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jueves, 17 de octubre de 2019

Un plan de conciliación real para todos.


Desde hace ya más de una década, trabajo para el Servicio Madrileño de Salud. El llamado "Sermas" (o ser menos, según se mire). En todo este tiempo he vivido situaciones ilegales y arbitrarias, como el echarnos de un hospital para poderlo privatizar a gusto, y que nos desperdigaran por la Comunidad sin mucho orden ni concierto. En este tiempo, he vivido también el nacimiento de mis hijos, y la consiguiente necesidad de disponer de tiempo para cuidarlos cuando las circunstancias lo requerían.

Primero de todo, decir que creo que cualquier persona que trabaje y tenga hijos DEBERÍA poder conciliar esa vida con la crianza. Los hijos siempre son el futuro, se nos dice, pero, paradójicamente, se nos niega el poder crearles ese futuro. Hay muchos temas que me preocupan, y voy a listar sólo algunas propuestas que, si es usted político o conoce a quien redacta los programas, le sugiero meter y aplicar.

1. El huso horario. Aceptémoslo. Somos un país estúpido. Mantenemos un horario que es infame. No se corresponde con las salidas y puestas de sol, y con sólo retrasar una hora, todo será mejor. ¿No me creen? Fue después de la última guerra civil y las ganas de congraciarse con Hitler que se abandonó el huso horario hasta ese momento usado (GMT) y se adoptó el de Berlín (por ir en hora con los nazis) y lo que necesitamos, así por aquello de ritmos circadianos y mejor estilo de vida, es volver al GMT retrasando una hora. Y comer a horas más racionales. Las 15h no es hora de comer. Ni las 22h de cenar. Comer sobre las 13h y cenar sobre las 20h es, según mi experiencia, una bendición para el cuerpo.

2. Los horarios comerciales, laborales, jornada semanal. Reitero, somos estúpidos. Las liberalizaciones de horarios son ridículas. ¿Quieres comprar algo a las 12 de la madrugada? Vaya, sí que corre prisa, todo debe ser inmediato y la previsión es... 0. No, amigos. Las personas que curran quieren tener vida. Y no la tienen (salvo si son chinos con un establecimiento "para todo" y tienen su sofá-cama en el lateral y una pequeña televisión o un portátil para ver sus series favoritas) si trabajan horarios ridículos. ¿Necesitas el último modelo de Zara a las 22h de la noche? ¿Desde las 10 de la mañana no podías ir a por él, ni en fin de semana? Por favor, respeto. A eso se unen las jornadas largas, ineficaces, innecesarias. ¿Producimos más estando más horas? Todo parece indicar lo contrario. 40 horas son muchas, 37'5, también. Las 35 e incluso las 30 parecen más acertadas. Además, ¿No es buena manera de repartir el trabajo? Sin contar que las horas extra desaparecen cuando se ficha, una necesidad a adoptar ya pese a la ley, en serio. Otro día, si eso, hablo de las relaciones laborales internas que no facilitan, por muchos motivos, una adecuada conciliación...

3. Las jornadas de colegios, guarderías y demás. De locura. Institucionalizamos a nuestros hijos desde que son bebés. Que no es malo, socializan y aprenden, y los cuidan mientras nosotros obtenemos los ingresos para cuidarles. Una extraña espiral. Pero los horarios son infames. Menos mal que hay jornadas partidas y comen en colegios, pero los institutos (un tema también a hablar aparte) son horrendos. Siete horas sin comer. ¿En serio? Y las extraescolares que añaden jornada. Porque seamos sinceros, si no se tiene abuelos, madre con jornada reducida (son ellas las que, en un 90%, siguen reduciéndose su jornada) familiares o persona contratada, se buscan extraescolares que duren hasta las 18 o 19h. Así, les metemos casi 12 horas a los niños. Normal que salgan zombies.

4. Institutos. ¿En serio fue buena idea adelantar la edad de secundaria? Los doce años no es una edad muy madura, que digamos, y menos para pasar de un colegio donde, si es como lo anteriormente descrito, comen sobre las 12.30-13h y salen sobre las 16h. Pero ahora de pronto salen a las 14-15h, comen a las mil y están agotados. De pronto, les empujamos a una adultez que no debe llegar así, a bofetones. Y al mismo tiempo les sometemos a una infantilización que no es normal, negándoles independencia. Retrasen de nuevo la edad del instituto o la secundaria a, por lo menos, un año más de edad. Y que sea con jornada partida, que puedan comer.

5. Horarios de trabajo. Me criticará ahora cualquiera diciendo "qué bonito, pero si alguien debe estar en su puesto de trabajo X horas, debe y punto". En la lógica empresarial siempre me ha hecho gracia el "no somos imprescindibles" pero "ay de ti como faltes". Copón, los jefes existen para organizar horarios, cuadrantes, y establecer necesidades, no para ser muros de piedra mediocres incapaces de gestionar correctamente su trabajo (por el que se supone les pagan) Si un puesto con dos personas a 20 horas semanales cada una, con complemento de jornada según necesidad, funciona mejor que otro de una persona a 40 horas semanales, ¡hacedlo! Pero el miedo a errar es lo que tiene, paraliza. Hay numerosas estrategias, y muchas empresas grandes ya las están usando, con jornadas incluso de 30 horas, o a la carta según necesidades de los hijos. ¿Resultado? Mejores producciones, más felices y motivados los empleados. Qué cosas. Flexibilizar las entradas, salidas, estableciendo modelos de objetivos o resultados antes que presentismos caducos. Que sí, un dependiente debe vender en su tienda físicamente presente. Pero, en serio, ¿cuántos puestos hay que puedes trabajar con un PC y una conexión hoy día? ¿Y un móvil? Piensa si tu puesto puede funcionar así. Si la respuesta es un "sí, pero..." el pero que manejas es lo que debe cambiar.

6. Respecto a la infancia. Está de moda la "perspectiva de género" en muchas cosas. Historia, derecho, urbanismo... Prefiero una perspectiva de humanidad. Niños y niñas requieren espacios, en las calles, en las ciudades. Espacios controlados, más o menos, y fértiles para ellos. Las ciudades requieren menos ruido de coches y más de risas y juegos. Las calles, menos asfalto y más columpios. Anchuras y peatonalizaciones, transporte público que piense en bebés, niños y mayores, y por supuesto minusválidos (dirán "diversidad funcional", pero la realidad es que hay que establecer un fiel para medir qué es válido y, si te faltan dos piernas, puedes hacer otras cosas, pero tienes dos piernas menos y lo de correr, saltar o tal, pues como que no, salvo prótesis impresas en 3D) así que, en suma, un urbanismo más abierto afuera y menos cerrado como sucede en ciudades grandes. Madrid es un paradigma. Se ha derribado la calle hacia fuera para crear pequeñas ciudades (urbanizaciones) que son hacia dentro, al modo de villas romanas de la crisis del II-III d.n.e. Pero eso no es un modelo que funcione. Se necesita juntar, mezclar, barajar y jugar. Y eso se hace en el espacio más público de todos, la calle. Más en nuestro país, regado de sol y agua casi todo el año. Los niños requieren otra socialización que no sea la del televisor, las pantallas zombificadoras y demás. Juegos, juegos y más juegos. El ser humano crece jugando, no de otra manera. Y todo debe ser juego.

7. Siempre pongo al menos un punto 7. Vacunad a los niños. No todos los valores son igualmente defendibles. Aunque en las charlas de igualdad que el menda ha recibido (en entorno laboral...) se diga que "debemos respetar todos los valores", no, lo siento, me niego (no respeto el valor de un nazi, por ejemplo, proponiendo un progromo para mejorar la raza...) Hay valores que son superiores no por una concepción moral, sino empírica; vacunar nos ha permitido crecer como especie. La eugenesia, aunque suene nazi (es más bien británica y americana) se lleva aplicando siglos. Que la protección a los desfavorecidos es esencial, primordial, y eso implica una sanidad  pública fuerte. Que debemos potenciar los valores más intrínsecos de la humanidad; cercanía, ayuda, respeto, crecimiento, diálogo, juego. ¿He dicho juego? Sin juego no somos nadie. Jugamos toda la vida, aunque creamos con mayor seriedad que al ser más adultos el juego no es tal. Y protestemos si algo es injusto. Lo injusto es muchas veces percepción subjetiva, pero otras no, es meridianamente claro.

En suma, si lees, eres político y te apetece, propón estas cosas. Yo quiero un entorno laboral en el que irte con tus hijos al médico o quedarte cuidando de ellos no sea motivo de enfado, recelo o acoso. Menos si eres hombre (y no mujer, que parece lo "normal" aún hoy día...) y más si realmente lo hacemos pensando en el futuro. Nuestros hijos.

Salvo que seas extincionalista. Si quieres que nos extingamos, pues no apoyes nada de todo esto. Pero pásate pronto al existencialismo, abandona el hedonismo y recorre el absurdo más ionesco que conduce al suicidio. De nada. :)

Un saludo,