Buscar dentro de este batiburrillo

sábado, 24 de mayo de 2008

Un viejo mensaje...

Repasando mis correos, he encontrado uno al que respondían mandado hace tiempo, y que copio, en parte, porque creo que no ha perdido valor alguno... es de la época en que para opinar existía la columna del periódico... naturalmente, está un poco corregido. Tampoco voy a desvelar viejas historias porque sí...

"Cuando me contaron que uno crecía, me dije "¡Dioses! ¿A lo alto o a lo ancho?". Ni uno ni otro. Se crece y se decrece. De hecho, tras pasar la que para muchos debe ser la etapa más feliz de su vida (adolescencia larga o juventud corta) porque se podía beber mucho, salir hasta tarde, rebelarse, disfrutar de las mujeres sin compromiso (¡¿Qué?! ¡¿Cuándo?!) y hacer todo lo que uno quería, o al menos soñarlo, se pasa a lo contrario. No bebes por temor a quedar K.O. ni tampoco sales muy tarde porque si no al día siguiente estarás K.O. en el trabajo, y tampoco puedes rebelarte, porque entonces te dejan ¡¡sí, K.O.!!. Y desde luego, disfrutar de las mujeres sin compromiso...

Ahí llega uno en la vida. Disfrutar de ellas. Y ellas disfrutan de nosotros. ¿Todos? ¿todas? No, algunos parecen tener más "suerte" con la mujer que encuentran. O más bien, con la que decide que ese hombre es el adecuado para ellas. Es más, hay algunas que no tienen más que explotar la poco conocida cualidad de muchos hombres; la sumisión. Porque el peligro de crecer, de hacerse mayor, es ese, quedarse solo. Y uno acepta la sumisión, ante su barriga, ante su fatiga, ante su poco aguante, ante muchas cosas. Pero especialmente, acepta la sumisión a todo lo que la mujer que en "suerte" le ha tocado mande. Y ahí es cuando uno se pregunta si se ha crecido o decrecido.

Es más triste pedir que robar, pero más aun ver cómo tus amigos (¿Amigos?) van traicionando no a otros amigos, si no a ellos mismos. Porque cuando uno llega a cierta edad, sigue disfrutando de algunas cosas, y otras no tanto, pero no cambia radicalmente o, dicho en romano paladín, no cede absolutamente a los deseos de otros que no sean los suyos propios. Lamentablemente, no es bueno juzgar, y dice por ahí la Biblia, el Eclesiastés quizá, que los malos amigos son aquellos que expondrán tu falta inmediatamente les hagas algo que les moleste. Como siempre, la Biblia se equivoca.

Un dicho castizo, más civil y más sabio, comenta que "Quien bien te quiere te hará llorar; y quien mal, reír". Aplicable sobre todo a la familia y allegados muy próximos, es un dicho que muestra hasta qué punto algunos confunden amistad con colegueo. Y sobre todo, cuando han llegado al punto en el que no pueden seguir confundiéndolo, cómo se queman, de todos modos.

Mujeres, amistad. Parece antitético, pero no lo es. Algunos lo han experimentado en sus carnes. Otros han visto que la vida es un tíquet de sólo ida y que por tanto, para qué sufrir. Pero claro, dentro de esa búsqueda de la perfección, de la música de las esferas, algunos, (yo, mayormente) nos preguntamos qué pasa cuando una mujer entra en la vida de un amigo. Claro, le ves menos. Tú no te lo follas ni le haces mamadas. Y además, mola eso de conocer gente nueva, con la que compartir un cine, un café, un libro o la cama. Además, suele tener mejor cara que tú (ella) y ser más agradable. Hasta ahí todo bien, normal y comprensible. Pero de pronto algunas parece que tienen el gen "antiamigos" activado. Es un extraño comportamiento que las hace detectar como rivales y por tanto, competidores en el reparto de afecto a aquellos que eran los amigos. Y son curiosas, porque hacen ver que, en efecto, para algunos el afecto tiene un límite. Y que por tanto, hay que dosificarlo, cuando no cerrarlo del todo. Las mejores, además, son aquellas que muestran efectivamente la calaña malvada con la que se había juntado su novio/futuro marido malediciendo, malmetiendo, mostrando defectos sin parangón, dejando claro que su novio iba por un camino de perdición con ellos. ¡Carajo! ¡A veces, más de 10 años con esas personas y te das cuenta ahora, entre las sábanas revueltas de una cama! si es que los hombres somos gilipollas...

Pero sigo. Otras directamente explotan eso que digo, la sumisión. Es cómodo. Te pones a las órdenes de "sí mi vida, cariño, mi mujer, mi novia, mi amor, mi corazón, luz de mi vida" y no hay que pensar más. Todo hecho. Ella decide por tí. ¿Será entonces que "Clerks II" ha influido en mi pensamiento? Naaaaah...

Y para acabar, llega el final. El distanciamiento. Los alejamientos forzados. Primero, con excusas que uno ríe. "Es que hemos quedado para foll... digo, para ver una peli en su casa...". Pero de ahí pasan a "No, es que mis padres no me dejan..." y es cuando le recuerdas que tiene casi 30 años, hipoteca y una incipiente calvicie o barriga. Y finalmente... las mejores excusas. "Es que mi novia no es como la tuya". Excusa que me encanta y que odio especialmente (Y que la odio porque no la he oído una sola vez y de una sola persona...) porque volvemos a la "suerte". La "suerte"... ¿de qué?

La suerte es algo relativo. Si encuentras alguien que no te va bien, se deja. Te deja, lo dejas o se acaba. Pero si es algo que aguantas, creas una rutina que mantienes y luego usas algunas vías de escape. Por eso de la nostalgia. "Ah, sí, la despedida de X, ¡qué ganas de ir tengo! ¡Es mi única excusa para poder salir sin que mi mujer/novia me monte una bronca!". Claro, salir con amigos es algo tan complejo que, si antes buscabas excusas en casa de tus padres para verlos, ahora las buscas en casa con tu novia/esposa para poder verlos. "¿A dónde vas con esa mochila?" "¡No llegues tarde!" "¡Pero si no salgo nunca con ellos!" "¡Y mejor que te iría si no lo hicieras!". Etcétera...

La suerte, digo, es relativo. ¿Acaso como decía alguien, que al final se las comió, nos vendemos enseguida por un plato de lentejas? Pues parece que sí. Y decides pasar de los torreznos. Te conviertes en un conformista. Te conformas con la hipoteca. Con la mujer. Con tener un coche y un curro del que, misteriosamente, con los años, sales un poco más tarde, y no porque tengas más trabajo. Te conformas con ver a tus amigos al principio una vez al mes, luego al trimestre, y después, en bodas, bautizos y... funerales. Y estadísticamente, llegan los divorcios. Que nuestra generación ya no aguanta carros y carretas, especialmente ellas. Por eso han tomado la batuta y han adelantado el pie. Llevan cuerpos de ventaja. Y el miedo, el miedo irracional a quedarse solo, a la barriga, a la calvicie, a tantas cosas, acecha, ataca, y colabora en tu sumisión. La suerte. Contra la que no has luchado, claro.

Me meto en cuestiones personales, ¿verdad? será que lo personal es aquello que solía afectar a los amigos. Porque no es lo mismo salir con un amigo de cara larga y mal humor que con uno que lo tiene claro. Y menos con uno que tenga problemas en casa y encima desarrollados fuera de ella. Es decir, las relaciones de cada cual es un "vive y deja vivir". A mí me la pela si folláis mucho, si os queréis mucho o poco, si tal o cual pascual. Pero cosas hay que sí me afectan de esas vuestras relaciones. Y como me afectan las digo. Porque para encontrarse preterido por razones sin peso, mejor abandonar lastre. Y meterse en ello es la última intentona de que tu amigo, o el que lo era, recupere el juicio, o la vista, y trate de ver tus argumentos ("Cada opinión es un mundo, un culo, un..." y así, relativizando, restanto importancia, seguimos perpetuando la mentira, el autoengaño... siquiera hacemos examen de conciencia aunque lo que nos digan esté equivocado al 100%) y pensar en ello. Pero es una última intentona, luego lo dejas. Aunque claro, el grado de amistad o buena relación que tenías con esa persona suele determinar el número de intentonas que haces... luego, lo dejas. Y como he dicho que me meto en cuestiones personales, cuento unas.

Tengo novia desde hace más de 8 o 9 años. No recuerdo, porque no tengo día de aniversario. ¡Qué despistado! Salgo con ella, pero no la veo todos los días. Porque me agobia. Y se agobia. Comparto las cosas, pero no renuncio a ellas por que sí. Cuando la conocí, no podía jugar al baloncesto, porque me rompí los ligamentos. Ahora he vuelto, pese a que ella lo ve mal. Dice que mis falanges de los dedos deben estar muy sanas para escribir a máquina. Pero entiende que juegue, aunque no que juegue tan mal. Veo baloncesto, y han pasado 8 o 9 años para que ella vea un partido conmigo en la tele, y tuvo que ser la final de aquella España mítica. Pero el resto del tiempo, ví y visité el pabellón cuando me apetecía y con quien quería. Ella me da entradas, pero no directrices. Juego al rol, a juegos de mesa y hasta al mus, cuando hay casa (ahora, tres) y en esas reuniones medio sociales, medio lúdicas, paso mucho tiempo, hasta altas horas de la madrugada. Más de una vez, ella se ha quedado sin plan o ha buscado planes alternativos, pero solamente si veía que ella necesitaba quedar conmigo o yo quería con ella, renunciaba a la partidita y risas con los amigos. He salido por ahí hasta tarde, sin ella, o con ella, con amigos o sin amigos, cuando me apetecía, donde me apetecía y casi siempre, con quien me apetecía. Y viviré con ella en breve, a pesar de ser eso un paso jodido donde todo suele irse a la mierda. La he pedido que se case conmigo varias veces, con varios noes a las propuestas. Y siempre que un amigo me ha llamado, diciendo que quería verme, si estaba en la ciudad y no tenía otros problemas mayores, le veía, dejando a Cristina sola por él. No he dejado de quererla, de salir con ella, por los amigos. Tampoco he dejado a mis amigos por ella. Aunque algunos a mí, sí.

Me gusta cultivar la amistad tanto como el amor. Y en estos años, he ido renunciando a falsas amistades. En suma, cada cual hace su vida. Pero no se puede pretender que las cosas pasen sin nada más, sin consecuencias. Yo he sufrido algunas, y por ello no he ido solamente cortando lazos, me los han cortado. Soltar lastre, dicen algunos. Pero hay lastres livianos, poco pesados, que molestan poco, y otros que en cambio pesan más y son difíciles de tirar. A este paso, seré yo el que se quede solo. O no, porque el tiempo, como los filtros, ha depurado y mostrado quiénes estaban ahí, quienes figuraban y quiénes simplemente eran fotos en un cartón. ¿Quién quiere ser el próximo?

A los que aun llamo amigos... entenderéis que me despache en este mensaje. No tenemos tiempo para decirnos cosas "serias". Y uno siempre está un poco harto de comerse para sí las cosas, de no decirlas, a pesar de cuantos desahogos haya tenido con quien he podido. Todos tenemos faltas, y algunos como yo acumulamos demasiadas. Pero no nos descalifican, tan solo nos hacen más tolerantes. Sin embargo, cuando alguien decepciona, las faltas crecen y no son ya moderadas. Es el caso de algunos de esos antiguos amigos. Algunos que tomaron un camino, algunos que pueden estar tomándolo, pero no de aquellos que, parece, abandonaron ese camino.

Si habéis leído hasta aquí, gracias por "escucharme". Creo que si habéis llegado aquí, entenderéis (O no, vete tú a saber, con lo mal que me expreso) un poco más que pienso, qué siento y qué haré a partir de ahora. Tal cual llega el otoño, caen las hojas, como esta, y luego el invierno y todo se muere. Así parece que habrá sido con algunas amistades."

Un saludo,