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jueves, 14 de abril de 2011

14 de abril, 80 años más tarde...

Hoy es el día, ya sabéis; himno de Riego, bandera tricolor, recuerdos nostálgicos de aquella primavera radiante... y como siempre, unos saltan enseguida a hablar de lo grande y paradisíaca que fue la II República española, mientras otros dicen que aquí poco menos que comenzó la guerra civil española (aun no lo han hecho, pero pronto...) pero en general, al común de los españoles, que son casi todos, eso de la II República ni les cayó en temario ni les importa un carajo. ¿Qué es una República? incluso preguntan algunos...

La cosa es que todos los años yo recibo este día, desde que tengo conciencia política o algo así (más o menos ya va un cuarto de siglo) como un día festivo, alegre, luminoso. Es porque cae en primavera, hay sol, hay luz, calorcito, verde, colores, plantas, agua, no mucho calor y las niñas llevan más corta la falda. Vamos, que predispone a la alegría. Y me sonrío bobaliconamente pensando en lo guay del Paraguay que sería tener una República, la III o la IV, me da igual. Imagino que el día 22 de mayo iría a votar a unas cuantas personas en unas autonómicas según su capacidad y mérito (pienso yo) igual que voto al alcalde que me interesa. Imagino que tengo una democracia donde el señor Presidente de la República suele ser una figura distinguida (un, no sé, médico de reputado nombre, un ingeniero esforzado, un viejo rector universitario, un juez del Constitucional...) que elijo cada 4 o 5 años, que hace algunas tareas institucionales necesarias, que arbitra en la siempre delicada situación social y política, que ejerce un poder en momentos críticos, que tiene opinión clara y no mera respuesta enlatada... y que hay partidos donde se toman en serio eso de las elecciones, pues como no pueden usar listas para meter con calzador a los amigos, a los mediocres, a los inútiles, fían sus resultados a que lleven a los mejores, no a los más dogmáticos, pesebristas de partido ni sectarios rancios.

Me imagino muchas más cosas, para qué contar. Algunas son sueños hechos realidad, otras, en cambio, son pesadillas bien certeras. La religión católica no tiene el lugar que merece, porque está demasiado por encima de la sociedad y la política. El poder económico sigue sin estar regulado, y campa libre, provocando las crisis que desea para que los ciudadanos-trabajadores no exigan demasiado. Y los servicios públicos siguen siempre en el filo de la navaja, falsamente asentados en una cimentación con cargas explosivas que, de cuando en cuando, nos recuerdan que funcionan.

No es solamente una República lo que deseo (las monarquías son vetustas, irracionales, nunca modernas, aunque nos las vendan así, y tienen un gasto oculto que no suele salir a la luz pero que lastra a todos... esos negocios reales... en fin) si no el contenido que debe rellenar su estructura. Y eso se consigue con ciudadanos precupados. Igual que la religión se arrincona por indiferencia y queda aislada en sus parques temáticos (aunque sus lamentables pasos de la semana que viene vuelvan a cortar calles, desviar trasporte público y molestar a los ciudadanos que no la profesan) un sistema político se resquebraja cuando se trata con similar pasotismo. O exceso de celo.

Y aquí lo digo en alto, hubiera preferido una República española (la III o la IV, o incluso la V, oye) con Aznar como presidente que esta monarquía constitucional y confesional, de partitocracia corrupta y nula en valores reales, heredera de esa falsa transición y demasiado cierta dictadura que amilanó y asustó a los destacados, asentando el gobierno, triste, real y cierto, de los mediocres. El nuevo fascismo, señores, del que todos participan. Porque interesa tener esclavos, con ese nombre u otro...

No puedo evitarlo:

¡Viva la República!

Un saludo,