Buscar dentro de este batiburrillo

lunes, 25 de octubre de 2021

El fin de la pandemia.

Reconozcamos la verdad. Llevamos dando por finalizada la pandemia desde casi abril o mayo de 2020. En junio de ese año, recuerdo perfectamente cómo ya muchos iban a la playa con la sensación de haberlo finiquitado. Fiestas. Comilonas. Se hablaba de olas, pero se pensaba en las del mar. Gritos por uno y otro lado de "¡hay que abrir, hay que abrir!" y pocos de "¡sigamos con cuidado, sigamos con cuidado!". En agosto del año pasado recuerdo un cribado que intentó determinar, entre unas 1000 personas, en Carabanchel, la prevalencia y circulación del virus. Apenas nadie acudió. y vino una de esas olas mortales. Septiembre, todos enmascarados, nadie se atrevía a seguir con el teletrabajo, volvimos a las oficinas, los niños al colegio bajo medidas draconianas... y enero de 2021 amaneció con la promesa de una vacuna. Los primeros, gente mayor, y personal de hospitales y centros de salud. Yo me vacuné en plena Filomena, la primera dosis. No lo dudé. Y pensamos muchos que ya era un inicio de apertura. Mi amigo Santi me rebajó las expectativas. Después pasó más y más tiempo, y de hecho tuve dos confinamientos de aula de mis hijos, y aún vacunado, dos PCR. Seguí practicando la prudencia y el uso de la mascarilla y la limpieza. Y en junio, aparentemente, con ya muchos vacunados, relajamos. No importaba, no lo dábamos por terminado. Ni el inicio del nuevo curso, ni esta sensación de aguantar aire todo el rato. 

Yo aún no la he dado por finalizada, pero casi. Empiezo, ahora de verdad, a sentir que podemos esquivarlo. Quizá me equivoco, quizá leo mal las noticias y los datos, quizá he entrado en un estado de prudencia suma. Pero siento que ahora, sí, de verdad, puede ser un final. Y sin embargo, no lo creo así. Porque sí, nuestro país, modélico (algunos me han soltado que dictatorial, que las mascarillas blablabla, que las farmacéuticas mafiosas, que la plandemia, que tal y cual...) parece haber actuado bien. Tras coger inercia y empezar mal. Pero... ¿y el resto del mundo? Si Rumanía no tiene ni un 20% de población vacunada, ¿no nos afecta? Si Reino Unido, ese modelo de país lamentablemente dirigido por un pirado, ha tenido que recoger cable, ¿no nos afecta? Y cualquier país de África ahora mismo no tiene vacunas, qué va a tener, si no tienen de otras cosas. ¿No nos afecta?

Auguro un futuro donde el principio del fin o el final del principio son eso, palabras y retórica churchiliana muy chula. Vamos a convivir con esto. Tendremos suerte en un país como España, mientras dure la capilaridad extendida de la salud pública o casi, donde la educación, en reductos, resiste, sí. Donde hay mentalidad de que nunca hemos vivido mejor, a pesar de vivir mal o con sobras. Auguro un futuro de miedos. Aunque ahora que lo pienso, siempre ha habido miedo. La diferencia estriba en cuando sólo era por uno mismo (arrojado, despreocupado, repleta la cabeza de sandeces) y cuando es por gente que tienes a tu cargo. 

No creo que veamos el final de la pandemia. Empalmaremos con más y con otras. Mientras, yo seguiré lidiando con mis enanos, su educación, su capacitación, su bienestar, su felicidad. Seguiré lidiando con las realidades del día a día. Con todo. Es curioso cómo se puede compartimentar la cabeza y seguir cuerdo. Quiero creer. Pero lo que sí me queda claro es que, en este camino, echo de menos muchos abrazos y, otros, en realidad, no. El cedazo de la pandemia, y de mil cosas más, ha sido revelador. Una epifanía. 

Aunque reflexiones como esta no tienen importancia ni necesidad. Son, al final, ejercicios... o algo así.

Un saludo,

No hay comentarios: