaba. Sabía que estaba en el sueldo, por mucho o poco que fuera. Pensaba que era otro trabajo, no se quejaba tanto de los manifestantes y siempre recordaba que los despedidos de los astilleros sí que eran brutos, porque tiraban trozos de hierro rellenos de tuerca y dinamita, o los de las minas, que eran parecidos o más. Y cuando herían o morían policías, oye. Estaba en el sueldo.

Con esto, cuando escucho decir que "queremos que nos respeten" digo, vale, bien, pero es lo que elegisteis. Elegisteis defender un sistema, una legislación, un grupo de personas que dirigen la nación. ¿No os da que pensar que haya muchos, muchísimos, que os consideren como los perros de presa de éstos, como sus mascotas armadas, sus mamporreros? Porque, siendo cabrón, podría decir; vuestro sueldo sale de mis impuestos, los mismos que esos a quienes defendéis (que no las leyes, aunque sí sus leyes) toman y se reparten como botín y del que os dan migajas.

De los Guardias Civiles, añado el agravante que cobran menos. Sí, vale. Y que están militarizados y se han modernizado. Alguno conozco y son gente muy cabal. Pena que se encuentren ya más allá del bien y del mal, los pobres.

Y sobre los políticos del PP... ¡cuánto podría hablar! Babeo. No contaré aquí mi sueño húmedo, porque me acusarían de apologeta del terrorismo, el asesinato en masa y en zanjas, de violento. Y metería a otros de otras siglas, que conste, pero es que los del PP ganan por goleada, por su desfachatez, su caradura, su cinismo, su pasotismo a la hora de elaborar siquiera una excusa, aunque para qué, si se sienten más que legitimados y ya prescinden de dar explicación alguna, al menos una coherente. No... mi silencio sería más elocuente. Pero qué hasta los mismísimos cojones estoy. Sin contar a los partidos oportunistas, captavotos minoritarios (por la extrema derecha hasta la tibia y dogmática izquierda) o los que no son sino dinásticos (PSOE, diré las siglas) o perdidos en 1936 (IU). Podría ampliar la lista y meter más siglas, desde CEOE hasta UGT, pasando por CEIM o CCOO, pero entonces tendríamos abono para cultivar lechugas durante treinta años, saltándonos todas las cuotas comunitarias para dicha hortaliza. Y ya que menciono la UE... también esa sigla serviría. Aunque en otros países del entorno civilizado allende los Pirineos hace tiempo que tienen un poco más de regla, supervisión y tal, a pesar de los mismos freaks políticos que les brotan de cuando en cuando.

Pero sin duda, sin atisbo de duda, sin mácula alguna en lo que diré, los peores sois vosotros. Bueno, y yo. Todos nosotros. Adocenados, abúlicos, imbéciles, estúpidos, borregos, cobardes, insensatos, suicidas, tontos de baba, gilipollas integrales que no derivan más que a absolutos gilipollas de tomo y lomo. Somos idiotas. No hay otro diagnóstico que explique esto. Idiotas. Cuatro descerebrados pegan pedradas y dejamos que eso mande. "Son los medios, Sancho, no podemos con ellos, ahí hemos topado, la ficción de la prensa y tal, el cuarto poder que es el primero en digital e impreso". Cuatro idiotas revientan con discursos facilones cualquier  posible construcción argumental y les aplaudimos. Cuatro estúpidos afirman dos o tres consignas y el resto las corea como en un concierto. Se mezclan ideas y todos, babeantes, subimos y bajamos la cabeza diciendo "jo, éste sabe, postmoderno y tal, pero sabe".

No aguanto más. Mi sueño es destructivo. Pido un gobierno terrorista de verdad, como Robespierre afirmaba. Quiero hombres crueles, necesarios, puros, extremistas, que hagan una matanza y después de ellos vengan los depurados, los asustados, los prudentes. Quiero sangre y llamas, quiero violencia, quiero muerte y destrucción, quiero... ah, pero a mí que no me toquen, coño. Quiero que todo eso pase pero a cien metros de mí, lejos, muy lejos, pero aquí mismo. No sé si me explico. 

Y si lo hago, por eso no aguanto más, porque si defiendo la violencia ésta me come, pero si no la defiendo, otra violencia me carcome. Y el horror cósmico que todo esto me produce ni Lovecraft lo podría narrar. Es de náusea. 

Pero ya me desahogué... y ahora, de nuevo, como un miembro del club de la lucha, como un juligan que sale de la pelea por su equipo tras un partido, sonrío, cierro, me pongo traje y a seguir en la rueda del hámster.

Una idea que me mola; que una manifa se llene de manifestantes vestidos con traje. Qué imagen, los de la UIP dando palos a gente que parece salida de la Troika y los parlamentos o consejos de dirección de las diversas mafias... otro sueño húmedo... o su confusión y cortocircuito... mmm... aaaah... mmm...

Un saludo,