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domingo, 20 de junio de 2010

Cinismo

Define la RAE el cinismo como "Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables" y también como "Impudencia, obscenidad descarada". Pero claro, yo pienso en el significado original, esos perros de Antístenes y Diógenes... pobres, si ellos escucharan ahora en qué han convertido sus doctrinas o enseñanzas...

Viviendo en el mundo real, hay muchos cínicos del tipo actual. La gran mayoría de la clase política, por ejemplo. Los banqueros y grandes empresarios. Las iglesias y sectas religiosas. Los monárquicos. Y todo se contagia. El pequeño alcalde, el concejal, el presidente de escalera, el que dirige una Asociación cultural, el líder de un grupo de dos amigos... los prestamistas rompepiernas, los timadores de casa de empeños... el iluminado de procesión y sacristía, el flipado de ideas orientalistas o teosóficas viejísimas... los juancarlistas, las que cantan "¡guapo guapa!" cuando sale algún tipo de esos de las casas reales... al más alto nivel, al más bajo nivel, según su capacidad de influencia, todos, al final, son cínicos. En esos grupos, claro.

Porque yo no los llamaría cínicos. Simplemente, mentirosos. Punto. Un cínico de verdad, un seguidor de los perros, no estaría a gusto con dicho epíteto manejado con esas connotaciones. Es como el "liberalismo" actualmente. Según quienes hayan tomado un término, se ha ido pervirtiendo con el tiempo, y el cinismo ha pasado de ser una sana serie de pensamientos filosóficos, libres por añadidura, a ser un insulto que denota inteligencia, pero también maldad.

Qué pena. Yo también echo en falta hombres, de todo tipo, en género universal. Echo en falta verdades como puñetazos en la cara, como aquellas que desgranaban algunas veces esos perros. Lamento el mundo actual, que no es más corrupto, más deshonesto o menos virtuoso que otros tiempos, pero sí donde más conocemos de esas maldades. Porque seamos serios, siempre habrá buenos y malos, sí, aunque no queramos verlos. Siempre hay un grupo de gentuza, de aprovechados, de miserables que quieren ostentar privilegios de todo tipo, sustentados por siervos estúpidos, mientras otros muchos no desean que el privilegio sea de unos pocos, si no de todos, y si es imposible eso, que no exista tal privilegio. Lo peor, la pena, es que una vez que el hombre conoce lo que le satisface, no desea perderlo con facilidad, y usará de todas las artimañas posibles para mantenerlo. Qué pena...

Hoy por cierto eché en falta a los anarquistas del siglo XIX y principios del XX. Eran tipos serios. Demasiado quizá, como decía Rasputín a Corto. Pero seguramente algunos habrían encontrado ocasión sublime en Suecia para hacer lo que mejor saben. Y también hace poco en Sitges. Y en otros lugares, como el FMI. O incluso el Congreso. Y muchos otros sitios... no sé, en nuestro mundo actual, serían cínicos, pero de los de ahora. Quizá como etarras.

Cinco comidas y un revolcón... vaya, eso sí es verdad...

Un saludo,