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viernes, 26 de agosto de 2016

El pudor o el poder

Con el tema del "burkini" y las muchas y variadas formas que toma el (para mí, cada vez más absurdo) debate, me salta a la mente el tema básico sobre el asunto. El rollo del pudor.

¿Qué es el pudor que tanto invoca la creadora de la dichosa prenda? "Honestidad, modestia, recato", dice la sacrosanta (y viejuna) RAE (curiosamente, en segunda acepción, "hedor, mal olor"; ¿vendrá por el olorazo de refajo y sudor de viejo revenido que produce apretar las carnes con ropas oscuras?) pero todos lo entendemos como un cierto respeto a unas reglas de decencia o moral, algo "público" (y no "púbico") que afecta no al que exhibe, si no a quien mira.

Y ahí va el tema. Ya he citado alguna vez eso de la Biblia de que "si no te gusta lo que miras, arráncate los ojos", una forma radical de apartar la mirada, la verdad. O de trasladar la moralidad del asunto al que mira, no al que es observado. ¿Qué tiene de malo el "burkini" en la playa? ¿en qué se diferencia de una pareja de góticos tomando el sol, o de pálidos clínicos, incluso de gente con neopreno? En un primer lugar, diríamos, en nada. Pero por desgracia, sí tiene diferencia. Mientras que el gótico es un penoso remedo del vampiro victoriano afectado y triste (en todo sentido), el pálido tiene problemas médicos y los del neopreno son unos frioleros, las (ellas, no ellos; ellos curiosamente no participan del pudor) del "burkini" lo usan para ocultar su cuerpo, tapar con modestia, pudor, un objeto de deseo ajeno. Enjaular un pastel que se supone todos quieren comerse. Hay una moral, hay una política detrás (ellas deben cubrirse, ellos... no. Mal vamos, pues los michelines y barrigotas de ellos son asquerosamente repugnantes, y me refiero a la de todos los hombres, blancos, negros, amarillos, morenos, pálidos, de Wisconsin o de Sicilia... yo encuentro mi propia barriga, peluda y ahora mismo engrosada, de mal gusto estético para quienes la miran) y hay una directriz teleológica. Vamos, que no es ni parecido al gótico, al del neopreno o al que lleva camisetas de Decathlon.

El pudor se transforma así en herramienta del poder. Las mujeres que usan el "burkini", consciente o inconscientemente, juegan el papel de peones (sin valor, por cierto) para una interpretación del mundo que utiliza la otra herramienta, la religión (muy bien engrasada y dispuesta, por supuesto) en la que las mujeres, ese 51% de población, se tiene que joder y aguantarse, acatar las normas de unos hombres tristes, celosos de la posible independencia física e intelectual de ellas. Porque se les necesita para producir en el hogar, para satisfacer al hombre del hogar, para criar en el hogar. Limpiadora, ama de cría y puta. Tres trabajos en uno si logramos someterlas, sin necesidad de pago alguno. Y encima, les vendemos que es libertad... igualico igualico que ver a un judío llevando una esvástica "como símbolo de integridad humanista", por decir algo.

Yo lo tengo claro. ¿Prohibir? Un error lógico que busca solucionar con inmediatez. Es otra forma de ejercer el poder por el pudor. Pero defender que puedan llevar esa prenda es, ni más ni menos, que aplaudir a Chamberlain cuando entregó Checoslovaquia, "peace for our times". Y en Europa no aprendemos, se nos dan fatal las analogías. En fin. Al final, el "islamófobo" de Houellebecq va a tener razón. La sumisión llega con facilidad en una sociedad donde los valores son cascarones vacíos...

Un saludo,

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