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lunes, 26 de noviembre de 2007

Cataluña

Quizá el ser del "centro" (¿Qué centro?) permita otra perspectiva de esta tierra española. Y empiezo así, considerándola española, porque comparte mucho del carácter de otras partes de la península e ínsulas.

Cataluña me encanta. Me parece un lugar privilegiado, si bien, como muchas otras partes, sobreexplotado. Especialmente Barcelona, ciudad en la que he estado varias veces, y que posee un carácter especial. Pero en general, toda Cataluña, la que he visitado, tiene un extraño aire de lugar antiguo, del pasado, no muy lejano, de mi infancia. Ciudades sucias, desconchadas, asfalto roto, pátinas lustrosas, un carácter de gente muy cercano al de mis vecinos. Sé que suena extraño, pero la Masía que funcionaba de casa rural en El Garraf en donde pasé un fin de semana, no tenía tanta diferencia con respecto a las casas de León donde pasaba mi infancia, o de Burgos en donde paso ahora algunas temporadas.

Los que aducen el tema del idioma no comprenden que, en otras partes, se puede hablar diferente. Y en Cataluña, aunque suene a chiste, hablan catalán. Que si se hace un esfuerzo, se puede entender en gran medida. Y que, como nosotros cuando usamos una palabra local, propia, es el lenguaje vivo, propio de su población. Un madrileño que crea descortesía el que le hablen en catalán estará errando. Como me decía mi nuevo amigo Francesc (Bien escrito, espero) debe haber un "catalán loco" (Que aunaremos al "vasco loco" y similares) que va por el mundo derrochando descortesía y hablando en catalán muy cerrado en cuanto percibe a un castellanoparlante... pero no es así. Aunque encontré un caso similar, más bien lo considero anecdótico. Sucedió en Irlanda, así que lo tomaré como que el "catalán loco" existió por unas horas...

Yo no tengo inconveniente en usar palabras de fuera. Gerona me suena mejor pronunciando "Yirona", y lo mismo con el Juventud de Badalona; "Yuventut". Tienen sonoridad, tienen fuerza. Y me asombra que aquellos que dicen "Briefing" o "Bye!" a cada tanto, por ejemplo, abominen de un simple "Si us plau".

Claro que está el tema político, y el independentismo. ¿Qué será que allí muchos con los que se habla piensan que sus políticos no representan ni a un 10% de los que allí viven? Será el problema de toda España, el de la Administración triplicada (Estatal, Autonómica y Local) que en vez de descentralizar los esfuerzos y lograr mayor eficacia, ha logrado crear parcelas de poder ineficaces y en las que colaborar es casi un delito. Especialmente se nota en los lugares nacionalistas, que se han servido (Sus políticos, como siempre; las personas normales piensan más en lo que cuesta todo y en si mañana será mejor día... como en todas partes) de un cierto victimismo de "Cuarenta años de franquismo" con el que justifican aquello de lo que abominan; un nacionalismo excluyente, cerrado en sí mismo (Tancat, dirían los catalanes) y que limita a los demás por imponer lo que se considera "cultura oficial". Tanto es así, que al catalanismo, al vasquismo, al tímido galleguismo, se han unido ya los que reivindican el Bable, el Lliunes... y otras variaciones de la lengua. Yo, si sigue así... ¡Quiero que el Cheli se reconozca dentro del espacio geográfico de Carabanchel como lengua vehicular, y la cultura asociada también! Ah, esperad; Esperanza Aguirre está creando ya un cierto nacionalismo... madrileño. Pero al menos aquí no se ha vivido un victimismo beneficioso para Cataluña, a pesar de tener bien jodidos a muchos, de que Franco quisiera llevarse la capital a Sevilla, de que los madrileños más castizos palmaran y el resto sea de la inmigración... claro que tambíen los políticos capitalinos (Aquí juntamos la cuarta administración ineficiente, la dedicada a las testas coronadas...) han mirado con indiferencia a Cataluña. Y al resto. La "periferia" que dicen fuera. Madrid es perezosa...

Todos queremos ser diferentes. Pero la diferencia no significa el expulsar al resto. Significa reconocer los rasgos que nos hacen especiales (Y no tanto, no tanto) pero sobre todo los que nos hacen iguales. En España, en cualquier parte, nos unen cosas similares; el trinquismo de los políticos, el obviar los problemas reales para centrarnos en nubes de algodón, el intentar llevar la razón contra viento y marea, el estar tres en una habitación y pedir cuatro cafés diferentes y expresar cinco opiniones distintas sobre el mismo tema...

Yo, de todos modos, no creo en el independentismo. ¿De quién, de EEUU? ¿Del Capitalismo? No, no hay ya nada de eso. Como me decía Francesc, me prefiero como un Hispanorromano; es una buena denominación. Al menos, mejor que el triste corolario que sacaba Ortega y Gasset de reflexiones más profundas que las mías y que cito de memoria: "Los españoles serían felices si pudieran llevar en el bolsillo una constitución personal que dijera Este españolito está autorizado para hacer lo que le venga en gana cuando quiera"

Seguiré disfrutando del Trinxat, el Pà amb Tomaquet o la crema catalana... y a pesar de que no puedo con las bebidas de burbujas (Me producen mucho malestar, el cava, la sidra, el champán... esas cosas; el boicot me lo hace mi estómago...) levantaré siempre una copita de vino, del lugar o de cualquier lagar, siempre que me la sirvan con los amigos, las personas con ganas de vivir y... las buenas mozas.

Otro día hablaré de Madrid... ciudad cosmopolita en una región castellana. Y ciudad accidental, pero imprescindible. Como tantas otras. Yo ahora me haría neoyorquino... (Antaño, dublinés, o lisboeta, e incluso gijonés)

Un saludo,