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martes, 17 de mayo de 2011

El Manifiesto

Hay un montón de gente que de pronto une sus voces de protesta en la calle contra el sistema político, y de la plataforma convocante, aparece un manifiesto:

http://democraciarealya.es/?page_id=88

Leyéndolo, uno quiere creer que saben dónde van, que tienen claras las ideas, que van a aglutinar al pueblo (¡pueblo! el demos es daimon, ...) y que lograrán un cambio donde todos estemos de acuerdo. Pero entonces choca la realidad con la velocidad de un tren de mercancías y todo se acaba.

No es que la poli les aporree por pensar y usar los derechos que se supone tienen; no es que salga un cura y diga que le parece bien si vuelven a misa los chavales; no es que un par de partidos de izquierda cuelguen y descuelguen su manifiesto rápidamente tratando de arrimar agua a su molino; no es ni siquiera que sean bienintencionados y al tiempo incapaces. Es que las cosas no van así, y la Historia (la que va con mayúsculas) lo ha enseñado.

Los derechos no se ganan con una negociación donde las partes sonríen, si no con negociaciones donde las partes sonríen y apuntan con sus armas a la otra parte, esperando que eso les disuada. Somos primigeniamente violentos con un barniz fino de buena educación. Los reyes en Francia no se fueron por respetar la voluntad de los Estados Generales; los burgueses en el siglo XIX no lograron su acceso a la política contra la nobleza bajando el precio del pan; los Zares no se fueron de Rusia para dejar que los Kerenski y los Soviets se repartieran el poder. Al final, el poder, es violencia. Y si no, pregúnten a los -ismos idealistas del siglo XX; fascismo y nazismo, militarismo y autoritarismo.

Sinceramente, no sé cuán mal están las cosas en la calle. Dicen que hay 5 millones de parados, pero hablan de descubrir unos 4 millones de empleos en negro. Dicen que nuestra economía está fatal, pero salen 100.000 personas a celebrar el ascenso de un equipo de fúrgol, a beber, a comer, a los cines y teatros. Dicen que los políticos dan asco, pero luego siempre salen elegidos los mismos. Vale, en esto último tienen la culpa ellos mismos, por hacer un candado electoral de nuevo caciquismo que funciona. En esto estoy con el Manifiesto.

Pero las manifestaciones no son más que un paso. Y el siguiente, si de verdad quieren cambiar el sistema, es el de subvertir el mismo. Es atacar las raices de los problemas. Es poner a las fuerzas ejecutoras de la violencia estatal (los llamados "cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado") de su parte. Y ya se sabe, si ganas buen dinero, no cambias de amo...

Por eso espero a que venga la revolución. Con escepticismo, con cinismo en muchos casos, con comentarios irónicos. Quizá el sabotaje y el terrorismo serían las vías, pero nos han vacunado bien contra eso (ETA, AlQueda) para eliminar a los indecisos, a la burguesía que ejerce de buen colchón. Sobre él, las oligarquías, bajo él, las pelusas.

Así pues, indicad en un Manifiesto que habrá purgas, que se asaltarán los palacios del poder (sean los que sean) que se buscará la complicidad de la poli y el ejército, que se buscará un sistema nacido del fuego, con entrañas de lava y fuerza volcánica, y a lo mejor me lo creo. De momento, no. Y así pues, seré un contrarrevolucionario más al que odiar. O un idealista menos al que marginar.

Un saludo,