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lunes, 22 de octubre de 2007

Sobre religión

Lo confieso; he pedido la apostasía y soy ateo. De hecho, pedí la apostasía hace muchos años. Entonces me respondieron del Arzobispado de Madrid con palabras de esas que les salen de los mofletes a los buenos curas de cara redonda y gafitas. Es decir, oquedades. Y cuando llamé, peor incluso; el "hecho histórico" de mi bautismo no podía cambiarse, y aunque se pudiera ¡para qué molestar a Monseñor! Y por supuesto, cuando traté de advertir de la denuncia, la respuesta fue casi digna de Schwarzenegger en Desafío Total: Denúnciame, gilipollas...

Siempre me preguntan que por qué deseo apostatar. Que qué daño me hace, si tanto me molesta el rastro del agua bendita que me echaron en la frente hace más de 30 años. Bueno, si no me lo hubieran lavado, tendríamos un problema... y por supuesto, el argumento del mal menor.

La cuestión práctica es clara. Deseo apostatar porque no quiero ser un número más a contar en las peticiones de subvenciones de la Iglesia Católica. No quiero constar como un apoyo a dicha organización. Y apenas comparto uno solo de los principios (Contradictorios muchas veces) que dicen mantener en nombre de un dios más.

Es difícil negar la influencia de la religión en el mundo. Desde las fiestas laborales, las bodas, bautizos y funerales a los que se va por compromiso y se realizan igual, hasta detalles insignificantes. España ha sufrido el clericalismo, el fanatismo y el sectarismo. Tanto, que han copiado estas maravillas los que supuestamente debían combatirlo. Claro que, cuando alguien te ataca con saña, o pereces o vences...

Las religiones no son necesarias. Las hacen necesarias algunos hombres que buscan asentarse como dueños de emociones, situaciones y poderes que no les pertenece. La fe, tan debatida, discutida y defendida como defenestrada, es algo que debiera quedar en la esfera más privada del ser humano. Y no hacer con ello proselitismos. Pero las religiones, todas, son agresivas; necesitan del rebaño y, por qué no, del disidente. La oposición leal, que clama Woody Allen.

Sin embargo, otros son ateos por moda. Lo son grandes hombres, para qué negarlo, y ellos no pueden ser menos. Sin embargo, es difícil ser ateo. Resulta más sencillo la neutral y cobarde elección del agnosticismo. Y se sabe quién es una cosa u otra meramente viendo qué hace en su vida.

Es difícil ser ateo. Pero también es "cool". Igual que el cristianismo; algunos como Chesterton se hicieron católicos en vez de seguir siendo anglicanos porque estaba en el ambiente, en el romanticismo, en la Inglaterra finisecular del XIX. Es difícil ser cristiano, dirán algunos. No, no lo es. Hay dogmas, normas, valores, sistemas éticos en buen número, que no en buen sentido. Lo difícil, realmente, es ser ateo y tener la grave conciencia de que, en gran medida, no estamos equivocados.

Porque al final todo es de lo mismo; la actitud ante la muerte. Dime cómo piensas en la muerte y te diré en qué crees o no. ¿Yo? Luego, nada. Simplemente. Y para no caer en el nihilismo que la religión, paradójicamente, con sus paraísos crea, diré que eso no quita que la vida se pueda vivir éticamente y bajo ciertas normas. A fin de cuentas, somos muchos en el mundo (Demasiados) y hay que convivir...

Ah, y del que crea en el ateismo como nueva religión (Igual que la Ciencia) va equivocado. Es, precisamente, un paso largo para deshacerse de ellas. De todas. Aunque eso es utópico. Un amigo mío, Andrés (No siempre voy a mencionar al mismo) asegura que el XXI será el siglo de las religiones, y después, no habrá ninguna influencia de las mismas. No sé si asegurarlo tanto, porque suena a esperanza, o que una guerra nuclear se llevará medio planeta por delante. Pero mi natural escepticismo me impide creerlo. Además, tampoco podré saber si él gana la apuesta o lo hago yo. Dudo mucho que nos encontremos en otra parte tras morir...

Un saludo,