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viernes, 11 de enero de 2013

Interludio. Artículo 578 del CP.

"El enaltecimiento o la justificación por cualquier medio de expresión pública o difusión de los delitos comprendidos en los artículos 571 a 577 de este Código o de quienes hayan participado en su ejecución, o la realización de actos que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de los delitos terroristas o de sus familiares se castigará con la pena de prisión de uno a dos años. El Juez también podrá acordar en la sentencia, durante el período de tiempo que el mismo señale, alguna o algunas de las prohibiciones previstas en el artículo 57 de este Código."

¿Y esto, a qué viene? Bueno, se celebran 2 años (más o menos) desde el anuncio de ETA de que dejaba las armas, y que no tenemos asesinatos de esos mafiosos desde hace más tiempo. También que muchas personas no tienen que mirar bajo sus coches o a los lados y a la espalda cuando salen a la calle. Y que los empresarios no sufren extorsiones y no hay algaradas callejeras ni tampoco declaraciones esperpénticas. Pero... un momento... lo último no es cierto. Algaradas y declaraciones esperpénticas no faltan, de hecho, vamos sobrados.

Leyendo a ciertos autores, uno descubre que la URSS era un contrapeso para el capitalismo voraz y salvaje que hoy campa por el mundo sin coto ni limitación. De hecho, la URSS hizo por la socialdemocracia más de lo que ésta quiere reconocer. El hecho de que la URSS tuviera armas nucleares, un ejército fuerte, entrenado y dispuesto, y la férrea dictadura que controlaba todo el modelo, hacía que muchos países, para evitar caer en la tensión entre la URSS y los EEUU, hicieran una especie de "tercera vía" (no la de Blair, que era un callejón sin salida...) en la que los socialistas lograban modelos de Estado de bienestar mejores que el de la URSS con el bien material del modelo capitalista de mercado (controlado y dirigido, eso sí). Los años 50 a 80 se demostró que podían existir sociedades de consumo con bienestar social. Hasta que la URSS desapareció. 

Al caer, al derrumbarse, no solamente cayó una dictadura atroz, criminal y todos esos epítetos que ahora carga su historia. Cayó una barrera, un muro. Un espectro de miedo en la nuca de los gobernantes de países que debían contentar a sus poblaciones para así mitigar las simpatías por la URSS. Vivir con esa sombra en la espalda hizo que muchos políticos se contuvieran en sus deseos rapaces de desmantelar el Estado y venderlo en porciones a cualquiera, siempre, además, con el dinero público como garantía de dicho negocio (todo lo contrario de un libre mercado... pues eso es un mercado dirigido a beneficiar a unos pocos con los ingresos y bienes de una gran mayoría...) pero la caída de la URSS terminó con ese miedo. Tímidamente, algunos radicales (Reagan, Thatcher) fueron abriendo la senda en los 80 que luego, en los 90, transitarían ya sin pánico (algo de titubeo al inicio, cierto reparo, prudencia) hasta llegar en la nueva década al actual estado de las cosas. Sin coto, sin limitación, sin miedo...

Las algaradas, revueltas, manifestaciones, huelgas, expresiones populares de ira y frustración por lo que los gobernantes hacen provocan resultados inquietantes. Los primeros, las declaraciones esperpénticas que muestran cuan alejados de la realidad viven los gestores de lo público, aun cuando se sientan legitimados por sistemas políticos que, hoy, están demostrando su verdadera faz. Sin miedo, sin reparo, descaradamente, hacen y desahacen con el agravante de haber logrado reducir, por el miedo, a la ciudadanía que dicen representar.

"In the past our politicians offered us dreams of a better world. Now they promise to protect us from nightmares."

Pesadillas que ellos fomentan. No habrá pensiones. No habrá Sanidad. La educación se hundirá. No habrá empleo. No habrá seguridad. No tendremos nada. Y lo hacen, lo pueden hacer, porque, como pasó en EEUU, no tienen miedo de mirar por encima de sus hombros y de lado. No hay una URSS a la que temer. No hay un recelo, un temor. La ciudadanía, en sí misma, no inspira nada de miedo. Es un ente amorfo, manejable, manipulable, dirigible. Que protesten un poco, asi se desahogan. Que griten, así quedarán afónicos. Que corran luego frente a la policía, que no se acerquen a los centros de poder, que rindan tributo a quienes mandan, por medio de los bancos, sus lacayos gestores del dinero. El ciudadano ya no tiene derechos, no es ya el hombre que surgió sobre la sangre del Terror en Francia. Es, simplemente, un pagador del bienestar... de otros.

Desde hace días, escucho frases, palabras y argumentos que me aterrorizan, también. Me sorprendo cabeceando, aturdido, ante gentes y personas de diversos ámbitos, deseando... expresando ideas... visualizando cosas... que, si las describiera aquí, merecerían la aplicación de este artículo del Código Penal. 

Su Código. Sus reglas. Nuestro miedo. Su victoria.

Un saludo,