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martes, 21 de marzo de 2017

"Las puertitas del Sr. López"

Adoro a Carlos Trillo y Horacio Altuna. Mi hermano compraba sus recopilaciones de Toutain, creo, esos cómics que se me asocian a Zona84, Cimoc, etc. "Las puertitas..." son historietas del Sr. López, así, a secas, sin nombre. Un funcionario barrigudo, cincuentón, calvo, timorato, casado con una mujer que le maltrata, igual que le hacen en el trabajo, en la vida diaria... 

López tiene una peculiaridad. Cuando le humillan o está incómodo, puede escaparse por una puerta (del baño, normalmente) a una realidad paralela, una fantasía donde puede enfrentarse (o sufrir) la humillación e incomodidad que le impulsó a abrir dicha puerta. Hay moraleja, siempre, claro que sí. Y es amarga. Dura. Porque López siempre elige lo mismo. La frustración. De hecho, hay una historieta especialmente dura, en la que tras portarse "mal" López (dar una patada donde no debe, arrancar una flor, burlarse de la autoridad, robar pan, piropear a una moza, no ir a trabajar y pasa el día al sol...) se le hace un juicio por parte de "La sociedad", en el que se le dan dos alternativas en forma de puertas. Una azarosa, difícil, dura, llena de riesgos; "Libertad". Otra cómoda, sencilla, sin sobresaltos. "El Molde". Y López elige... claro, vaya pregunta.

El ser humano es social. Le cuesta la soledad. La soledad, creo, es un privilegio de unos pocos, de aquellos que pueden vivir junto a sí mismos sin suicidarse. Es dura, porque no puedes atribuir a otros tus errores. Sabes que son tuyos. Es difícil, porque careces de ayuda inmediata, empática, de esa que nos cuesta dar pero damos. Puede separar, pero también hacer más pura la experiencia de la compañía. Sólo cuando estamos realmente solos sabemos quienes somos. Aceptarnos, con nuestros errores, es complicado. Preferimos las loas y elogios de los demás. El refrendo en la conversación a una opinión de la que dudaríamos mucho en privado. El asentimiento y la aceptación. La controversia para afianzarnos. Preferimos, siempre, una persona a nuestro lado con una voz que acalle la interior, la silencie.

Las puertitas suelen confundirse. Siempre ha sido así. Nos engañamos, pensamos que "El molde" es la libertad hecha elección, o que la "Libertad" es un molde más lleno de clichés y estereotipos. Nada es sencillo. Todo contiene esas partes de culpa e inocencia, de bondad y maldad, de un poco de aquí y allá. Vivir con ello en soledad es todavía más difícil, pues ser juez de uno mismo es lo peor que puede pasarnos. Si hemos sido sinceros con nosotros mismos. Oh, y lo somos, aunque nos queramos mentir.

En cualquier caso, yo tengo claro que quiero conservar esos cómics o tebeos para mis hijos. Por una razón; fue una educación en mi vida. Muy amplia. Quiero que aprendan a ver tantos caminos como sea posible. Que puedan optar a ellos, o al menos ser capaces de tomar unos u otros. Quiero que aprendan, yerren, acierten, vivan. Y si eligen hacerlo en libertad y son felices, seré tan feliz como si eligen hacerlo en El Molde y también son felices. Pero de verdad. Y siempre con una cuestión clave; poder volver a elegir entre las alternativas que se les presente o ellos mismos construyan...

Un saludo,

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