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miércoles, 15 de junio de 2016

¡Cuernos!

Hoy estoy bravo y quiero hablar de toros. Chamullar de capotes. No iré con mano izquierda, porque lo que conozco del percal es ná de ná. A toro pasado, comenzaré por un principio cualquiera. 

La isla está húmeda y los mozos alterados. Los acróbatas que darán saltos y tomarán el toro por los cuernos para ello hacen fila, se secan las manos sudorosas con arena y aprietan las fajas. Alguno rezará. Estamos en la primera corrida de toros y corre también un año, quizá de hace 3.500. Esto es Creta y quizá aquello es un palacio de los que forman la famosa cultura minoica. Pero... ¿por qué jugarse la vida dando saltos sobre aquella bestia negra de cuernos blancos? Quizá porque del toro se siente el "Ka" egipcio, esa vitalidad gruñona y rebelde que todos quieren apropiarse. Y qué mejor manera que burlando su fuerza, primero, pero obteniéndola de su sangre después. Porque la sangre es la vida.

Saltemos como un acróbata. Hércules ya ha capturado al toro de Creta y Teseo le ha dado matarile al del laberinto, mitad hombre mitad bestia. Los toros han inundado el Mediterráneo como hicieran desde el Paleolítico pintados en cuevas. Todo el mundo los adora. Pero adoran más a los nuevos hombres que vierten sangre, los luchadores que ofrendan en la arena su misma vitalidad para que se sacie la sed de los muertos. Gladiadores, luchadores muchos que se enfrentarán unos a otros y serán arrastrados con ganchos fuera de los anfiteatros, dejando en el albero charcos de sangre negra. El toro cobra vida en la forma vital del luchador vestido de hierro. Y pasa al culto religioso.

El culto a la sangre, siempre. El Taurobolio, de Grecia a Roma, la ducha de sangre vivificadora, que mientras fuera en espectáculo se vierte por hombres entre hombres, aquí se toma de dioses animales para bestias humanas, mezclándose, entreverando un nuevo tejido en las sombras de lo público. Y de esa mezcolanza vendrá, un día, el otro culto...

Decía mi amigo Alejandro que nada cambia tanto. En Mérida, la plaza de toros está pegada a un recinto sagrado del Taurobolio para los misterios de Atis, Cibeles o Mitra, depende cómo se quiera llamar. Todo fluye, e igual que las iglesias se edifican sobre otras sensibilidades de lo sagrado previas, lo homogéneo tiende a permanecer cercano. Culto a la sangre, al toro, a su fuerza y vitalidad. Vida.

Yo soy nuevo en la plaza. No he toreado, pero tampoco he disfrutado, aunque esté llena hasta la bandera, de la corrida. Las autoridades no me imponen, el silencio previo y los "olés" que lo rompen no me impresionan, aunque percibo algo de misa y religión en todo ello. Las trompetillas, esos instrumentos de latón siempre del gusto de pompas y espectáculos, rebotan entre mis oídos con dolor. Con los toros hay división de opiniones. Unos a favor, otros no. Si me tiro al ruedo es para exclamar un "¡Cuernos!" y porqué me meto aquí si no sé torear. Échenme un capote. Saben de qué chamullo. De la muerte y de la muerte de una vieja tradición. Muerta ya, porque nadie la quiere. Como la misa de a 12, a 12 piezas de doblón, el paño de colores, la mantilla, la almohadilla, la pica, las cestas, los rebufos de cultura perdida. A los toros no va ni la autoridad competente, no digamos el abonado consentido. Antes se perdía Cuba y la gente acudía a la corrida para olvidar. Ahora algunos van al fútbol (los gladiadores siguen tirando más que los toros y los acróbatas que les saltan) o lo ven en casa a gritos y patadas. Los toros no han muerto, los toreros les matan, pero no saben que ellos mismos también están muertos. Ya no son cultura, son vestigios de una vieja cultura que no comprenden. Tan vieja, que no la reconocen. Pero todo esto lo veo desde la barrera, no salto ni me corto la coleta. La alternativa, más que prohibir, es dejar morir lo que se está muriendo sólo desde hace tanto tiempo. Y cuando acabe, decir, como en los tebeos, aquello de ¡¡CUERNOS!!

Sí, hablar de toros, como de política o religión, tiene sus riesgos. Y me he quedado a gusto, qué quieren. Será la edad, que no me da alternativa. 

Un saludo,




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