Un día descubres que puedes copiar esos discos que escuchas y tienen precio prohibitivo en una cinta de casete. Luego, en un CD, pasando el archivo MP3. Después, descargarlos directamente sin ir a ninguna tienda o biblioteca. Con las pelis, igual. De copiar en VHS de la tele, controlando uno mismo los cortes de anuncios, a un DVD que tiene más calidad, e incluso un día el Blu-Ray. De música adquieres tantas pilas y pilas de DVD’s rellenos de MP3 que sabes a ciencia cierta que no los escucharás ni en diez vidas. Y de películas, algo similar. Pero aparecen dos nuevas formas de copia… cómics para la tableta y libros para el eBook. Y ahí el maremoto es brutal. Miles de libros y tebeos, todo a un click de distancia.
Un CD de música, cuando yo
compraba sin miedo, podía costar 12 euros como poco. Un DVD de películas, entre
18-24 euros. Y un eBook, a día de hoy, no menos de 8-10 euros. Un CD virgen
cuesta apenas 15 céntimos, un DVD, 25-30, y un eBook que permita lectura de
libros tratados en Calibre, una inversión de unos 80 euros. En formato disco de
vinilo la copia es casi imposible; en Blu-Ray ha durado semanas la novedad; y
del formato papel, con una buena cámara digital puedes hacerte con el libro.
¿A qué esta entrada? Yo he
escrito un libro. Lleva 1 mes en venta en digital, en Amazon. La tirada en papel
es casi anecdótica (100 ejemplares) y pensada para presentaciones y amigos y
demás. La de Amazon es la que me interesa. Un libro de una 500 páginas, 2 años
de escritura con mucha documentación extraída de la Biblioteca Nacional,
el Museo de la Guerra
de Toledo y del Museo de la Gran Guerra
de Meaux, París, aparte de visitas a Soissons y el frente de trincheras que se
formó allí. Un libro al que he dedicado muchas horas, algunas robándoselas a mi
familia (mi hijo pequeño y mi mujer) y otras muchas más al sueño y al ocio. El
precio de venta, 1,99 euros. De ese precio, Amazon lo eleva a 2,05 por los
impuestos. Yo me llevo exactamente por libro vendido 0,70 euros. Y llevo
vendidos unos 25 eBooks. Ni uno más.
De pronto, al mes, como digo,
hago una búsqueda en Google (ese ego que todo escritor tiene…) y descubro que
salen como 20 o 30 webs de enlaces con mi libro. Copiado tal cual de Amazon,
portada y sinopsis, mi nombre como autor y… un enlace para pinchar y obtenerlo
gratis.
Cara de jugador de mus cuando
tiene tres pitos y un cuatro, eres postre y le lanzan un órdago a chica estando
a falta de dos o tres para salirse. ¿Comprenden? Con miedo. ¿Pero no había
puesto un precio competitivo? Repito, 1,99 euros. 2,05 con impuestos.
La alarma salta con una web, Club
Skyline. Veo que ofrecen en su perfil de FB mi novela. Me enfado. Comento en un
post lo que opino. Me responden. Respondo. Mando un privado y llegamos a un
acuerdo, haciéndome publicidad al enlace de Amazon desde dicha página de manera
gratuita. Me siento un pedagogo y un reformista, pero de buenas maneras.
Porque a ver… yo haré ofertas en
Amazon poniendo el libro gratuitamente en un momento dado, pero yo quiero
elegir los tiempos. Yo quiero poner el libro a un precio competitivo durante un
tiempo limitado, pero seleccionando el precio y el plazo. Y quiero que se lea,
por supuesto…
No estoy enfadado. Quizá
estupefacto. Siempre he defendido que si las cosas tienen un precio razonable,
se venden. Un ebook por más de 5 o 6 euros me parece un exceso. Un ebook por 4
euros entra en lo razonable. Los márgenes lo son. En un libro de papel, hay que
tener en cuenta que para el autor es incluso peor; se lleva un 10-15% del
precio. Si llega a tan generoso reparto. Y es una industria, la del libro de
papel, que se resiste a modificar su comportamiento y formas (como la de música
o cine…) y por tanto reduce mucho los márgenes para el autor. Porque es el
autor al final quien debe recibir, pero no limosnas, sino el beneficio de su
trabajo.
¿Piratas? Todos. Desde siempre.
En cuanto se puede, lo gratuito es mejor que lo pagado. Aunque esté hecho una
mierda. Pero esto requiere pedagogía, enseñanza y comprensión. Y cambios. Yo
acabo de empezar en esto de la auto-publicación (para más adelante espero sacar
unos relatos y puede que otra novela…) y veo que una Editorial ayuda en muchas
cosas (corrección, impresión, distribución, publicidad) pero lo hace a cambio
de un amplio porcentaje de beneficios del libro. Claro que, como toda
industria, requiere intermediarios. Y sin embargo, si las tres últimas fases se
acortan por medio de Internet (la corrección no, por todos los diablos, aunque
yo haya usado para ello a varios buenos amigos que dejarán de serlo si sigo
abusando de ellos) y el precio por tanto se rebaja en consecuencia… ¿por qué
seguimos pensando que es mejor algo gratis sí o sí?
Dicen que ser pirateado da
prestigio. Bueno, vale, estoy en el Emule y en decenas de páginas. Oh, ah, qué
honor. Me perderé en otra pila de eBooks que nadie leerá pero almacenará como
urraca en un DVD o un disco duro de gran capacidad. Junto a decenas de películas,
series y canciones “por si acaso”. Y ojo, dentro de la trampa del libro, está
que existen bibliotecas públicas que lo ofrecen sin problemas, junto a películas
y discos musicales. Las bibliotecas son corsarios con patente. El resto,
piratas sin más… respecto a la creación, no voy a dejar de escribir por ser
pirateado, pero porque como muchos escritores, en realidad no vivo de la
escritura. Pero si lo hiciera, mi enfado sería monumental por la falta de
pedagogía, de educación y de civismo, por un lado (lector-comprador), y por el
exceso de codicia, por la cortedad de miras y por el avaricioso comportamiento
del otro lado (industria).
Y como es verano… hala, a
disfrutar de la playa. Yo estoy en pleno armisticio. En septiembre regresaré
con más…
Un saludo,