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domingo, 18 de noviembre de 2012

Observando.

Jordi Évole tiene la rara cualidad de mostrar la realidad casi de manera socrática. Preguntando, como si no supiera nada (esto es, como muchos de sus espectadores) y obteniendo respuestas que alarman por su sencillez.

"Salvados" lleva ya unos años haciendo crítica completa a la España actual. Hoy domingo nos habla del oligopolio de las grandes eléctricas y petroleras, y otros días mostró los escándalos financieros (impagable la entrevista a Gay de Liébana) políticos varios, de infraestructuras, de las televisiones públicas, los ataques a los controladores aéreos, los funcionamientos de la policía, el ejército o la iglesia en España... ha tocado todos los temas y de todos ha entresacado un pedazo de la España de hoy. Y da miedo.

No tiene tanta audiencia. En un día bueno, tiene un 10% de la tele del domingo. Eso quiere decir que el 90% restante de los que ven la tele ese día prefieren series, dramas, chorradas de todo tipo o lo que sea. No. No es un Pepito Grillo multitudinario. Es como los documentales de La2, que todos ven, pero nadie recuerda. Salvo los convencidos.

Pero al menos, observa y muestra. Sobre todo, conduce al entrevistado a revelar la verdad. A decir lo que nunca se dice. A confirmar lo que intuimos pero no tienen cojones de decirnos a la cara. Y como parece un programa humorístico, creen que pierde fuerza así la revelación. Y puede que tengan razón. Ese 90% de audiencia en otros sitios lo demuestra. España, país de encogimiento de hombros y visita al evento festivo de turno.

La política parece agotarnos a todos y no interesar a nadie. Pero es falso. Todos, siempre, hacemos política. Por acción o inacción. Y hacemos política porque somos un zóon politikón, como dijo Aristóteles. Un animal público.

Hace poco he participado, más tibia que acaloradamente, en un tema de especial trascendencia. La privatización de la Sanidad en la Comunidad de Madrid. El anteproyecto de ley que ha publicitado el Gobierno interino de González, con objeto de ser aprobada en los Presupuestos, es la piqueta final de derribo de todo un sistema que lleva sufriendo los embates y fisuras propios de un sistema acosado por los especuladores. Es sencillo; la Sanidad no da beneficios económicos. Por tanto, es pública por la necesidad de dar beneficios sociales. Pero sí dan beneficios la construcción desaforada de centros hospitalarios y de salud y la gestión ratera de los mismos, pagados con fondos públicos (algo similar a los colegios concertados, otro tema escandaloso aceptado en España como si nada) que se obtienen de todos para beneficio de unos pocos. Más de 20 hospitales de los 30 que hay en Madrid estamos llevando a cabo protestas en la calle, encierros, manifestaciones como la de hoy y acciones como las futuras jornadas de huelga que se llevarán a cabo. La Princesa es el emblema de la lucha (al menos, así quiere venderse en medios como El País) pero la realidad es que la lucha es por la pervivencia de un cimiento del Estado de Bienestar. La salud.

Bien, mañana me iré una semana fuera. Cuando regrese, tengo miedo de encontrarme lo que ya preveo. Despidos masivos (puede que hasta 8.000 profesionales, unos 500 en mi centro) recortes mayores en forma de aumento de horas (de 37,5 actuales a 40) o eliminación de complementos, aumento de pacientes a tratar con menos personal... y todo en un entorno hostil de empresas privadas que escatimarán en reactivos, vendas, material sanitario y otras necesidades básicas para un buen servicio. Hay una fuerte corriente desde hace años donde "privatización" parece significar "mejora en la calidad", cuando significa, simple y llanamente, "empeoramiento de la calidad, bajar los costes para aumentar los beneficios".

No, no se confundan. Privatizar un sector clave es destruirlo. Es eliminar el beneficio social de todos, a cambio de ceder un beneficio económico a unos pocos. Y los mismos que gestionan lo público, son quienes lo están haciendo.

Tampoco se confundan. La ley que permitía la privatización de hospitales y centros sanitarios la aprobó Joaquín Leguina. Del PSOE. No he dicho socialista. Del PSOE.

Observando, como hace Jordi Évole, puede uno darse cuenta de todas las cosas que nos rodean. El entramado oligárquico en España de pocas familias, empresas y personalidades que gobiernan un estado de las cosas cerrado a cal y canto. El uso de voces y términos pervirtiendo su significado real (libertad, público, competencia, esfuerzo...) cuando no directamente modificándolo. La gran estafa de una maquinaria donde da miedo tocar alguna pieza porque, si se hace, todo puede caerse y ser luego complejo rearmar un mecano. Falso. Los seres humanos llevamos, desde el sedentarismo, hace ya unos 12.000 años, jugando con las piezas. No es difícil. Lo complejo es mantener lo que funciona y reparar lo que no, sustituyendo, eliminando o mejorándolo.

Miro, y, a pesar de intuir, saber incluso, estas pequeñas verdades, el 90% seguirá encogiéndose de hombros, mirando a otro lado y buscando el espectáculo más cercano en el que evadirse. Y ellos harán entonces política. Por inacción.

El mundo es de ellos. Da miedo pensar en el modo de sacudir sus conciencias...

Un saludo,