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domingo, 16 de enero de 2011

El Mundo es tu teatro

Ya, vale, Calderón hizo un auto sacramental con eso, obra que por cierto no veo últimamente en cartel. Y sí, miles lo dicen, o lo han dicho, desde que hay letras con las que plasmar la idea. "La obra ha terminado", dicen que dijo un tirano, añadiendo (como no podía ser de otro modo en un autócrata) "¡aplaudid!". Pero no es el único al que atribuyen esas palabras. El mundo como representación de nuestra voluntad, o nuestra voluntad tratando al mundo. Y el mundo fuera de nosotros. Chínchate, eres un solipsista. Lo cierto es que esta es una gran obra, y el demiurgo, el que hacía aquello de la "Deux ex machina" debe ser más bien un cojitranco barrigudo que siempre está en su hora del bocadillo. O del café.

El mundo es una actuación. De una sola representación, con duración limitada. Su vida, la mía. Luego hay reposiciones, pero suelen ser inexactas. Una biografía por aquí, un biopic por allá, una recopilación de aforismos, historias o anécdotas, todo siempre inexacto. El mundo al final solamente contempla un estreno, único, en exclusiva. Y los actores suelen ser aficionados, y el púlico, de todo menos profesional. Aunque algunos hacen de fisgón muy profesionalmente, todo sea dicho. Lo cierto, la verdad, la puta verdad que diría mi amigo Javi riéndose con malicia, es que esto es una chapuza. Colosal. Y con ese paradigma, todo se comprende mejor.

Ud. lee noticias como lo de Túnez y piensa, "buah, qué grande. La revolución. La organización de unos pocos y las masas cabreadas. ¡Viva wikileaks!". Un carajo. Los grandes movimientos, inventos, avances, logros, calamidades, tragedias y demás, salieron porque alguien fue chapucero. Cutre. Torpe. Vergonzosamente torpe. Y otros se dejaron llevar. Pura rabia. Mala hostia por miles de motivos condensada en un instante de furia o inspiración. Ya está. Fin.

El Mundo es tu teatro, amigo o enemigo lector. El Mundo, con mayúsculas (no confundas con el periódico, que como toda la puta prensa escrita no es más que un redil de torpes aduladores que rebuznan bufonadas) no es más que un tablado sin más paredes que nuestra limitación, sea esta la que sea. Porque somos limitados. En tiempo y en espacio. En capacidades. Y nos guste o no, así es. Redios que sí.

Y hay que jugar el papel, como diría el inglés. Jugar en sentido lúdico, si es posible, para evitar víctimas reales. Porque en los juegos el que pierde, pierde honrilla, unos céntimos si se los juega, un poco de orgullo. Pero no debería perder nada más. Porque este juego mayor, la vida, acaba un día. Punto.

Juega, disfruta. Un día pierdes, otro ganas. No siempre ganarás. Incluso si crees ganar, asústate, puedes estar perdiendo mucho más de lo que te juegas. Y si pierdes... en fin. Encógete de hombros, mira a otro lado y a caminar un rato.

Ah, que no se sabe el papel. Oiga, ni yo. Ni nadie. Al final, el Autor, si lo hubo, nos dejó tirados. Y ahí te las compongas. Los de la tramoya y el soplador, alias apuntador, es como tú, un perdido que juega a encontrarse. Algunos se obsesionan con el Autor, y no paran. Voto a tal, mierda. Qué pérdida de tiempo. Lo mejor es verse las otras obras, leerse algo, y mientras vivir, si se puede. Ya habrá tiempo. Como en todo diálogo, habrá frases brillantes, célebres, magníficas. Prosa y poesía. Pero en general será de relleno, morcillas y tal. En todo caso, cuando cierre el telón, ya porque ud. se canse de la obra, o porque su cuerpo no dé para más, no se mosquee. Tuvo un tiempo, lo trotó por las tablas. Disfrutó. Sufrió. Y la vida se acabó.

En fin... el Rico a lo mejor irá al infierno, magro consuelo si no se cree en eso. El Pobre al cielo, esperanza, vacua, pero ayuda. El resto... todos lo sabemos. Algo dará de aroma...

De todos modos, perdonadme por haberos invitado a mi obra. Lleva de estreno mucho tiempo. Y de momento, con permiso de la autoridad física competente, seguirá en cartel. "El alegre espectador", me dijeron. Yo la llamo... "El peatón de la Historia".

Que no me atropelle.

Un saludo,