Buscar dentro de este batiburrillo

jueves, 25 de febrero de 2010

Las dictaduras son las últimas utopías

O al revés, no lo sé. O quizá no. La cosa es que leyendo los muchos periódicos que publican en la red, me sorprende la noticia, no por ella misma, si no por las reacciones o falta de reacciones, de la muerte del disidente (¡DISIDENTE! como gritaban los Python) en Cuba.

Cuba... aaah, paraíso del socialismo, incomprendido, una isla (nunca mejor dicho) en el turbulento océano de ultraliberalismo capitalista feroz y malvado. Paraíso, sí, del que muchos en cuanto pueden (como de otros paraísos) huyen. ¿Por qué será? Es posible que la publicidad haya logrado mezclar el consumo de Pepsi y Coca-Cola con la idea de libertad y, por ende, realización final del hombre, o que, simplemente, es que no haya ni para comer una ropa vieja.

Siempre ha habido alguien que, mezcla utopía, mezcla oportunismo, ha considerado que era la persona adecuada para hacer de un país un lugar mejor y más próspero, bien situado en el mundo. Esos "mesiah" suelen ir acompañados de un canto religioso de "la tierra prometida que vendrá", de miles de expectativas, de idealismo... ¿no es eso una utopía? en el siglo XX pasado, muchas personas por activa o por pasiva dejaron en manos de otros la gestión de sus asuntos. Creyeron que era lo mejor. Los pocos que se oponían, muerte o exilio, para que no molestaran. Pasado el tiempo y alguna guerra devastadora, todos fueron dándose cuenta de que no era tan así... que los sueños y utopías de esos últimos idealistas iban desparejos a la realidad de su país... y el distanciamiento fue lo que provocó, si no la muerte natural, su pérdida del poder. Nunca, o casi nunca, un verdadero interés igual de utópico de restaurar la libertad.

Los Castro son, para mí, supervivientes. Como los enanos coreanos del norte. Como algunos líderes de antaño. Sobreviven porque siguen machaconamente siendo utópicos, idealistas. Igual de idealista es un derechista que un izquierdista. Todos quieren un mundo mejor. Lo que califiquen de "mundo" y "mejor", es otro asunto.

Lo siento por el disidente cubano muerto. Por su familia. Por los miles de cubanos, de humanos, que palman por culpa de la utopía, sea ésta la que sea. A veces pienso que ya no merece la pena despilfarrar la sangre de nadie... bueno, la de algunos, quizá sí. Pero si yo decidiera de quiénes, ¿no sería otro utópico?

Mi admiración para el "Rebelde" de Pepe Moreno.

Un saludo,

viernes, 19 de febrero de 2010

Yo soy blasfemo

Sí, y ateo, y además me encanta injuriar a los católicos, cristianos de todo pelaje, y a los miembros de cualquier religión. Yo no soy herético ni tampoco un desviado de la fe, simplemente, no soy creyente en nada, y por ello, al carecer de esa fe, puedo blasfemar.

¿Pero realmente blasfemo? si yo no creo en nada ni tengo sentimiento religioso alguno, prescindiendo de la fe, ¿puedo realmente blasfemar? algo que no existe no puede ser injuriado, creo yo, y por ello, ¿existe blasfemia?

Desde el punto de vista del creyente, sí. Desde el punto de vista de quien no cree en nada, no. Por tanto, dos cosas pueden hacerse, y una es tratar de no entrar en conflicto con el creyente o, simplemente, ignorar sus ataques de rabia. Lo primero es prudente, cobarde incluso, en un mundo donde dibujar a un Mahoma produce fatwas, y donde hacer una exposición provocadora del helenizado Jesús genera respuestas menos violentas en lo físico pero no en lo verbal. Lo segundo, en aras de una mayor civilización, me parece lo más correcto.

Porque si un creyente invoca su "sagrado derecho a la libertad religiosa", yo también lo invocaré, añadiendo que esa libertad me permite no tener religión alguna, y, además, en contra suyo, aporto la más sagrada de las libertades, la de expresión. Me molesta profundamente que los creyentes, fanáticos de todo tipo y reaccionarios, se hayan apropiado de la palabra Libertad, cuando ellos han sido los primeros perseguidores de la misma, ahogándola siempre que se oía, cercenándola, encerrándola... hipocresía religiosa, siempre.

Por tanto, retomando, ¿realmente blasfemo? ellos pueden considerarlo así, por lo que para ellos seré, siempre, blasfemo (todo por decir algo como "Me cago en vuestro Dios"...) pero, realmente, no soy blasfemo; soy un ingenuo. Pienso que entendemos el mismo concepto de Libertad...

Un saludo,

jueves, 18 de febrero de 2010

Visiones esperpénticas

Un etarra detenido en bici, que tenía perfil en facebook, donde aparecía con una camiseta de la selección española de fútbol.

Un debate político donde nadie escucha a nadie, salvo para el "y tú más" y un "nosotros lo haremos mejor" y en el que se obvia a la única persona que ha dicho la verdad, la puta verdad. Una señora que viste mal.

Un sacerdote que afirma una sandez con tal suficiencia que hay que reír; la crisis es "espiritual" y los bancos, seguramente, den crédito si rezamos lo suficiente.

España es un esperpento. Antes, durante y después de Valle-Inclán. Si viviera, tendría aun más material que antes, porque el esperpento, la greguería y lo chabacano han tomado todo el mundo político, cultural y social. España sigue siendo un esperpento. Pero ésta vez es incluso la imagen distorsionada que ya tenía distorsionándose aun más en los espejos de internet y la virtualidad más fea, pues el callejón del Gato ya no tiene los mismos efectos...

Siempre he deseado que España fuera un país mejor. Que nuestros políticos buscaran soluciones y mejoras para la vida en sociedad. Que no hubiera expresiones violentas de ningún tipo. Que cada cual viviera la cultura, la vida, enriqueciéndose como personas individuales, sin olvidar el pacto social necesario para convivir. Que la privacidad de algunos no fuera expresión pública, ni proselitista. Que fuéramos una República. Que tuviéramos una visión de futuro. Pero es que no puede ser.

Esto es un Tercio español... ¿o debiera ser un terco?

Un saludo,

jueves, 11 de febrero de 2010

Acerca del "terror cósmico"

Lovecraft, sus inspiradores y sus seguidores. Todos ellos crearon y dieron forma, algunos con detalle, otros a pinceladas, a un mundo que es el nuestro, pero visto desde una perspectiva nueva. El terror material o "cósmico". Saber, de pronto, una verdad inasequible a la llamada cordura...

¿Por qué gusta? primero de todo, por el inigualable sabor de "años 20" que destilan muchas de las historias de Lovecraft. Parece una respuesta lúdica al "hard boiled" o historias negras que empiezan a surgir en la época. El detective no se enfrenta a un asesino o un chantajista, crudo y violento todo. Se enfrenta, normalmente como investigador culto, a un enigma peor aun; conocer nuestro lugar en el mundo...

Lugar que resulta ser increible. Ni somos los reyes de la Creación ni nuestro mundo es el único. Lo que a algunos parece magia, es una tecnología muy avanzada. Los seres humanos son, al final, fruto de un azar, un resultado nada halagüeño de experimentos que... no sigo. Terror materialista. Ateo. Llamar dioses a seres que, simplemente, son más poderosos, por sabios, pero también más crueles...

Lovecraft tuvo el acierto de sacar la religión, como tal, como lacra, de los relatos góticos, de misterio y "ghost stories". A cambio, introdujo una pesadilla mayor, la de no comprender, y, cuando se conoce, entender, de pronto, una verdad terrible, una verdad a la que es mejor haberse enfrentado ciego y sin entendederas... una de las claves es que, ser inteligente, suele ser una maldición, no algo positivo. Pero ahí radica la tragedia...

Doy gracias a mi hermano por haber tenido en casa, desde muy pequeño, esos libros que tradujo Llopis en Alianza. Junto con las fantasías de Ursula K. Leguin o Tolkien, modelaron mi mentalidad para saber que hay literatura que es, primero de todo, un entretenimiento, pero también, luego, algo más...

Gracias, señor H. P. Lovecraft. Sus indigestiones con helado por la noche han hecho que pudiera estremecerme tanto como gracias a los problemas alcohólicos de Poe...

Un saludo,

miércoles, 10 de febrero de 2010

Lamentable confusión

Decía Fede, el alemán, aquello de que era imposible desprendernos de nuestra subjetividad a la hora de entender el mundo y que, por tanto, no hay objetividad. Qué cierto. Qué verdad. Objetiva.

Solemos dar por seguras muchas veces muchas cosas a lo largo de nuestra vida. Prejuicios y mitos que guían, si no marcan, nuestros actos y pensamientos. Nos conducimos, nunca mejor dicho, por enrevesados, a veces, caminos sin retorno o sin salida. Y creemos ir por la vereda correcta.

Lo lamentable de todo es que vivimos en un estado continuado de estupor, de confusión, de falsa seguridad, de risible creencia en lo inmutable y afianzado. Es difícil comunicarse con quien no entiende en las palabras los mismos significados del emisor. Y es que los significados son volubles, cambiantes. Quedan los sentimientos, tan borrosos como atenazados. No hay, entonces, forma de comunicarse fielmente con los demás.

¿O sí? quizá porque sellamos el pacto de sobreentender, de dar por seguras, algunas cuestiones, para no temer equivocarnos, mediante el error entonces podemos rellenar los huecos de esa imperfecta comunicación. Pero entonces...

En suma, creemos, pero no sabemos. Reflexionamos, pero no entendemos. Somos, pero apenas lo comprendemos. Quizá ni yo mismo pueda expresarme con claridad, por escéptico que sea, y al final, como siempre, recurra a la herramienta más especial de todas; la risa.

El amigo Fede era listo. Miró, comprendió y, simplemente, se carcajeó.

Un saludo,

lunes, 8 de febrero de 2010

Algunas cosas divertidas

Siento no ser muy claro, pero es lo que hay.

Hace poco en mi Asociación de recreación hubo una cuestión que produjo gran debate, mezclándose prejuicios por todos los participantes y dejando que la cuestión creciera hasta ser una bola que aplastó a todo el mundo. El motivo primigenio de dicho debate fue, sencillamente, la envidia. Porque unas personas hicieron algo en un par de años que otras personas no han hecho en varios años. Simplemente eso.

También descubrí, al hilo de dicho asunto, que hablar con todo el mundo convierte a uno en blanco de críticas; sí, yo he sido siempre muy "político", en el sentido de evitar confrontaciones directas, si podía. También es verdad que me gusta escuchar a todo el mundo, tratar de entender su postura, la apoye o no. Y parece ser que, por eso, si luego me manifiesto de otra manera o dejo que mis impulsos actúen en el momento que sea, me convierto en persona falaz o de doble rostro. Me da igual ya actualmente eso. Yo sé qué quiero, a quién apoyo y a quién no, y qué trato de hacer, con la mayor suavidad del mundo. Otros, en cambio...

Lo divertido del asunto es que todo debería ser divertido. Esto es, disfrutar de ello, a la par que hacemos un cierto trabajo de lustre. Pero lo primero lo he perdido con esa Asociación y lo segundo estoy tratando de levantarlo, sin muchas esperanzas, puesto que hay un inmovilismo pertinaz, un prejuicio amplio (ya se sabe, o estoy con o contra, no vale nada más...) y actitudes de agotamiento. Así que, ¿qué me divierte?

Eso, para otra reflexión...

Un saludo,

viernes, 5 de febrero de 2010

La ciencia en España

Todo un tópico, lo sé. Lo primero que salta a la cabeza es "que inventen ellos", "aquí no se investiga", "la ciencia no es productiva" y otras zarandajas por el estilo.

Pues no, señores. Hay buenos investigadores en España. Yo conozco a algunos, gente que, a pesar de todo, investiga y lo hace bien. Paleontólogos, químicos, informáticos, del mundo del cine, historiadores, médicos... y todos tienen los mismos problemas. Perdón, el mismo problema; España.

A mí no me duele España, me duelen los españoles y sus necedades. Un país se mide culturalmente (así me dijo ayer un amigo, paleontólogo, precisamente) por lo que respeta a sus científicos, sean de la rama que sea. Así pues, aquí, en España, somos unos verdaderos incultos, bestias sin raciocinio. ¿El pago de un investigador? déjenme hablarles de ello; un profesor universitario, interino, puede ganar unos 2.000 euros. Un químico o un paleontólogo, con becas, unos 1.300 euros. Un cineasta, lo que le den anualmente, si sale algo, que no será nunca más de 14.000 euros. Un historiador, si tiene plaza, lo que un profesor universitario, pero si no, puede que menos de 900 euros. Un médico, si le dejan investigar aparte de tratar pacientes, quizá alcance los 3.000 euros. ¿El pago de un político? ¿de un funcionario? ¿de un especialista en fontanería, electricidad o similar? piensen en ello...

Si valoramos tan poco la investigación, ¿qué producimos? Nada. Copiamos, traemos de fuera, mezclamos, pero no hacemos nada nuestro. Decía jocosamente uno una vez que en España somos expertos en inventar "poniendo palitos a las cosas"; el mocho con palito, fregona, el caramelo con palito, chupa-chups, y así con todo... y lo cierto es que nos reímos, desde tiempos del Quijote, del que pierde su tiempo leyendo libros, del que pierde su tiempo formándose, del que pierde su tiempo tratando de conocer más de la naturaleza y el mundo que le rodea, en lugar de hacer algo provechoso como dedicarse a la política, a la construcción, a la banca o a negocios varios de dudosa legalidad.

No quisiera despacharme contra los especialistas de fontanería, electricidad o similar. Pero ellos viven gracias a que unos tipos, aquí o allí, investigaron formas de hacer llegar la luz, el agua, hacer la vida más cómoda a las personas. Unos lo pensaron, otros lo desarrollaron y los últimos lo instalaron. Si los primeros y los segundos tienen peor considaración que los últimos, por culpa de la inmediatez de nuestro pensamiento en el que lo último es lo mejor, el resultado (la mandarina no está bien por el agricultor, si no por el mercado donde la compramos...) final es el que se valora, sin más. Lamentable...

Un político no produce nada, al revés, su función, hoy día, debería ser la de encontrar fórmulas para que todos viviéramos en un mundo mejor. Y cobra con creces más que un investigador por dejar las cosas peor de como están ahora...

Porque el resultado es que, si antes la ciencia iba mal, ahora irá peor. Gracias a que el gobierno actual, inteligente él, no reduce presupuestos, si no que deriva la responsabilidad de financiar la investigación a empresas que pidan créditos a los bancos... ¡los mismos que provocaron, según el gobierno actual, la crisis! impresionante...

Así que ya saben; su hijo mejor folclórica, puta, tertuliano, futbolista, político, ladrón, chanchullero o similares, pero si le ven jugar con un quimicefa o un libro, se lo quitan. Que con eso no llegamos a nada... ¡Vivaspaña, cojones!

Hoy ni saludo para despedirme, vaya puta mierda de país...

martes, 2 de febrero de 2010

Las clases de un mundo sin igual

Leí hace tiempo una buena reflexión de León Arsenal, en su facebook. "Esbirros y tiranos", tituló la nota. Ayer, con motivo de la visita de la presidenta de la Comunidad de Madrid a mi hospital, tuve ocasión de revivir las experiencias de León Arsenal, aunque de otra manera.

Aguirre, la cólera de todo Dios, llegó, se aposentó y repartió sonrisas desde sus alturas. Fuera, estábamos algunos que habíamos salido, unos a fumar, otros a tomar el aire de un día claro de la sierra. Vimos cómo un coche oficial, de esos negros con lunas tintadas, relucientes y metálicos, expresiones del poder, llegó hasta la entrada, donde está prohibido aparcar, y dejó el coche sobre parte de la acera con despreocupación, saliendo del mismo mientras se ajustaba el traje y las gafas de sol. Al mismo tiempo, a ambos lados, coches que estaban mal aparcados, incluyendo uno de minusválidos que no encontró plaza, eran multados por unos cuantos policías municipales, quienes, libreta en mano, tomaban cumplica cuenta de cada infractor, dejándole la nota en el parabrisas. Lo chocante fue que pasaron ante el flagrante vehículo oficial, mal aparcado, molestando el tráfico, dejado como cuando un chulo de polígono lo deja frente al bar donde su chorba y los colegas miran. Y no existía para ellos, aquel coche... era un coche que destilaba señorío y grandeza. Y por eso no tuvo su multa.

El poder de ser de otra clase. Así de sencillo. En un mundo que dice haber "superado" el "sarampión" del comunismo y del marxismo, nos encontramos con curiosidades como ésta. Sí, es un privilegio político, como el de ejercer un cargo 7 años y lograr con ello un retiro más que digno. Sí, como el poder ejercer el poder, sin cargo de conciencia. Sí, en suma, como una clase especial.

Las clases son una realidad. Si no fuera por las convenciones sociales, impuestas por gente a la que interesa mantenerlas, no existirían diferencias. Pero la igualdad jurídica, concepto que viene de antiguo, aunque se haya aplicado poco, es lo que nos ayuda a nivelar ese despropósito de privilegiados y siervos. Igualdad que siempre se conculca y sustrae a la realidad del día a día en éste mundo sin igual. Porque siempre habrá una oligarquía donde hablamos de democracia, siempre una jerarquía donde queremos igualdad, y siempre explotadores y explotados donde hablamos de de patronos, ricos, poderosos y trabajadores, pobres y asalariados.

Siempre me hago la misma pregunta, ¿no podemos volver a leer a Marx o a Engels? ¿tenemos que desterrarlos al baúl de "cosas inútiles"?

La igualdad, la libertad... la fraternidad.

Un saludo,