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lunes, 4 de febrero de 2008

Los obispos perseguido(re)s

Curiosamente, a mí siempre me ha parecido una palabra cercana, casi homófona, a "Avispas". Claro que sí, porque ambos pican, dejan veneno, son llamativos pero sobre todo, a todos nos gustaría, cuando pican y hacen daño, darles un manotazo y espachurrarlos dejándolos hechos una piltrafa.

Yo soy persona atea. Pero normalmente, cuando no hay ninguna cuestión similar a la de las últimas imbecilidades que el clero español ha rebuznado, soy simplemente agnóstico, o más llano, pasota. Pero ahora mismo, el ateismo no me abandona. Es que ellos se empeñan en hacérmelo más fijo. Y lo peor, que cada vez más, logran que vaya acompañado de un anticlericalismo similar al que España ha vivido durante los últimos 200 años.

Quemar iglesias, matar curas y destruir imágenes no es algo ya moderno, ni siquiera bien visto por los más progres que, como mucho, hacen chistes fáciles como "La iglesia que más ilumina es la que arde bien" o simplemente cobran sus nóminas mientras son republicanos de provincias que juegan al mus en tertulia y despotrican pensando mientras si el euribor, la gasolina y los placeres subirán más este año o no. Pero es increible; el victimismo recalcitrante (yo, si fuera psicólogo, calificaría a los eclesiásticos de "pasivos-agresivos") del que hacen gala estos individuos logra inflamarme de decimonónica rabia contra ellos. Me empuja a pensar que merecen la persecución que absurdamente proclaman sufrir; me agravia, me hierve la sangre, me hace sentir indigno un país. En suma, logra que me vuelva muy violento.

Y lo peor es que ellos responden así. No hay argumentación válida. Es su moral, su ética, su percepción de la vida y la muerte. Todo lo demás es contrario a su autoritarismo. Y claro, los primeros en aparecer como víctimas son también los primeros en achacar a los demás sus propias deficiencias; ¿falta de respeto? de los demás ¿socavamiento de la democracia? los otros ¿lo injusto, lo mezquino, lo malvado? naturalmente, otros.

Me encantaría verles perseguidos. A los eclesiásticos que creen pueden usar el "poder temporal de dios" en la Tierra para manipular y modificar los logros de los ciudadanos. Me encantaría verles en la picota que sacralizaban, en los muros donde daban el requiescat, en las horcas donde miraban el paquete del muerto, en las jaulas donde metían a sus condenados para interrogarles, en los circos romanos (¡qué gran bien social se hacía entonces!) en los campos de concentración que ellos preferían ignorar, en todos aquellos lugares de muerte (las torturas bendecidas, los asesinatos justificados, los crímenes tapados...) donde ellos preferían hacer la vista gorda y verlos, a ellos, a todos ellos, desaparecer.

Pero la víctima no debe emular al criminal. Por eso, ante la voz quejumbrosa, ante el cínico sentimiento de persecución de esos cuervos negros, de esos carroñeros vestidos de oropel, de estos mercenarios del conservadurismo rancio y contrario al ser humano, diré que lo mejor es hacer algo sencillo.

Ignorarlos.

Un saludo,

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