Buscar dentro de este batiburrillo

viernes, 12 de diciembre de 2008

De la amistad superficial y la verdadera...

Normalmente, uno trata de categorizar siempre las cosas. Herencia intelectual de Aristóteles, me temo. Tiene su lado positivo (la simplificación) y el negativo (la pérdida del detalle) pero es un método por todos usados. En éste caso, yo también haré la distinción de dos tipos de amistad que conozco.

La primera, la superficial, es muy sencilla. Las personas implicadas participan de una cierta formalidad, de unas maneras aparentes y expresivas de lo que suele contener los rasgos de la verdadera amistad. Pero es un decorado, una tramoya hueca por detrás, que suele darse para obtener ciertos beneficios de la otra persona, nada más. Que se relacione, que de algo a cambio, que obtenga algo para la otra persona... la superficialidad queda patente cuando, logrado el beneficio que sea, se resuelve mostrándose la misma distante, inicua e incluso muy dañina. En ésta, además, la hipocresía es la normalidad, la falsedad y modales, el medio, y la doble faz, la regla principal.

La segunda, la verdadera, es más difícil de etiquetar. Primero, por la multiplicidad de caracteres. Dos personas muy distintas pueden ser amigas (de hecho, es más bien lo usual) porque complementan con sus caracteres aquello de lo que carecen los otros. La afinidad puede venir de muchas maneras; gustos, aficiones, ideas de la vida... pero lo principal, quizá, es el respeto al otro. Se puede ser totalmente diferente, incluso opuesto, y ser un gran amigo. De hecho, de los mejores. Claro que, si es muy opuesto, se puede llegar al odio, o incluso quedarse en la insulsa, insípida y poco profunda amistad de tipo superficial. Además, la amistad verdadera enriquece a las partes. No en dinero ni materialmente. Tampoco lo que un cristiano ñoño llamaría "espiritualmente" (otra herencia maléfica, en este caso, más de Tertuliano...) pero sí en cuanto a lo que es la intangible vida. La amistad verdadera, además, no requiere de excusas ante lo que uno es. Se es como es, se acepta por el otro, y se disfruta.

Hay un tercer tipo de relación cercana a la amistad, pero que no llega a serlo. El colegeo, el amiguismo, el conocido simpático o útil, el de ciento en viento... son relaciones que pueden derivar un día en amistad, por las circunstancias que sean (un viaje, un evento, un hecho acaecido a ambos...) pero pueden ser superficiales o profundas. En todo caso, algo es cierto; una amistad de verdad no dicta obligaciones. El tiempo se relativiza. El respeto es mutuo. El placer de la compañía, la relajación y bienestar que produce, es de ambos. Y quedan más cosas con las que se puede categorizar, pero entonces, quizá, sería más bien superficial...

Como colofón, diré que prefiero, pasados los años, un hijo de puta, un soberbio, un bastardo, un tramposo, una mala persona, siempre que sean honestos, francos y verdaderos. Los prefiero mil veces a una persona bien educada, de buenas maneras, que aparente ser lo que no es y que, finalmente, decepcione al mostrar su verdadera faz.

Un saludo,

domingo, 7 de diciembre de 2008

El dolor

Ya casi tenía olvidado ese sentimiento. Físico y emocional. El dolor es una manera de avisarnos, de recordarnos la brevedad de la vida y sus riesgos. Dolor físico por golpes, traumas, pinchazos, musculares, óseos, intestinales... y dolores también emocionales. Duele cuando no te quieren, duele cuando te rechazan o te repudian. Duele cuando alguien te defrauda o te miente.

El dolor es catártico. Como la risa, es una liberación. Sentir dolor hace que perdamos el miedo a tener dolor; lo estamos ya experimentando. Porque es cierto que peor que el dolor, es la ansiedad por no tenerlo, por temerlo, por esperar que ocurra. Consume energías, aplana voluntades, atrofia ilusiones. Por eso, cuando algo nos duele, sentimos siempre una mezcla de alivio y de infelicidad; alivio, porque sabemos que vivimos.

Quizá el dolor no haya sido tan explorado como pensamos. Confundimos muchos tipos de dolor. El físico y el emocional se pueden mezclar, y pensar que uno produce el otro o que uno es otro. Yo sé de primera mano que puede pasar eso, y sé que también el alivio del dolor es muchas veces una cuestión de voluntad del que lo sufre. Si lo aguantamos, porque tenemos esperanzas, duele menos, e incluso se va. Si lo rechazamos, si luchamos contra él, puede aumentar, pero la pelea valdrá la pena. Si lo asumimos como crónico, sin más posibilidad, potenciará la depresión...

La vida está llena de dolor, el dolor nos recuerda nuestra mortalidad y brevedad en el tiempo, y no por ello nos debe causar la infelicidad. Pero no hay que ser masoquista; no, más bien, un hedonista, que rechaza el dolor porque sabe lo que significa, lo ha experimentado y, por ello, no quiere repetirlo. Pero no quiere decir que lo quiera abolir...

Mis dolencias son físicas (es mi rodilla...) y emocionales. Por eso, mal que bien, escribo, como ejemplo de catarsis, de liberación. Indiferente a si está bien o mal...

Un saludo,

jueves, 4 de diciembre de 2008

Snake Plissken

Kurt Russell. Dirigido por John Carpenter. Cine de acción, bajo presupuesto, tipo Roger Corman. Un personaje de esos que vienen del Oeste, solitario, con sus pistolas enfundadas, chupa de cuero, botas de militar, vaqueros sucios y rotos, barba, greña.

Un personaje que encarna el héroe anarquista, solitario, brutal. El Hombre.

Me encanta Snake Plissken por muchos motivos. Y especialmente en la historia de "Rescate en L.A". ¿Por qué? Para salvarse de uno de los malos, imagen sarcástica del Che (un idealista, un asesino... como tantos otros) tiene que jugar un partido de baloncesto en una cancha, con reglas casi europeas. No valen los triples, son 2 puntos por canasta, todo el campo, 10 segundos entre canasta y canasta. Si no tira en 10 segundos, muere. Si falla, muere. Si no logra 10 puntos, muere. Por supuesto, Snake lo consigue. Todo entre combates de Gladiadores del siglo XX, con un César (o más bien, Augusto) latino en el palco.

Me gusta también por su mala hostia. El juego que hace a lo pistolero, siguiendo las "reglas de Bangkok", es divertido. Su persecución con las motos contra el imitador del Che es acción. Su forma de acabar con un Bruce Campbell irreconocible como El Cirujano Jefe de Beverly Hills (donde cruza una horrible vieja años 20 tipo Gloria Swanson en "Sunset Boulevard", o al menos eso me recuerda...) es de risa, y la crítica entera del mundo decadente de L.A. es de parodia. Hay mala hostia, sí, porque el letrero de Hollywood consumido por las llamas, y visto desde atrás, es una parte de esa inquina. O las risas a costa de la gestión del espectáculo en la ciudad.

Pero sobre todo, Snake es cínico, lacónico y superviviente. Encarna las virtudes precisamente del héroe, del país en que está, de aquella casta de hombres que el Western, género de géneros, retrató de forma tan acertada. Es un John Wayne, un Gary Cooper, un Lee Marvin. Es el tipo duro, el Hombre, repito.

Quería darle un homenaje. Dicen que Carpenter está pensando en la siguiente película, "Escape de la Tierra", que es muy apropiado. Si N.Y. y L.A. están arrasados, y el mundo convertido en un estercolero, ¿dónde ir?

Ah, y se fuma un cigarro tranquilamente, un "Espíritu de América", sin cortarse un pelo. ¿No es genial este tipejo miserable?

Un saludo,

sábado, 29 de noviembre de 2008

Nothing to live for, nothing to die for...

Hay un disco de Alan Parson's Project que se contiene una canción, "Children of the Moon", donde la letra dice en un momento dado:

We let the blind man lead the Way too long
Easy to see where we went wrong
Nothing to live for
Nothing to die for
We're Lost in the middle of a hopeless world
Lost in the Middle of a hopeless world

Me parece brutal, clara e incisiva. Y viendo ayer la última de Bond, James Bond, caí en la cuenta de que vivimos otros tiempos. Nada por lo que morir, nada por lo que vivir... antes, la gente se mataba por ideales, aunque los guiara otros sentimientos o hechos más prosaicos. Antes, se sentía el patriotismo, la ideología, el porvenir, siempre pensando en un mundo mejor... aunque fuera mediante pesadillas. En el documental de "The Power of Nightmares", de la BBC, se comienza con una coletilla también brutal; "Antes, los políticos nos prometían sueños de un mundo mejor. Ahora, simplemente prometen protegernos de las pesadillas"

Un mundo áspero, bronco, sin ninguna ideología válida, sin premisas morales, sin éticas aceptadas, sin ilusión ni futuro. Quizá siempre fue así, y ahora estemos viendo la desnudez más claramente, pero lo cierto es que la realidad va en pelota picada y no es muy agradable...

Ahora veo que la ilusión, el motor de los cambios, de las mejoras, y también de lo más horroroso (la ilusión puede fácilmente convertirse en otras cosas peores, como decía Marías en su "Breve tratado de la Ilusión") está perdida. Atontada. Anestesiada con el miedo a perder un empleo, a perder esos bienes que nos parecen tan importantes. Perdida en obtener otras cosas más pueriles... sin ilusión, no hay ideas, y sin ideas, no hay cambio. Sin cambio, permanecemos y, poco a poco, la decadencia hace mella en nosotros. La herrumbre del tiempo nos atrapa y morimos convertidos en una pieza de rastrillo sin valor alguno...

Antes era de otra manera. Ahora, también. Lo que cambia, siempre, es el tipo de visión que ponemos... pero la realidad, por desgracia, es terca. Y ser sarcástico, cínico o, simplemente, burlón, parece la única manera de encarar esa vida. ¿O no? Ya he hablado de ello... sin solución.

Un saludo,

viernes, 21 de noviembre de 2008

Nueva York

Es curioso cómo en toda tienda de decoración o con cuadros y fotos, tengan siempre alguna de Nueva York; el Empire State, el Flatiron, Central Park, el puente de Brooklyn... Además, láminas grandes, amplias. Suelo ver siempre a alguien que se lleva una bajo el brazo, y son de toda edad y condición. En las exposiciones de muebles, siempre hay una foto de las mencionadas, y suele coincidir con ambientes del tipo llamado moderno, de aspecto cosmopolita. Una pieza más del decorado...

Imagino que hay de todo. Desde el que desearía ir, y no puede, y se consuela así, hasta el hortera que se las da de viajado, "comospolita" e incluso internacional. También habrá el que simplemente vea un gusto estético. Además, Nueva York permite que se admiren los E.E.U.U. de América pero sin que se pierda el recelo por el nuevo Imperio. En todo caso, se tienen fotos de Nueva York, se sabe mucho de la ciudad por el cine (es donde se dan la mitad de invasiones alienígenas, asesinatos truculentos, catástrofes varias y por supuesto, donde todo ocurre, sea lo que sea, como metáfora de cualquier núcleo urbano) y se siente uno como si la conociera, pero lo cierto es que, Nueva York, con todo, no es más que eso; una ciudad.

Cada día me sorprenden menos las ciudades. Volví a Londres hace poco, rememorando mi vida allí hace muchos años. Cambiaron muchas cosas; primero de todo, que tenía dinero y me portaba como un turista. Y no me sentí apabullado, en ningún caso. Sí me sorprendí de una parte de la ciudad que no tenía tan vista; Regent's Park. Allí, un amigo de la Asociación, Israel, junto con su novia, Sole, me dieron una clase magistral de flora y fauna. Reconozco mi analfabetismo absoluto para éste tipo de cosas. Y por eso, disfruté, en plena ciudad, del campo. Eso sí me sorprendió.

También me sorprendí redescubriendo los almacenes de cultura que son los Museos hoy día. Almacenes de rebajas, muchas veces, porque allí van manadas de personas incapaces de saber a qué van. Un Museo es para ellos como el intermedio entre las compras en la misma tienda de ropa que tendrían en su casa (pero allí es que es otra ciudad, Londres, Nueva York, París...) y el restaurante donde no entienden ni la carta. A mí me encanta el British. Es un santuario del expolio mundial (como otros muchos museos, aunque he de decir que en España siempre decimos en bajo que la mayor parte de nuestras colecciones tienen factura, e incluso, supongo, con IVA) pero está muy bien organizado y orientado a la visita. También me sentí en el cielo, extasiado casi, con el MET de Nueva York. Incluso el Rijksmuseum de Ámsterdam me encantó, a pesar de que está pagado casi todo con plata y oro españoles... y en medio de aquellos lugares, democratizando la cultura, pagando a las agencias y sintiendo vergüenza ajena, siempre está el mismo turista impenitente de siempre, venga de donde venga.

Las ciudades son pocas para vivir, si no se tiene dinero. Si se tiene, hay que tener tiempo. El mismo equilibrio difícil de siempre. Yo no estoy hecho para el campo, porque soy demasiado vago. Salvo necesidad, no suelo hacer nada. Pero tampoco para la ciudad, porque incluso en los parques, ese remedio infantil de los humanos que intenta solventar la asfixia del asfalto, hormigón y hierro, acabo aburrido. Pero he de reconocer algo; no quiero colgar ninguna foto de N.Y. en mi casa, al menos no en sitios muy visibles, ni nada parecido. Atesoro momentos y sensaciones que una foto no recoge, y por eso, cuando veo en las tiendas donde últimamente paso muchas horas a gente comprándolas o admirándolas, siento nostalgia, siento soledad, y siento mucho no vivir en aquella ciudad, en aquellos lugares donde mi ensueño me llevaría... pero que no quiero colgar en las paredes de mi casa, pues ahí, aunque sorprenda, vivo.

Un saludo,

lunes, 10 de noviembre de 2008

Hasta luego, Trecet. Adios, Tony...

Acabo de descubrir ahora mismo que Trecet ha terminado en RNE3. Su programa, "Diálogos 3", llevaba muchos años. Yo, que recuerde, llevaba más de 15 años oyéndolo. Ha tenido mejores y peores programas, ha demostrado ser muchas veces un maleducado con los que entrevistaba, cortándolos, haciendo comentarios peregrinos, incluso siendo realmente molesto para el oyente que quería escuchar la música que él había encontrado, no a él.

Trecet también es para mí un recuerdo de la NBA, de los partidos de basket comentados por un tipo que inventó el "Catacrock!" o "Ding-Dong!" muchísimo antes de que el tipo ese de la Sexta jugara a ser un Speaker de primera. También había partidos que animaba igual que los destrozaba con eternas digresiones que no venían a cuento, aunque no mucho más que Barthe.

Para mí, éste tipo combinaba tres cualidades; encontraba muy buena música, le gustaba mucho y bien el baloncesto y, para finalizar, a veces hacía comentarios muy inteligentes, agudos, certeros, apropiados. No todo iba a ser un coñazo...

"Diálogos 3" era para mí una cita a la que llevaba siendo infiel casi más de un año. Pero recuerdo mis primeros programas, flipando con la música que ponía, mientras escribía cartas a un amigo que estudiaba entonces en Alba de Tormes. Puso también banda sonora a los tebeos y libros que leía, y también marco sonoro a mis siestas donde no dormía tanto como reflexionaba, o no reflexionaba tanto como dormía. Cuando comencé a trabajar, las tres era la hora en que había que sintonizar el 93.2 de la radio. Y cuando salía un poco antes de esa hora, tenía una radio portátil, que primero fue un walkman, luego una radio pequeña, después un mp3 con radio, donde sintonizaba a Trecet y escuchaba la ración diaria de buena música que ponía. Hubo un tiempo en el que estaba tan bien que los sábados y domingos hacía el programa (de nombre, por desgracia) Lara López, buena voz y mediocre selección.

Y así pasaron los años. Yo escuchaba cada vez menos fiel a Trecet, menos tiempo la radio y "Diálogos 3", y había cosas que se rumoreaban siempre de cómo hacía su selección de música (la mujer y su discográfica, entre otras) que no era siempre por puro buen gusto. Pero lo cierto es que era un oasis... que ya en 2007 avisaba sobre la futura sequía, puesto que la Radio pública, la de "todos", quería cercenar a los veteranos, por el coste y tal, y renovar de cabo a rabo todo. Y él lo decía, que no llegaba a diciembre de 2008... así que me encuentro hoy, 10 de noviembre de 2008, que el programa no se emite desde el 1. Ya veis, muchos días de infidelidad por mi parte. Pero ahora mismo estoy escuchando el podcast del último programa, del 31 de octubre. Sigue siendo él. Aunque sea grabación antigua. Es el programa que me gustaba, incluso teniendo una cierta menor calidad. Ahora ya no estará más...

A ésto se junta algo totalmente banal para algunos, pero curiosamente algo traumático para mí. He terminado de ver "Los Soprano". Y no digo más. Mi amigo Rafita, junto a su novia Tuul, y mi querida Cris, entenderán el porqué del trauma.

Pero hoy lunes, me entenderán que me sienta algo perdido. Trecet y "Diálogos 3", después de casi 20 años, ya no sé dónde estarán. Tony, Carm, Chrissy, Meadow, Sil, Junior, Paulie... esos llevaban también unos años. Puede que me reencuentre con Trecet en alguna otra radio, si eso es posible. Y puede que vuelva a ver la serie algún día (de momento, Metadona televisiva en forma de "Mad Men" o "Californication") pero no puede uno dejar de pensar en los amigos que se van. Como cuando cierras un libro y te despides de un personaje, o de varios, o de un lugar, o de unas situaciones y sentimientos. El mismo sentimiento de pérdida y de estar perdido. O, más bien, en el mismo sitio pero con menos luces a tu alrededor...

En fin. No siempre se van los mejores, pero no es mejor lo que se queda... a veces, solo es... diferente.

Un saludo,

sábado, 8 de noviembre de 2008

Los días del pasado

Tenemos una rara costumbre los seres humanos que consiste en idealizar el pasado y hablar de él como si fueran tiempos de oro y los actuales, de hierro. En los días pasados, todo era una Arcadia feliz, un mundo de jardines, frutas a rebosar, comida en abundancia, sol radiante, buena temperatura, placeres, agrados, buenos gustos y felicidad, en suma.

Todo eso tiene una explicación, por supuesto, pero es lo de menos. Lo importante es que los recuerdos, en un 90% de las ocasiones, son falsedades que nos inventamos para sobrevivir al presente o encarar el futuro, o manipulaciones para lograr objetivos. La Historia, así, no es más que un campo de batalla donde se libran sucias escaramuzas.

Normalmente, arrastramos un pasado con nosotros. No somos inmaculadas presencias en la Tierra, no. Pero dicho pasado lo cambiamos, modificamos y alteramos a nuestro gusto o disgusto ajeno. Si hacemos algo así con nuestras propias vidas, ¿qué no hacer con las extrañas?

Veo en amigos que hay tendencia a idealizar, hacer romántica su pasada vida. Da la sensación de que siempre "aquellos eran los buenos tiempos" y los actuales son inevitables males a sufrir con un extraño masoquismo o placer nada estoico. En vez de tomar del cuello el presente y hacer lo que deben, lo que quieren, lo que sueñan, se refugian en pasados falsos, en mitos, en leyendas urbanas. Da miedo esa falta de responsabilidad, esa comodidad ante la vida, la nula disposición a la lucha. Si no luchamos por nuestra vida presente, ¿qué importa todo?

El pasado es peligroso. Mal recordado, es un arma dolorosa. Inventado, una herramienta de manipulación del futuro. Hay que ser conscientes de la realidad, afrontarla y vivir con ella. Solamente así nuestro presente tendrá el valor, efímero, pero cierto, de la vida.

Un saludo,

jueves, 30 de octubre de 2008

Monarquías de anteayer

Es interesante observar, escuchar y leer las reacciones que provocan hoy el libro sobre Sofía, titulada Reina de España. En El País, cómo no, se filtran algunas de las opiniones de ésta mujer dichas en conversaciones con Pilar Urbano, de quien no tengo muy buena opinión, todo sea dicho. Creo que muchos las conocen, así que no me extenderé en ellas.

Lo interesante es ver cómo están los roles tan bien repartidos. Colectivos homosexuales se lanzan a degüello para defender su sacrosantísima homosexualidad ganada a pulso y peleada con rabia muchos años. Histriónicamente, incluso. Políticos de izquierda como Llamazares plantean un tibio, por no decir frío, republicanismo tímido y casi infantil, que entra en su esquema cerrado de tópicos. Otros de derecha, como Pujalte, pues defienden castiza, chulesca y desacomplejadamente lo dicho por Sofía, puesto que entra en consonancia con sus planteamientos tradicionalistas y conservadores, incluso reaccionarios. Y políticos de no se sabe qué signo, el PSOE, ni comentan. El resto, pues al ciudadano de a pie ni le va ni le viene, y al que va en Audi, pues le servirá para hablar de algo en la sobremesa.

Me choca que los colectivos republicanos de éste país, que son más bien un conjunto de pintorescos románticos, pueriles, incapaces de análisis crítico y sereno, juguetones con la memoria selectiva pero no con la constructiva y, sobre todo, impedidos de armar una buena y robusta oposición que pueda lograr una República en España, no hagan sangre más allá del tópico y del dogma. Hemos tenido muchas formas de denunciar ésta monarquía, de anteayer, de antes de anteayer, señalada por Franco y apuntalada por la ley de la Omertá política donde se repartió el botín (bueno, lo llamamos "Transición", elevada a los altares de la nula crítica) y sin embargo, desde aquel día que Carrillo decidió posar con la bandera de la Marina, usada por los gobiernos de todo signo pero especialmente y en los últimos 40 años por una Dictadura autoritaria, represiva, sectaria y criminal, repito, desde que posó con ella y no la tricolor, la opción republicana ha sido siempre de vino aguado, de leche con miel y de cuento del coco para muchos. No existe, no parece que pueda existir, una opción clara.

Así que tendremos un país de anteayer, con muebles de mañana, incluyendo huecos donde, como en el cuento del Rey Desnudo, vemos piezas de mobiliario que no están pero nos hacen creer que sí. ¿Siquiera tenemos un niño que lo grite bien alto?

Será que no...

Un saludo,

domingo, 26 de octubre de 2008

Peligroso Laicismo

La RAE define Laicismo como "Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa." Esto es, que las normas éticas, que las premisas morales, que los dictados y dogmas no provengan de ninguna religión. Pero es curioso que últimamente los administradores de esas religiones cargen las tintas contra el laicismo, tildándolo de antesala del infierno en la tierra, de llave para el anticristo y otras sandeces varias.

Viene a cuento porque en Londres, Dawkins, conocido ateo (que podría ser el apóstol del ateismo, el paladín del laicismo) ha logrado introducir una publicidad en los buses que es sencilla, demoledora y, quizá, infantil. Dice así: "Probablemente Dios no existe, por lo que relájense y disfruten de la vida"

Probablemente. Ha sido cauto, prudente y sereno. No ha cargado las tintas con un "Dios no existe" tan categórico como el dogma eclesiástico que dice lo contrario, ni ha generado una certeza tan presuntuosa como las de cualquier credo. Permite pensar, permite dudar, hace que nos planteemos que, quizá, Dios o los Dioses que hay por ahí no tengan por qué existir, que no sean necesarios para la vida. Y entonces, si es así, podemos pensar en vivir, en hacer de nuestro mundo un lugar mejor, un lugar más placentero y apto para la vida con felicidad, ese objetivo tan pocas veces abanderado por las religiones (que más bien hablan de la felicidad... tras la muerte)

Aquí, en España, seguimos dando palos de ciego. No producimos un ateo militante como Dawkins; no tenemos un hedonista ético como Michel Onfray. Carecemos de pensadores alejados de lo religioso que no sean tan dogmáticos como los dogmáticos religiosos. Tenemos el grave problema del péndulo, que nunca se queda en un punto medio, quieto, tranquilo. Siempre está en uno de los extremos, violento, inestable, peligroso. España es un país de extraños altercados mentales en los que siempre estamos inmersos, llevados a lo físico. ¿Qué será? Quizá, si entendemos el laicismo como lo define la RAE, otro gallo nos cantaría... aunque fuera gabacho.

En fin, mientras que los buses de Londres ponen esa publicidad de Dawkins y compañía, aquí, en Madrid, la EMT prohíbe un anuncio de una película que, a buen seguro, es muy peligrosa para la buena moral, la buena ética y la buena salud de los españoles, la de "Diario de una ninfómana" (el resaltado es mío)

País

Un saludo,

miércoles, 15 de octubre de 2008

Noticias varias, mismas reflexiones

Leo hoy en varios diarios lo de la prohibición del cartel de "Diario de una Ninfómana", y me encanta la foto de su protagonista, Belén Fabra, con cara de sorpresa tapando parte de la susodicha publicidad. Pacatería y moralidad absurda respondidas con humor y atractivo ingenio.

Pero la moral no para, y Rouco sigue empeñado en librarnos del relativismo moral y la ética pervertida del laicismo radical que nos lleva al nacismo y fascismo. Claro, todo a colación del recurso de la Agencia de Protección de Datos respecto de la última sentencia del Supremo que impide apostatar efectivamente, puesto que no se deja constancia en los libros de bautismo... primer paso para reducir la financiación de la secta católica en España.

Y si de moral hablamos, nula la de los politicos mundiales. Aunque algunos se maten en accidentes de coche por ir borrachos (y da pena que alguien muera, aunque sea neonazi, como el austríaco Haider) y otros confiesen el coñazo de ir a actos oficiales y luego se quejen de ser tildados de payasos (¿será que la verdad ofende?) la mayoría simplemente capea éste temporal de crisis financiera, siempre peor que la ética (aunque Rouco sostenga que "Dios es siempre de confianza"...) con recetas intervencionistas, mareando el mercado capitalista con socialismos extravagantes que pagan finalmente los ciudadanos de a pie... para que las oligarquías sigan igual.

No puedo dejar de recordar qué buena es la letra de "Cambalache" de Discépolo. Y como leer las noticias me la trae siempre a colación, aquí la copio por enésima vez... y las que quedan, ¡porque vaya enseñanza!

Que el mundo fue y será una porquería,
ya lo se...
en el quinientos seis
y en el dos mil también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublés...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldad insolente
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor..
ignorante, sabio, chorro,
generoso o estafador
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
¡No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao!
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón...

¡Que falta de respeto,
que atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y «La Mignón»,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
contra un calefón.

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril
El que no llora, no mama,
y el que no afana es un gil.
¡Dale nomás! ¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao!
Que a nadie importa
si naciste honrao.
Que es lo mismo el que labura
noche y día, como un buey
que el que vive de los otros,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.

Un saludo,

martes, 14 de octubre de 2008

Privatiza, que algo queda...

Lo reconozco, soy un maldito creyente en la intervención pública sobre determinadas esferas. Soy tan estúpido, que pienso en servicios como la sanidad o la educación y veo tontamente que la calidad de los mismos viene de la mano de un funcionariado profesional y capaz, estable y suficiente, que cure, enseñe y sobre todo mejore nuestra calidad de vida sin pensar en su posible despido o falta de salario. Soy tan memo que creo en una policía o bomberos públicos, gestionados por Administraciones, o en servicios tan poco esenciales como el agua o la electricidad en donde antes que el beneficio de unos pocos se tenga primero el buen servicio de muchos ciudadanos. Finalmente, soy un inepto total por no darme cuenta de que todo eso genera pérdidas inasumibles, aunque pagáramos más impuestos, porque se los quedan los políticos corruptos, contrariamente a la viva imagen de la probidad, honestidad y buen juicio de empresarios cuya benevolencia es infinita, y que en su consecución del beneficio, de la obtención de la plusvalía (ah, ese Marx, qué cascajo más desagradable...) solamente piensan en el mejor de los resultados para los usuarios y consumidores.

Desde luego, mi estulticia me impide darme cuenta de los inmensos y positivos beneficios de la privatización de todos los servicios posibles. Así, un día, cuando tengamos a Robocop o nos graven el aire que respiramos (quizá porque hayamos llegado a Marte) me daré cuenta de cuánto ha mejorado la policía y el buqué del oxígeno. También tendré una sanidad envidiable, donde antes que obtener dividendos para su junta de accionistas, mediante edificios construidos en plena crisis inmobiliaria con dinero público, se lograrán grandes resultados para los pacientes. Y mi educación será inmejorable, patrocinada por Coca-Cola y Ketchup Heinz, puesto que nada de inútiles trabajos de etnografía, paleografía, etología y cualquier otro palabro que acabe en -grafía o -logía y no tenga que ver con ¡Termodinámica! no no, pelotazo más bien... naturalmente, mis hijos (porque la moral me impedirá usar condones) disfrutarán de ventajas sumas como pavimentación a cargo de empresas sub-sub-sub-sub-sub-subcontratadas, iluminación mediante antorchas y hachones portados por nuevos esclavos de sus deudas, seguramente viejos profesores de gramática clásica (no la magnífica SMS) y sobre todas las cosas, mis hijos podrán decir que viven en la única Comunidad del mundo donde viajar en Metro desde Puerta del Sol a Plaça Catalunya se puede hacer con un Bono mensual, o siguiendo la M-90, anillo circundante a Madrid que pasará por Córdoba, Valencia, Bilbao y quizá con suerte Lisboa.

Desde luego, soy un viejo dañino. Tendría que morirme y ser enterrado, o mejor, incinerado en alguna de las empresas privadas de la ciudad que vierten cenizas a los parques (es bueno, porque fertiliza) y que son un negocio inacabable y, por supuesto, para no variar privado.

Claro que, privatizando los beneficios... hemos hecho públicas las pérdidas.

Un saludo, antes de privatizar este Blooog...

martes, 7 de octubre de 2008

Del mercado y la política

Hablaba el otro día de la obra de Marx, y creo que su vigencia es, cada día, mayor, aparte de que como dije, el Capitalismo sigue siendo nefasto. Tanto, que se ha decidido entrar a salvarlo de la manera más anticapitalista; interviniendo estatalmente en los bancos, puntales del sistema. Claro que eso significa socializar las pérdidas (el Estado se nutre de nuestros impuestos…) para que los beneficios sigan siendo privativos de unos pocos. Curiosa corrección al sistema…

Pero es que vivimos malos tiempos. El mundo capitalista del que formo parte, junto al resto, es depredador. Y cuando no hay presas a las que atacar, se revuelve contra sí mismo. Es como una célula convertida en cancerosa. Siempre va a por las mismas presas; las débiles. Las fuertes, salvo revolución entre medias, siguen respirando.

Es interesante que ahora mismo también haya una exposición en el Thyssen sobre la Primera Guerra Mundial (la Gran Guerra, la llamaban todavía en 1939) y se ponga de manifiesto la perplejidad ante la actitud del mundo intelectual y artístico, que era sobremanera positivo, exultante y entusiasmado con la lucha. Bueno, no todos… algunos desde el inicio la rechazaron, pero se unieron pronto al esfuerzo de mantener la hoguera encendida, antes de caer rechazados. Viene a colación esto porque era una época de optimismo, de ilusión en la prosperidad infinita, en el maquinismo, en el progreso ininterrumpido… como hasta hace poco ahora. Y vivieron luego su crack de 1929, algo que ahora se menciona mucho. ¿Estaremos a las puertas de algo parecido?

No lo sé. Es difícil, pero se muestra que cada uno salva los muebles como puede. Irlanda pasó de la UE, luego Alemania, y ya todos corren como narcos en una redada para que sus preciosos bancos, de pragmáticos capitalistas, sin puro ni chistera, salven los beneficios. De momento, el ladrillo se diversifica y se invierte en otro, el público (Sanidad, Educación) para así seguir el movimiento y de paso socavar el mismo sistema que socava siempre al Estado.

Tiempos absurdos, pero seguramente, si Marx los viviera, reconocería en gran medida las mismas constantes de su tiempo. Avaricia, codicia, y sobre todo, una izquierda rota, dividida, insulsa, que ya hace tiempo puso la cerviz bajo la daga del Capital, y que abandera proyectos bajo etiquetas vaporosas. El futuro siempre es oscuro, pero solamente vemos la tormenta cuando nos salpica.

Un saludo,

viernes, 12 de septiembre de 2008

Das Kapital

Quedaba el tercer pilar del mundo moderno (tras el religioso y el nacional) por criticar, y qué mejor que hacerlo mediante el recuerdo de los libros de un filósofo pobre, Karl Marx, maltratado ya en vida y mucho más posteriormente (Otro Karl, éste Popper, le dedicó argumentos como aquel criticando el historicismo de la obra de Marx) por decenas de “Liberales” (malogrado término a día de hoy) y otros triunfalistas post-soviéticos. Lo cierto es que el Capitalismo, como sistema actual económico y político, es nefasto. Y lo es por muchas razones.

Primero de todo, es como el Moloch ilustrado por Fritz Lanz en “Metrópolis”, un monstruo que devora sin compasión. Es un mecanismo feroz, que no para, que no se detiene, y que se alimenta de personas. Sin ellas, es ineficaz. Aunque las personas no deseen entrar en él, forman ya parte de él. Y no hay muchas maneras de escapar, salvo contadas ocasiones. Siempre hay reemplazos.

Segundo, está tan consolidado como sistema que no tenemos claro qué puede sustituirlo, y es más, el miedo a cambiarlo, con todas sus consecuencias, es infinitamente mayor que la esperanza de un cambio. Por tanto, usa el miedo, como la religión o el nacionalismo, para pervivir.

Tercero y más importante; genera muchos bienes, pero para ello, como decía Tomás Moro, primero ha de crear culpables para luego aplicarles un castigo. Esto es, primero han de existir personas esquilmadas, tierras sustraídas, producciones parasitadas y todo un compendio más de robos para pervivir. Con ese resultado, podemos comprar los armarios de Ikea, los pollos de Carrefour, el pegamento en Leroy Merlin, los televisores en Media Markt y así con todo. Una persona medianamente rica vive sobre los hombros de decenas inmensamente pobres. Como yo y casi todos los que leen esto. Perqueños carroñeros...

Así pues, uno se pregunta, ¿es posible cambiar el capitalismo por otro sistema? No. Se intentó en otras épocas, de manera ideal, sangrienta e incluso práctica. Fracasó. ¿Se puede entonces modificar el capitalismo? Prácticamente, no. Las moderaciones de los movimientos sociales han sido lentas, escasas, siempre a punto de perderse (como en nuestros días, donde un nuevo vendaval depredador busca aniquilar todas las mejoras de una pequeña parte del mundo) y encima, insuficientes. ¿Qué hacer, pues?

Dice el dicho castellano que “las cosas de palacio, van despacio”. Siempre es así. El ser humano no tiene grandes objetivos en mente a desarrollar con brillantez (antes hubo algún que otro estadista, pero los menos; el resto, son burócratas para el mantenimiento de su poder…) pero sí aspiraciones, anhelos y sueños. Quizá la corriente, si surge, sea capaz de parar el vendaval del que hablo (y lamentablemente, gran parte de la Derecha en éste y otros países sopla así al viento) mediante pequeñas acciones. Quizá Moloch no tenga mucho más que comer, y se haga más voraz y entonces más violento, usando para ello a sus guardias (sean los que sean; no es cuestión de policía o ejércitos, también está la coerción mediante sutiles formas como la de echar al individuo del sistema…) y eso vuelva a traernos las revueltas, revoluciones y demás motines sangrientos. O no, según Popper, porque la miseria del historicismo es lo que tiene. Como Fukuyama, la Historia acaba, ya no hay ideologías, solo un sistema, un mundo, una forma. El Capital.

Y yo ya parezco la bruja Avería…

Un saludo,

martes, 9 de septiembre de 2008

Más de religión

Si ayer criticaba los nacionalismos como un virus caduco e innecesario que produce más males que soluciones, hoy retomo mi diatriba contra las religiones. ¿Todas? se preguntará algún astuto lector (creo que no tengo de esos) y sí, diré que todas.

No hace falta ser experto en antropología para entender al ser humano en cuanto a su sentimiento de fe y necesidad de trascender. Todo hombre, desde que siente, intenta usar la parte racional para explicar su corta estancia en un mundo que cada vez se muestra más longevo que nuestra propia vida. Y claro, pensar que es irremediable la muerte, que el corto camino entre el nacimiento y el deceso es eso, estrecho, espinoso, sucio y breve, nos lleva a la angustia vital. De esa manera, el sentimiento más lógico es el de la fe, el de creer en una trascendencia, en un mundo más allá de la muerte. Ahí nacen las religiones.

O más bien, ahí se organizan. En el Neolítico, con los primeros casos de sedentarismo, esa mística se organiza y cae en manos de personas que ven su potencial. Serán los primeros sacerdotes, clérigos, administradores de la fe ajena. Ellos serán los que impongan las primeras leyes morales, quienes velarán porque la sociedad caiga en sus manos y con su pegamento ético, se mantengan fieles a un sentimiento organizado, ya colectivo, donde el individuo pierda su crítica y su capacidad de superar el miedo por sí mismo o por otros medios. La religión será la fórmula, y sus administradores, los ejecutores.

Porque cambian un miedo por otro miedo. Si nos aterra la brevedad y posible futilidad de nuestras vidas, ellos impondrán el miedo a transgredir las normas inventadas (con tino a veces, sin sentido las más) mediante el recurso a la condena eterna... eterna, suena muy largo. Pero el miedo es así, capta lo irracional y lo potencia. Y si queremos creer que "viviremos" después de morir, ya sea mediante el alma, su transmigración, reencarnación o lo que sea, ya hemos dado la llave para nuestro sometimiento. Que empezará siendo voluntario, pero luego nos hará esclavos.

Vivir es algo breve, pero no inútil. Ya con lograr que nuestros semejantes tengan mejores condiciones, presentes y futuras, con que la felicidad sea nuestro objetivo, para todos, y que mantengamos un mundo más o menos estable y sin penurias, tenemos más que suficientes objetivos. También el acomodarse es uno de ellos, y finalmente, está el peor de todos, el más nihilista; el religioso. Porque en él, somos egoistas, queremos la salvación por encima de todo (esto suena cristológico, o mitraico, o islamista, o casi cualquier otra religión que pensemos...) y por ello no vacilaremos en saltarnos reglas que son, a mi juicio, positivas para todos.

En suma, las religiones no son más que vicios adquiridos y alimentados por parásitos en forma de clérigos y acólitos, y si queremos mejorar nuestras vidas y las de los demás, vale más la pena pensar en fórmulas distintas que calmen ese sentimiento temeroso, buscando éticas sin necesidad de religiones que las soporten de manera "divina" y tratando de, sobre todo, convivir con nuestros semejantes.

¿Será posible o es otra quimera?

Un saludo,

lunes, 8 de septiembre de 2008

De más nacionalismos

Llamaba yo en otro mensaje a los nacionalismos catalán, vasco, gallego, leonés y cualquier otro en España como "micronacionalismos", por suponerlos tan enanos que era mejor denominación aquella. Error, porque entonces suponemos que hay nacionalismos e incluso macronacionalismos y que en todas esas escalas hay una gradación positiva o negativa según su posición. No, no nos equivoquemos. Nacionalismos, de todo tipo, son siempre negativos.

Un nacionalismo no suma, excluye. Un nacionalismo no une, separa. Un nacionalismo no genera ni innova, anquilosa y detiene. Un nacionalismo, en líneas generales, acaba siendo violento, peligroso para todos, integrantes o no, y destructor de todo tipo de valores. ¿Por qué esos calificativos? por lo visto en la historia desde el siglo XIX, donde emergen con fuerza, y especialmente en el siglo XX, causantes de dos guerras mundiales, de innumerables conflictos europeos y extraeuropeos (ya sabemos que la Historia es eurocentrista...) y de millones de muertes.

Quizá la cura esté en una frase, cargada de hondo clasicismo, que dijo una vez Maragall, ahora enfermo y por tanto objeto de muchas burlas; que el futuro estaba en los municipios, en las ciudades. Ese era el modelo antiguo de Roma, la urbanidad, entendida como reglas cívicas en una urbe, el punto de encuentro de todos, el Foro humano por excelencia, el crisol. Evidentemente, ciertos valores no deberían continuar (la esclavitud, por ejemplo, aunque aun exista con otros nombres y formas, o el machismo absoluto) pero otros deberían resurgir, como respuesta a los nacionalismos. La ciudadanía como motor, como elemento propio de nuestro planeta. No el definirnos por pasados míticos, lenguajes unívocos, costumbres reinventadas o idiosincrasias elaboradas.

Me da más pena que un vasco en San Sebastián responda que él no es español si no euskaldún (en perfecto castellano, claro está) no por no definirse como español, si no por reducirse aún más en su nacionalismo de inclusa. Me da pena que no se dé cuenta de que ser vasco o español son etiquetas reducidas, limitadas y pobres. Que no se considere ciudadano, más en nuestros días, donde se califica más de pintoresca su actitud que de noble. Un hombre de mundo, como antaño se decía, liberal, a la antigua usanza, capaz de comunicarse en su idioma u otros (el lenguaje, esa es la gran barrera, y al tiempo, la gran definición... una lengua es la expresión del pensamiento individual y colectivo, y por tanto, la herramienta a observar y conocer para entender...) y desprovisto de prejuicios, capaz de ser crítico con sus propios orígenes, escéptico ante lo que no es demostrable... ese es quizá el modelo a seguir. O al menos, un posible ejemplo.

Yo, desde luego, vivo en España, soy español por nacimiento, madrileño también por nacimiento, de Carabanchel, y si así siguiera... apenas habría dado un paso fuera de mi casa. Y como decía Gandalf, los mayores viajes comienzan dando un simple paso más allá del felpudo, y luego otro, y luego...

Ese es quizá el viaje que nos falta a todos para curarnos de ese virus del siglo XIX; el nacionalismo.

Un saludo,

viernes, 5 de septiembre de 2008

Abortar en tiempos de crisis

Pues sí, ahora estamos en nueva vorágine política, empresarial, escolar... y lo que ha saltado a la palestra pública es el tema del aborto. Por supuesto, voces a favor y sobre todo, gritos y escandalosos regüeldos en contra. De los de siempre, los que piden libertad religiosa y buscan restringir la ajena diaria...

Voy a despacharme con pocas frases en este asunto.

Que hagan un estudio de hasta cuándo y cómo se puede abortar, sin riesgo para la madre. Una vez hecho eso, que la sanidad pública y la privada tenga capacidad de aceptar la demanda. Si estás en la pública, no hay objeción de conciencia válida. Sirves a los ciudadanos, al público, no a una ética limitada de un grupo concreto. Y cuando sea así, que la mujer decida.

Si quiere, aborta.

Si no quiere, no aborta.

Punto.

El resto, todo es estupidez, fanatismo, intento de someter al resto a un credo, ética y forma de vida. Y eso es, simplemente, una forma de autoritarismo que conduce a los totalitarismos que ya hemos sufrido.

Un saludo,

jueves, 4 de septiembre de 2008

La Iglesia Evanjelica para la formación...

No, no han leído mal. EvanJelica. Tal cual. Es un cartel que he visto, discretamente guardado tras una puerta que antaño fuera taller mecánico y ahora, reconvertido en Iglesia que ocupa parte del sótano de mi viejo hogar, del que me mudo en breve. Y eso, porque mi padre, siempre observador, me descubrió la instalación de ésta Iglesia de inmigrantes iberoamericanos ahí mismo, bajo mi puerta.

Puedo decir que no es el único negocio que han abierto. Al lado de mi portal, antaño había una empresa de limpieza. Ahora es gestoría para llevar los papeles de los inmigrantes, preferentemente, ecuatorianos. En una esquina, el bar de siempre, donde me envicié con mi primera máquina matamarcianos (bueno, realmente, el Double&Dragon) ahora es una especie de bar fantasma regentado en ocasiones por extraños sudamericanos. En la calle de al lado, otro bar, donde me tomaba churros con chocolate en las mañanas de resaca, ahora tiene platos impronunciables, también de éste colectivo.

Por la calle los veo, igual que los quinquis antiguos del barrio, con camisetas rotas o sucias, achaparrados, igual de morenos, regordetes, seseantes, miradas desconfiadas, salvo cuando están con sus compañeros en el antaño bar de los siniestros más conocido de Madrid, el "Brujas", epítome de las peleas de bandas callejeras de cuando copiábamos el sistema a N. Y. pero sin ir más allá de los puñetazos. Ahora, beben allí, pelean a puñetazo limpio igual que antes siniestros, rockers, punkis y fachas, pero entre ellos, por mujeres mayormente, por palabras mal entendidas o mal dichas, por desesperación, por alcoholismo y por trabajos que siguen embruteciendo a los hombres.

Todos ellos, ahora, tienen una Iglesia EvanJélica. Con J, por supuesto. Indiferencia a la B y la V (vodas, he leído, y vizcochos) a la G y la J, a la S en vez de la C (casi siempre) aunque mucho voseo y uso del usted... agora tienen, vive Dios, una Iglesia donde formarse. ¿En gramática? ¿sintaxis? ¿fonética? ¿semántica? ¿ortografía? No. En la única forma de agua, según reza uno de sus panfletos, que de verdad sacia la sed... ni que fuera un anuncio.

Alguna vez he expresado que no me importa la inmigración. Mi padre pasó años en Bélgica y Alemania. Trató de cruzar los Pirineos cuando cumplió 18 años, siendo detenido por la Guardia Civil y devuelto a su pueblo con algunos golpes. Mi tío Vitorino también emigró, se casó con una belga, vivió allí muchos años y ahora, por aquello del buen clima, vive en la costa con su pareja. Tengo familia que ha viajado e incluso una rama instalada en Australia. Dentro del país, muchos han cambiado su residencia, yendo en busca de trabajo y mejores oportunidades. ¿Acaso con éstos antecedentes no he de entender a qué viene un rumano, un senegalés, un ecuatoriano o un marroquí?

Pero en esas historias de inmigración de antaño, algo había diferente. Cuando en los barracones donde se alojaban alguno montaba gresca, robaba, se portaba como un cenutrio o la hacía gorda, los propios compañeros le echaban con cajas destempladas, y trataban, con mucha vergüenza, de no relacionarse con ellos ante los patronos. Se intentaba ser educado, respetuoso con normas y conductas que no eran las propias, a veces asombrados de la distancia ética y material entre España y el país en el que estaban. Había consideración, casi veneración, ante aquellos ciudadanos de otros países.

Aquí, sin embargo, la cosa es diferente. España es el segundo país del mundo que más inmigración ha recibido después de EEUU. Flipante, colega. Y claro, con todo entra lo bueno, lo malo y lo peor. Y en general, entra lo que puede entrar, aquellos que se lo han trabajado para estar aquí. Y muchas veces, ante la perplejidad y silencio de los que estábamos ya por acá, han decidido que no tenían que respetar reglas de nadie, salvo las propias, y tampoco dar cuentas a nadie. Lo entiendo; somos un país que emite miles de normas y siempre buscamos la manera de incumplirlas, si no de ignorarlas. Buen ejemplo.

Eso sin embargo ha degenerado. Y ahora, con el grifo de la construcción estrangulado, muchos se plantean, ay madresita, virgen del camino y otros santos varios, si ha sido buena idea venir aquí. Pero para eso ya está su solución; la Iglesia EvanJélica... donde serán formados en... las buenas doctrinas del patrón religioso charlatán, previo pago de una buena comisión. La Religión organizada es lo que tiene, si no se le paga, como la Mafia, rompe algo. No piernas, pero sí nervios morales, fibras éticas y otras esencias dignificadoras de la vida.

Tomad este mensaje como un chiste. El de un país donde dejamos (ya lo hacíamos) degenerar el lenguaje, y por tanto, la expresión de la realidad. El de un país, España, que no ha sabido acoger a éstas personas, y ellos, en consecuencia, han hecho lo que les ha parecido. ¿Guardar colas? Cuando parece que algo parecido se formaba en las marquesinas de autobús, llegaron ellos para ignorarlas... y recibir reprimendas, como la de mi padre, emigrante retornado, es racismo. Igualito que el de los rubios y atléticos belgas que arrasaron su Congo durante años...

Gracias, evanJelizadores. Gracias a vosotros, la humanidad está mejor.

Un saludo,

martes, 26 de agosto de 2008

Pasión

Acabaron los juegos olímpicos. Para mí, los fastos dictatoriales de un país sumido en la desgracia de un capitalismo salvaje dirigido por un estado implacable. Pero como dije, y mantengo, solamente he visto Baloncesto, y con eso me ha bastado. Del resto, poco puedo decir.

Y es que la pasión levantada por el baloncesto ha sido brutal, esta vez. Venía un equipo aparentemente cansado, con pocas renovaciones, bamboleado por la destitución aun hoy, a mi juicio, injusta, de Pepu, con el toque de atención de la plata europea (¡Toque de atención! de verdad que no puedo con el periodismo en éste país, algo de lo que hablaré en otra ocasión...) creando recelos en todos, de tal manera que no todos apostaban por su presencia en la final, y mucho menos, por una medalla mayor que el bronce. Un equipo así, con dudas para muchos, se tenía además que enfrentar al estúpido de nombre equipo americano, el "redemption team" que iba a humillar a todos y a dejar el pabellón alto. Los Bryant, Howard, LeBron, Kidd y demás tenían que demostrarlo.

Y la pasión... llegó. Llegó primero en la semifinal. Afinado el equipo, luchó y sufrió contra Lituania, magnífico equipo de algo más que cachas de discoteca, con un Saras magnífico, mágico, demasiado inmerso quizá en controlarlo todo. Y ganaron a Lituania, llegaron a la final y, como si nada, añadieron otro peldaño a la justa fama que merecen.

Porque la pasión lleva forjándose varios años. 1999, venciendo en el junior a EEUU, precisamente. Y antes del Mundial, medallas en Europeos, buenos puestos, buenas sensaciones... y luego, campeones del Mundo. Ahora siguen siéndolo. Y luego, subcampeones de Europa, gracias a la nefasta (y avariciosa) gestión de la FEB. Y ahora, subcampeones olímpicos, tras firmar uno de los mejores partidos de la historia del baloncesto.

Porque, vamos a ver... ¿Rudy machacando "in your face" sobre Howard? ¿Ricky pasando el balón entre sus piernas con descaro o penetrando como si nada a canasta ante Kidd? ¿Gasol dejando en la pintura a otros pivots mientras entraba o Felipe quitando rebotes de oro? ¿Y Navarro reivindicándose ante los rivales NBA con canastas preciosas? Triples, un marcador que los EEUU nunca lograron estirar demasiado, miedo en el cuerpo, gestos nerviosos y maleducados como el de Bryant, caras de pánico, susto total... Y árbitros que no pitaban pasos cuando los hacían los NBA...

El partido, lo siento mucho, lo pudo haber ganado España si no hubiera desequilibrado ligeramente la balanza el arbitraje. En un mundo justo, España podría haber ganado el oro. O no, porque el equipo de EEUU era muy pero que muy bueno. Peor esas ayudas, sobran. Adulteran el deporte. Aunque no la pasión...

España está en el Olimpo, aunque no tenga el trono codiciado. Está en lo más alto. Y Aíto, fiel a sí mismo, se va a por otros retos. Ahora mismo se acaba un ciclo, y dentro de varios años, seguramente, veremos envejecidos a Gasol, a Jiménez, a Berni, y diremos "¡Hostias! Esos tipos fueron de lo mejor, hicieron virgerías, demostraron casta, orgullo, hambre de triunfo... y casi lo lograron, sin miedos ni prejuicios. Y yo lo viví..."

Yo lo he vivido. Me han recalentado la pasión. Sin ellos, no habría corrido lleno de rabia a retomar una bola, que no tocaba en semanas, para jugar una pachanga de barrio. Y con eso, que no es poco, ya es mucho lo que tengo que agradecerles. Lo hago también con los que conquistaron otra plata hace 24 años. Lograron que mi ayuntamiento me pusiera canastas frente a mi portal, que muchos bajaran a jugar y que yo, tonto de mí, me enamorara de éste deporte y no del de dar patadas. Hossana, Gloria Bendita y demás tontunas. Es que es para vivirlo, el Ba-lon-ces-toooooo...

Un saludo,

sábado, 9 de agosto de 2008

Lecturas de verano...

El sábado 26 de julio, leía en El País dos artículos bien diferentes entre sí. Uno, lleno de estupidez provinciana, de miopía y ralentí intelectual incapaz de entender realmente un hecho concreto, y otro en cambio valiente, amplio, inteligente y certero.


El primero era de Suso de Toro, un escritor gallego que criticaba el manifiesto en defensa del castellano con una comparación chusca a
la Selección de fútbol española campeona en la Eurocopa. En cuanto al manifiesto en defensa del castellano, firmado entre otros por Savater (un tipo que, a pesar de sus bandazos, me parece interesante en muchos de sus planteamientos) lo califica de “culmen de subjetividad e irresponsabilidad”, o de “maniobra faccional y partidista” que “manipula miedos, resentimientos, emociones” o que “parte de falsedades que llevan tiempo difundiéndose”. Si estos fueran argumentos de un facha contra un manifiesto a favor, por ejemplo, del gallego, creo que servirían perfectamente igual. Porque resume en mucho la miopía galopante de los nacionalismos (casi los quiero llamar micronacionalismos) en España. Todo lo que sea unidad es facha. Todo lo que sea lengua común, es facha. Todo lo que represente un símbolo común, es facha. Lujuriosamente, se olvida que los micronacionalismos también pretenden crear esa unicidad única y unívoca, ese UNO eterno, indivisible y omnívoro. España, por suerte, no es de uno solo. Tampoco lo es Cataluña, el País Vasco, Galicia o cualquier otro territorio que se ha dado en constituir como “nacionalidad histórica”, significando eso la invención del pasado mítico que ya aquejara a otras como la España de los Pelayos, de los Godos, de la Hispania romana o de cualquier otro mito construido en base a la mala digestión de la historia.

Suso de Toro, desgraciadamente, en el periódico, muestra esa misma “fábula xenófoba” que critica, puesto que se olvida de la gran frase que a mí me encanta sobre el manifiesto y que lo hace tan interesante e imprescindible, dicha por Savater:

"Los ciudadanos son quienes tienen derechos lingüísticos y no los territorios ni mucho menos las lenguas", esto es, que la lengua es una pertenencia de las personas, no de los Estados, Naciones o Territorios que la quieren monopolizar y de las personas que lo usan. El instrumento, no el sujeto...

“En España solo se habla Español” o “En los Països Catalans, solamente se habla Catalán”. El lenguaje de cada persona es suyo, y triste es que un Estado quiera imponer otra cosa. Pero aparte, la supervivencia de una lengua no es cosa de un Estado, si no, más bien, de las personas que lo integran. Si esa lengua la quieren dejar de lado en pro de otra más eficaz, ¿acaso el Estado debe forzar al uso de la que abandonan? ¿no es una violencia coercitiva, la de imponer algo, que se debió ya olvidar en los años 70? porque los mismos que lucharon para que en España cada uno hablara en la lengua que deseara, ahora mismo se quejan de que se vuelva a la imposición, pero del catalán, del vasco o de cualquier otra lengua tan antigua como la “Llionesa”, por ejemplo, en detrimento de la que era común. Y ojala fuera esa el latín...

Paso ahora de Suso de Toro, que con éste artículo, digo, me ha dejado clara su capacidad intelectual y rabiosamente provinciana, para hablar de alguien que me parece un verdadero maestro de las letras, usadas éstas con inteligencia. Muñoz Molina, un hombre que cada año, en cada artículo, en cada libro, escribe siempre algo merecedor de la más grande atención y aprecio.

En el mismo periódico que el anterior, escribe un artículo llamado “El amigo del tirano”, y que resulta dolorosamente afinado. En él, deja clara una realidad absoluta y triste. Cuba es una dictadura, pero al ser de un pretendido dictador de izquierdas, tiene un absurdo apoyo de intelectuales que le doran la píldora al glorioso Comandante y su séquito, incluido su hermano Raúl (de la dinastía comunista de los Castro) por parte de algunos como Gabriel García Márquez o algunos actores e incluso políticos que ni siquiera sabrían decir que es la Realpolitik que practicaron en su día (González, Aznar...)

Lo lamentable del tema, visto en el artículo, es que la subjetividad del escritor se torna servidumbre y lacayuna actuación ante hechos deleznables. Represión, tiranía, estado policial y delatorio, exilio, muerte, encarcelamiento por mantener ideas o formas de ver la vida distintas del Poder... todo eso es común a los totalitarismos, y parece que lo olvidamos si en la etiqueta pone “de izquierdas”, porque se considera un tránsito necesario a un mundo mejor. De Cuba seguirán diciendo los intelectualillos menudos y miopes que tiene (o tenía) un envidiable sistema de salud pública, grandes investigadores, emprendedores en la vida intelectual... la realidad es que los emprendedores se van del país, que los investigadores están en cualquier sitio menos en la isla y que la salud pública se parece cada vez más a la privatizada por el PP en Valencia o ahora en Madrid. Sin contar que son cantinelas, ¿cómo las denomina Suso de Toro? ah, sí, que parten de “falsedades que llevan tiempo difundiéndose”...

Leyendo ambos artículos del mismo periódico, llego a la conclusión de que hay dos tipos de intelectuales, y un tercero que no entra en el calificativo. Los graves, duros, insumisos, que intentan llamar a las cosas por su nombre, mal que les pese a muchos, ganándose la repulsa de otro de los grupos, el de los servidores de un poder cualquiera que sea (el que cree las letras nacionales o “micronacionales” y por tanto mi nicho de mercado, o el que me permita escribir a mí pero no a otros muchos, porque yo nunca dañaré el prestigio del Poder) y que son lacayos, siervos, meros voceros de una falsedad continuada. Y un tercero y último, el de los inquietantes grises que pululan esperando un día ver qué acaban siendo, si de los primeros por decenas de causas (ver las cosas como son, por rencor, por desencanto...) o de los segundos porque se han sabido arrimar a tiempo. En todo caso, las lecturas de verano, en este caso del periódico, me llevan a una simple reflexión; sea el tiempo que sea, siempre hay alguien que da la cara, y por eso, se la partirán.

Yo, al menos, trataré de recordar sus caras antes de cualquier cicatriz...

Un saludo,

martes, 5 de agosto de 2008

Olímpico desprecio

Es interesante ver cómo cambian los tiempos. El barón Coubertín o cualquiera de los miembros de aquellas Polis que competían entre sí para ver quién corría más o peleaba mejor buscaban ambos lo mismo; reconocimiento, superación, demostración de lo que el esfuerzo podía lograr... y entonces llegó agosto de 2008. Las olimpiadas de China.

Muchos juegos han tenido polémica, y la mayor de todas, siempre, ha sido la del boicot. Ha planeado en muchas ocasiones, por motivos diversos (ideológicos, raciales) y siempre hubo juegos (excepto en las guerras mundiales) aunque tuvieran en muchos casos resultados diversos, favorables o adversos. Incluso hubo países que no fueron a algunos juegos, como aquel famoso desplante de los EEUU a la entonces URSS, desprecio absoluto y prepotente, pero que no canceló esos juegos.

Berlín, verano de 1936. En España nos estamos matando por ver quién lleva más la razón; en Etiopía, la Italia fascista está siendo humillada; en los EEUU, la Depresión está intentando ser atajada con el socialismo real de Rooslvelt; y Leni Riefenstahl prepara kilómetros de película para plasmar un documental heróico, muy al gusto de la Alemania de entonces. Lo curioso es que los recelos ante un dictador como Hitler no están tan arraigados como pensamos, y las críticas son mínimas, incluso desde grandes figuras. Se le respeta, se le conceden honores, se le califica de hombre del siglo... y la Alemania que va nacificándose con sus campos de concentración (Weyler en Cuba abrió camino) aun no arrastra sus Panzer por Europa, si no sus raciales y bellos arios competidores. Y no parece que nadie quiera discutir por no ir a un país que abandonó la Sociedad de Naciones, que maltrata a los judíos legalmente, que tiene doctrinas consideradas neutras ante otros peligros mayores, como el comunismo. La Alemania nazi de Hitler, el Berlín de 1936, será escenario de unos juegos olímpicos. Y vaya fastuosidad, propia del gusto monumental de los dictadores, autócratas y déspotas...

Pekín, verano de 2008. En España nos seguimos insultando y machacando por ver quién lleva más la razón; en África mueren de Sida millones al año; en los EEUU se vive un momento de nacificación modernizada; y Leni Riefenstahl ha muerto hace ya unos cuantos años tras vivir como una centenaria, heroicamente. Lo curioso es que el Partido Comunista importa menos que la potencia económica de China, las críticas, aunque muy extendidas por todo el mundo, no las hacen los estadistas ni los gobiernos. Se respeta al gigante asiático, se le permite censurar internet con la ayuda del Santo Google y Microsoft, se les deja seguir con sus campos de reeducación, se sigue permitiendo la pena de muerte arbitraria y el ejercicio del poder de una oligarquía que en vez de un gran emperador posee varios (El politburó a la china) y se admite que reprima la religión, las ideas y la manera de vivir de sus ciudadanos (o siervos) sin que eso implique más que sonrisas, apretones de mano y miradas a otro lado, al tiempo que se oprime a diversos grupos por no aceptar el monolito político. Porque China mueve millones, no solamente de personas (una fuerza demográfica bestial, aunque en el peor sentido de la palabra) si no de mercancías, de productos (aunque sean de calidad ínfima, producidos en condiciones que ni siquiera son tan malas como las del Londres descrito por Jack London de inicios del siglo XX o la masiva industrialización de otros países, y aunque eso produzca el empobrecimiento de millones a lo largo del planeta, aparte de proseguir a mayor y peor escala el arrase y menoscabamiento del planeta) y, por tanto, es el pozo de avaricia, de ambición, de suculentos beneficios que todos desean. ¿A cambio de unos miserables juegos olímpicos, que ya también son siempre negocio y apenas demostración de nada? pues sí, vendamos baratos los conceptos. ¡Es época de saldos!

Los autócratas, déspotas y tiranos que rigen China podrán seguir mirando, desde sus tacones de botines occidentales de gran tamaño, por encima del hombro a los occidentales. Igual de patéticos y de remilgados en la sumisión, hasta el punto que dan lástima y asco, son de jactanciosos, engreídos, vanidosos y creídos cuando tienen certeza o idea de poseer la sartén por el mango. Y con ella, a freir espárragos todo aquello que pudiera significar la antorcha olímpica, salvo el olímpico desprecio, naturalmente, a todos los valores que el mundo occidental, mal que bien, ha ido tejiendo durante varios siglos.

Yo veré, seguramente, el baloncesto de los juegos, y también sentiré un cierto orgullo si mis compatriotas logran medalla. También sentiré orgullo de los atletas que logren triunfos merecidos, sean de donde sean, si es honesta la victoria. Pero me negaré al resto, pues es mi minúscula manera de boicotear estos juegos. La verdad, he sido a ratos epicúreo en mi vida, muy escéptico casi siempre y ahora, últimamente, cínico. Serán los tiempos sin valores que poseemos, ¿o será que los tiempos siempre tienen valores pero los solemos olvidar?

Un saludo,

lunes, 4 de agosto de 2008

Profesión y Afición

Tengo una profesión, por referirme a la ocupación que me da dinero, a la cual no me dedico más que lo imprescindible y, cuanto menos, mejor para mi salud. Y tengo por oposición varias aficiones, por referirme a las ocupaciones que no me dan dinero, a las que me dedico siempre que puedo y cuanto más, mejor para mi salud. Esta contradicción, que puede escandalizar a los que todavía creen que el trabajo es lo más importante de la vida, lo que nos realiza como seres humanos, aquello que centra y dirige nuestro destino, no es tal. A veces, la afición da dinero y entonces se hace profesión, y el equilibrio, delicado, difuso, muchas veces en el filo cortante de la realidad, genera otro tipo de nerviosismo, de agotamiento.

En España, según épocas, la gente es más o menos feliz con su trabajo. Resignada, más bien, y por tanto aceptando que tendrá por compañeros a gente que aguantará, más que disfrutará, por muchos años, día tras día. Y por tanto, en la resignación, en la acomodaticia aceptación de la situación, encuentran cierta felicidad. Pero esa felicidad es mezquina, mediocre y muchas veces, inicua.

Los tiempos cambian, siempre, aunque algunas cosas permanecen. Hemos aceptado la lacra del trabajo como algo natural; malos horarios, actividades que no haríamos salvo por dinero, muchas veces, poco dinero... es entonces lacra, sin paliativos. Sin embargo, siempre algunos tratan de escapar de aquella mediocridad, y sabiendo que necesitan sustento alguno para ello, o buscan trabajos sin complicaciones, con tiempo y recursos, o son rentistas (como mi amigo Rafa, que sin embargo, entra dentro de los felices afortunados que trabajan en lo que le gusta, y por tanto, afición y profesión son lo mismo) o hijos de millonarios o gente de muchos recursos. El soporte financiero es siempre necesario, para lo que sea, desde componer sonetos hasta pintar cuadros o construir grandes obras de arte.

Por eso, desde una de mis aficiones, denuncio algo que me enerva, en el sentido castellano de dejarme sin fuerzas, derrotado, laxo, inerte; el conocimiento del pasado, aunque sea de una mínima porción del mismo, es una de esas cosas que casi nadie comprende, casi nadie apuesta por ello, casi nadie pone un euro por conservarlo y mantenerlo. Puedo hablar del mundo romano, para mí, uno de los episodios que más han hecho por configurar quiénes somos hoy día en gran parte del mundo, y qué legados disfrutamos y nos hacen la vida mejor.

Vengo de una localidad alicantina llamada Villajoyosa. En aquella ciudad, hay numerosos yacimientos de diversas épocas, y también hay proyectos para dar vida y capacidad interpretativa a algunos de ellos. Pero el escollo principal es que, como siempre, hay una visión miope, menguada y distorsionada de lo que es la cultura por parte de muchos de los dirigentes locales. No todos, ojo. Por eso, esta dicotomía es homenaje a uno de ellos, principalmente. Un hombre con buenas ideas y mucho trabajo a cuestas, Pedro.

Pedro trabaja sin descanso, busca fórmulas para, con un presupuesto inexistente, lograr que muchos conozcan qué hay en la ciudad de que hablo. Fenicios, romanos, musulmanes, cristianos, piratas y corsarios... atesora tal cantidad de historia este lugar (como muchos otros de nuestro país, de Europa, del Mundo) que resultaría ineficaz cualquier intento de resumirla. Quiere un Museo, quiere integrar algunos yacimientos en el mismo, lograr que la diversión de sol y playa se complemente con la cultura, la que nos habla de nuestro pasado, de nuestros orígenes y de nuestras costumbres, adquiridas en el curso de los años, de los siglos. Quiere que se reconozca la importancia, por lo que cuentan, de algunos lugares y objetos impresionantes. Y la poca ayuda que tiene, por desgracia, es la de algunos entusiastas, como por ejemplo, nosotros; los locos de “Hispania Romana”.

Ya he dicho que es una de mis aficiones. Presido, hasta fin de año, ésta asociación cultural que no es meramente un grupo de personas que se disfrazan de época, si no de gente que comparte un valor común; conocer la historia y contársela a otros. Pedro es uno de ellos. Y ojalá, con nuestro concurso, mínimo, gota en el océano, logre acercarse y lograr esos objetivos. Entonces sentiré que mi afición, por la que no me pagan, me ha recompensado ampliamente, más de lo que parece.

Sé que otros dirán que hay cosas más importantes; salvar a las especies con las que compartimos piso pero a las que sisamos de la nevera común, democratizar el mundo, lograr más justicia y paz, pan para el hambriento y salud para el enfermo, desfanatizar al religioso y dar consuelo al necesitado e incluso lograr que algunos tomemos en serio proyectos ilusos. Pero soy subjetivo, cómo no, y por tanto, así plasmo mi defensa.

Trabajo o afición... de algo hay que vivir, pero también por algo hay que vivir.

Un saludo,

lunes, 21 de julio de 2008

Hartazgo de la mediocridad... ajena.

Resulta que uno va cumpliendo años, y muchas cosas que antes se sobrellevaban o aguantaban sin problemas, ahora ya no se soportan. A veces, ni siquiera se pueden permitir. Y se llega a la conclusión siguiente; tantas veces visto el mismo problema, la misma mediocridad, logra indisponer contra ella y violentar la paz del espíritu y la sobadísima paciencia. Por tanto, uno salta... y sea éste un mensaje cínico.

Harta ver la mentira en labios ajenos, soltada con inmaculada despreocupación. Harta también la petulancia, el jactancioso y el bravucón, el valiente de boquilla y el chulo de piscina. Harta ver al que siempre saca punta a las cosas, el que está con la coletilla dispuesta, al que siempre hay que escuchar la frase comenzada con el "si yo..." perenne. Harta, en suma, la podredumbre de la falsedad, de lo inventado sin más objeto que el enaltecimiento propio y disminución ajena, el fomento de la envida o su paliativo mediante el recurso a la mentira.

También, y eso más, harta la mediocridad. El ser que presume de inteligente, de agudo, de listo, de intelectual. El ser que al hablar expele flatulencias, y al escuchar, orina. El que se da de lo que lo es, pero es peor de lo que piensa que es. El mediocre que no puede callarse, pues su silencio para él es un error, y el vacío hay que rellenarlo de palabras. El mediocre, en suma, que pretende ser lo que no es. Esos son los peores, y son legión, o legión y media.

Hartan tantas cosas que no seguiré. Me tomo vacaciones, y me convertiré en uno de los mediocres veraneantes de playa y piscina que cohabitan con miles de semejantes, del género ovino o bovino, entre arena y hierba, sin alternar como Nadal, si no, más bien, como los susodichos animales. Porque, a fin de cuentas, no hay genio de 24 horas, pero sí mediocres a jornada completa.

Un saludo,

viernes, 18 de julio de 2008

La ilusión y el cinismo

Suenan contradictorias, ¿verdad? pero en realidad uno de los estados es consecuencia del otro. No se puede ser cínico sin antes haber tenido ilusión por algo.

Primero, el que tiene una ilusión y aún no se le llama iluso, suele usar palabras llanas, ingenuas, repletas de sentimiento y ardor. Busca, con simplicidad, lograr hacer verdad ciertas cosas irreales, y en el camino choca frontalmente con muchos obstáculos, entre ellos, el último estado en que quedará el ilusionado; los cínicos. Pues éstos, en principio, se comportan, y tratan al futuro iluso con ironía, fina, hilvanada con ingenio. Pero luego, cuanto más avanza en su búsqueda de la felicidad por lo irreal, el futuro iluso la comienza a usar también más de lo que quisiera. Se pasa al segundo estadio.

El uso de la ironía presagia un estado peor. El ilusionado, aun no iluso, decide bordear los obstáculos, reales o fingidos, más potentes o más aparentes, con esa ironía aprendida, calándola entre su ingenuidad, entre su fogosidad y su simplicidad. Así pues, resulta irresistible, pues es honesto, franco y abierto, al tiempo que posee cierta maldad inteligente. Así y todo, se empieza a llevar los primeros golpes más serios, puesto que al acercarse más a la posibilidad cierta de lograr su ilusión, el resto, desilusionados, envidiosos, apáticos, rutinarios, funcionarios de la vida, despiertan y usan entonces otras armas; el sarcasmo cruel o la crudelísima llamada a la realidad, sea ésta cual sea. Y entonces es ahí donde el ilusionado va a pasar a ser iluso, puesto que es el primer insulto que recibe y el primer golpe serio que encaja. Su ironía no puede con el sarcasmo, puesto que es como usar un florete contra espadones romos. Él esgrime delicadamente ideas y espíritus, pero los demás le responden contundentemente con plomo, hierro y dolor.

Ya está entonces el ilusionado convertido en iluso, y el iluso pasará entonces, en la tercera fase, a engrosar los cuadros del cínico, del habitante del sarcasmo y la mentira conocida, de la persona que, en definitiva, abandonó los valores previos y ahora da cobijo a un nuevo adepto de la realidad, la que impone o se impone mediante brutalidad y manejo falsario de los hechos de la vida. En suma, el cínico, antes iluso, previamente ilusionado, involuciona hacia un estado deprimente, triste, encajado en lo puramente funcional, con un pragmatismo descarnado y un realismo moldeado por la distorsión negativa de la ilusión. El cínico, inteligente, sí, observador, también, sin embargo se queda en esa pose de espectador y olvida lo que impulsa muchas veces la vida; el sueño de la ilusión.

Porque con la ilusión uno puede ver más allá de sí mismo, de los demás, del mundo y de todo. La ilusión es la compañera de la imaginación, y ambas, como su padre, el sueño, son las dueñas de todo lo que nos rodea, del mundo entero, del universo. Encontrar la playa bajo los adoquines es más que un eslogan, y pretender un mundo mejor también es real. Pero ya hemos visto el camino que separa a los que tienen ilusión de los cínicos. Muchos, sencillamente, se quedan en ilusos, y con ellos, la mezquindad, el dolor, la abulia, la miopía...

Al menos, un cínico vale más que diez ilusos, y un ser ilusionado, más que mil cínicos. Porque el cínico puede revertirse a ilusionado sin pasar por iluso, ya que al menos ha llegado a cierta inteligencia...

¿O estaré siendo cínico yo mismo?

Un saludo,

miércoles, 16 de julio de 2008

La cultura... ¿de quién?

Me lleva rondando la cabeza hace ya semanas una cuestión curiosa, a raiz del Manifiesto por el Castellano. En el mismo, se dice que la lengua es patrimonio de las personas, no de un Estado o Territorio concreto. Esto es, la lengua va con cada uno, y cada uno es, por tanto, depositario de lo que eso significa. Una terrible consecuencia.

Aparte de las significaciones políticas (como siempre, unos arriman el ascua a su sardina o tratan de apagarla) creo que hay un tema muy bueno, el de la cultura. Porque la lengua, como decía (simplificando) Wittgenstein (que es pensador para mí grato, aunque árido) es lo que limita nuestro mundo. Y si logramos sobrepasarlo, será con ella. Aquello que podemos nombrar, existe. Lo que no, no existe.

Claro que no es Wittgenstein el primero en pensar así. Los mal llamados "Presocráticos" ya lo decían, y uno de ellos, el maravilloso Sexto Empírico, va más lejos; realmente, no podemos conocer las cosas, así que da igual cómo las nombremos. Nos acercaremos a cierta apariencia de realidad, pero sin saberlo, en el mejor de los casos...

Yo, que soy más simple que una olla de garbanzos, pienso que el lenguaje es, como todo, un instrumento. Y que usarlo bien o mal no depende de que un Estado nos lo enseñe, o nos obligue a hablarlo, si no, más bien, de nuestra intención de uso. Si yo hablo mal castellano, seré yo el que dilapide un patrimonio que no he conocido por una u otra causa. Si yo estoy en un lugar donde todo el mundo habla otra cosa diferente, estaré incomunicado, y de poco me valdrá el patrimonio lingüístico de que pueda alardear... es como ir con Rupias al mercado de Chamartín. Ahora bien, yo, en mí mismo, en la inmensidad de mi ombligo, podré pensar realidades al nombrarlas y reconocerlas como tales; puertas, ventanas, sillas, paredes, seguirán allí donde estén, se llamen así o de otro modo. Claro que, ante los demás, puede que no sepa reconocerlos, pero es ya cuestión pública. Lo que llaman "sociedad".

La cultura es algo más que el manejar mi propia lengua con soltura. Es más que poder o no comunicar ideas a otros (conozco a personas que son capaces de hacerlo por señas, o con una invención de lenguajes maravillosamente versátil) y es mucho más que ser políglota (que ayuda) o ser pedante. La cultura, creo, es la manera de poder disfrutar de las ideas propias y ajenas, de poder compartirlas, si se quiere, o de paladearlas de manera onanista. Es la capacidad de reconocer en los otros conocimientos que no tenemos y que nos encantará adquirir o, al menos, escuchar una vez en nuestra vida (luego la memoria ya se encargará de fijarlos o de perderlos) y siempre, en todo caso, gozar de sensaciones de todo tipo y aposentarlas en nuestro cerebro, en la punta de los dedos, en la piel, en cualquier parte. La cultura es, a fin de cuentas, cada persona. Y lo mismo es culto el pastor que sabe de las inclemencias del tiempo, de las peñas y los charcos, de los pastos, de las plantas y las ovejas, de que sus pies anden y el cuero esté curtido, como el paleta de obra, o el físico o químico que sabe de leyes del Universo, o el matemático que deriva e integra de cabeza, reflejando realidades en otro lenguaje, o las madres que aprendieron a escuchar los silencios y a enseñar paciencia, o los padres que laboraron horas y horas sin más recompensa que un mundo embrutecido, o los niños que saben cosas que para otros eran misterios a su edad... y tantos, tantos otros, que la cultura, al final, es sencillamente un ser humano. Su vida puede estar mejor o peor conducida, pero, cuando muera, seguramente algo de sí mismo permanecerá en los demás. Y ese jirón, corto o amplio, será, a mi modo de ver, su contribución a la "Cultura"...

Un saludo,

domingo, 22 de junio de 2008

Golferías

A estas horas, la selección de fútbol de España se estará midiendo con la de Italia. Nada particular, están en los famosos cuartos donde España en fútbol tiene una maldición. Italia, por su parte, desplegará supongo el juego marrullero y sucio que tiene por costumbre usar, y España, por la suya, probablemente, se atasque y pierda los estribos ante esa forma de actuar de Italia.

¿Qué diferencia hay entre unos y otros? El saber ser marrullero y al mismo tiempo, saber jugar. De eso sabía mucho una selección hoy extinta, pero que fue la maestra del tema muchos años; Yugoslavia, en baloncesto.

Los "Plavi" eran geniales. Al tiempo que exasperaban y sacaban de quicio al contrario, presionaban a los árbitros y metían canastas por doquier. Se les acompañaba con una afición que, a día de hoy, sigue siendo muy dura, muy animosa. En otros países se ha vivido igual el tema, pero sin duda ellos tenían todo para triunfar. Buenos jugadores, buenas armas de guerra psicológica y una afición sin parangón. También eso ocurre cuando los que te apoyan saben de qué va el tema, y saben cómo es eso del deporte. Y ahora, las diferencias...

Vaya por delante que yo tengo la extraña intuición de que España pasará de cuartos para caer en semifinales. Pero como muchas veces pasa, esta predicción seguramente no se cumplirá. Yo espero que sí, y que incluso, aunque no me lo crea, lleguen a la final y ganen el Europeo. A fin de cuentas, representan (o eso dicen) a mi país, y eso cuenta, sea en waterpolo, dardos, 100 metros lisos o, si lo hubiera, curling. Pero sucede algo extraño con la selección de fútbol. Me explicaré.

Todos los futboleros que conozco, desde que la de baloncesto ganó el mundial, se sienten de pronto como avisados, como si algo molesto les hubiera dado un toque de atención. Y eso provocó dos reacciones principales, una de defensa a ultranza, aun sabiendo que no todo era defendible, y otra de ansiedad, de crítica interna rabiosa. Hubo un cierto respiro, aunque en falso, con el Eurobasket, y ahora, con el Europeo de fútbol, las cosas han tomado un nuevo cariz; primero de todo, la desilusión, el pensar que no se logrará. En segundo lugar, que si sale, será porque finalmente se hayan aliado con nosotros los astros...

Son dos concepciones del deporte. En el fútbol, por desgracia a día de hoy, tenemos una liga repleta de estrellitas, una caterva de analfabetos varios que juegan, dirigen y apoyan. El fútbol, es de los deportes más simples de entender, en cuanto a reglas y a formas. Es grande por las dimensiones que lo albergan, pero lleno de huecos. Está muy extendido, precisamente por esa facilidad de comprensión que tiene. Y que nadie lo dude; es un deporte, sí, pero tiene menos exigencias, en ocasiones, que otros deportes. La genialidad también existe, pero no compensa la falta de entrenamiento, el esfuerzo y la dedicación.

Personalmente, estos y otros motivos son los que siempre aduzco para mostrar el aburrimiento que me produce el fútbol. Pero hay uno que me inquieta y produce especial rechazo; en baloncesto, ser pillo, ser listo, es una necesidad absoluta frente al físico, que es importante, pero no tanto. En fúbol, se es más bien golfo, en todos los sentidos, y por eso, uno de los insultos que más oigo referido a éste deporte es ese, que está lleno de golfos... entonces, los partidos, más que un espectáculo deportivo, ¿no serán un conjunto de golferías?

Así, con esto, quizá se comprenda porqué Italia suele ganar. Y otros. La fortaleza mental, el creerse lo que uno hace, hacerlo bien y, encima, acertar en el momento de la pillería. Veremos si ese escalón superior, al que España no sabe acceder aun, lo rebasamos algún día. En baloncesto perdimos hace muchos años el miedo, que no el respeto (aunque menos) a selecciones tan fuertes como la de los USA. Y se tiene otra mentalidad; pillos, sí, golfos, mucho menos...

A ver si el fútbol da una alegría, aunque luego no limpie las letrinas que es lo que tocaría hacer...

Un saludo,

martes, 3 de junio de 2008

... y ya le echaron.

"¡¡Ba-lon-ces-tooooo!!"

Fue un grito sereno y templado, pero furioso y con rabia. Ahora mismo resuena con más eco en nuestros oídos, pues su autor, Pepu, ha sido despedido. Con alevosía y premeditación.

A la FEB le ha interesado más la imagen que el deporte. A la FEB le ha podido la codicia del ávaro miope que no ve más allá de sus narices. Y a la FEB le va a costar un disgusto, puesto que no solamente pierde al entrenador que le ha dado los mayores títulos, si no que va a perder al autor de una serie de valores puestos en cancha de manera práctica, y que ahora, en nuestros días, tenían más valor que el oro de Pekín.

Vaya mi admiración por Pepu, por la honestidad con que ha actuado (al menos, eso me parece) y sobre todo, por lo conseguido. Y al contrario, vaya mi desprecio a la FEB y su actitud mercantilista, antideportiva y malversadora. Si ya dije que me parecía lamentable la actuación en el Europeo de la FEB, ahora lo refrendan ellos con su decisión.

Queda ver quién sustituye a Pepu. Aíto es el que más suena, y también Scariolo, no sé por qué. Me quedo con Aíto. Ver a ambos en el Palacio de los Deportes de Madrid durante aquella final que bien pudo haber sido repetición del ambiente del Europeo pero no lo fue, en la Final Four, dió que pensar a muchos. A mí, al menos. Y más cuando fue escrupulosamente cumplidor con su contrato y Pepu anunció su marcha con 4 meses de antelación. Y digo, si estaba en el contrato, ¿a qué viene ésta absurda destitución? A que en nuestro país, España, siempre matamos la gallina de los huevos de oro, pero no antes de arrastrarla por el fango igual que antes la entronizábamos. Veremos ahora qué dicen los periolistillos del papel higiénico...

Un saludo,

domingo, 25 de mayo de 2008

Auctoritas et Potestas.

El viejo mundo romano (del que hemos heredado casi todo) dejó un concepto impreso en la cultura que en España no hemos sido capaces de asimilar correctamente; el de autoridad. Ellos lo desligaban en dos términos, la Auctoritas y la Potestas. Por simplificar, el primero lo tenían los ancianos, los padres, los viejos que tenían los huevos pelados de tanto vivir, mientras que del segundo estaban en posesión los magistrados, los funcionarios y políticos electos, más o menos...

Está claro que, en Roma, el poder fue oligárquico. Pero como en todas partes. No existe país, nación, estado, lugar en la tierra, que no sea gobernada de manera oligárquica, desde que la agricultura (hace segundos, en el reloj de la historia, y milésimas, en el de la evolución en nuestro planeta) nos asentó y cebó, haciéndonos mansos y manejables. El poder lo detentan siempre ciertos individuos, apoyados en convenciones creadas a conveniencia de ellos mismos. Y se perpetúa gracias a la ignorancia, el miedo y el tiempo acumulado, entre otras cosas... pero me desvío.

El poder, digo, fue oligárquico, pero no impidió que se creara un sistema donde una autoridad estatal, formal, un concepto, una idea (el magistrado, el Cónsul, el Tribuno, el Pretor...) tuviera poder fuera quien fuera el que lo detentara. Esto es más importante de lo que parece, porque esa oligarquía se trastocó un poco con el acceso de los plebeyos (de esa parte del pueblo romano que era, para los ancianos de canas y gesto adusto, populacho) a las magistraturas, siendo entonces menos oligárquicas. Y el poder, se usaba, se tenía, y se respetaba. La vida dependía mucho de su respeto, puesto que insultar o tratar de herir a un magistrado en ejercicio (o posteriormente, en algunos casos) significaba que le rodajaban con el hacha de los Líctores, o le molían a palos con las varas que llevaban, si era el caso. Esto es, existía autoridad y ejercicio de la misma, y el respeto se imponía, y con el tiempo, se ganaba.

Viene todo al caso de que, últimamente, leo sobre la historia de España me sorprende encontrarme siempre el mismo problema, desde que los Borbones (impresionante jalea de corruptos y mafiosos) entraron mediante una guerra en España. Si ya para entonces, de antes, aquí no se quería una Unión de Armas ni tampoco una serie de normas a la castellana, empeoró con la guerra de Sucesión, donde empezó a desaparecer todo atisbo de poder estatal. Cuando llegamos a la guerra de Independencia, la cosa se rompe del todo, tanto que las diferentes Juntas que tratan de hacerse con el poder y los Generales (de quienes serán émulos los espadones posteriores) disgregan y atomizan todo vestigio de autoridad. Nadie obedece a nadie que no sea uno mismo, y eso, pensando en que hay algo digno de obedecer... después, con las Carlistas, y los vaivenes (Monarquía, Revolución, Monarquía extranjera, República...) que provocan, se termina de convertir en arenilla lo que nunca pasó de ser arcilla malamente moldeable. Siempre que alguien ha tratado de reconstruir el poder, la autoridad del estado, de una nación, ha chocado con la falta de obediencia, de respeto a la autoridad que se supone representaban. Pasó luego en la Dictadura de Primo de Rivera y Berenguer, y pasaría con la segunda República, y la guerra civil. En esa guerra, como las anteriores (no está mal, en menos de 200 años, hemos tenido dentro de la península como siete u ocho guerras... eso son varias generaciones que se van al carajo, que aprenden otro tipo de vida, de supervivencia... y una transmisión cultural consecuente) todo poder estatal se desintegró al minuto, y las formas también.

Viene ésto al caso de que en Roma también sufrieron muchas guerras, y bastantes de ellas, civiles. Pero siempre caló hondo el concepto de Auctoritas y Potestas, aunque sea idílico pensar ahora que todo el mundo lo respetó igual y que hubo una edad dorada de obediencia y acatamiento absoluto. Eso es más bien cháchara de algunos fascismos. Pero es cierto que en España no ha existido eso nunca, si bien lo más cercano sea la reverencia a la burocracia inútil, al funcionario holgazán, al ministro o político deshonesto, pero simpático, que nos roba mientras sonríe, y tantas y tantas otras estupideces que logran, siempre, que en España sigamos, algunos, suspirando por aquello de lo que muchos se quejan pero nadie, nadie, inculca ni practica. Seguimos siendo como Ortega y Gasset proclamó; personas con Constitución propia que hacemos y remendamos a nuestro gusto, siempre, con la frase de "hago lo que me viene en gana cuando quiero y como quiero"...

Un saludo,

sábado, 24 de mayo de 2008

Un viejo mensaje...

Repasando mis correos, he encontrado uno al que respondían mandado hace tiempo, y que copio, en parte, porque creo que no ha perdido valor alguno... es de la época en que para opinar existía la columna del periódico... naturalmente, está un poco corregido. Tampoco voy a desvelar viejas historias porque sí...

"Cuando me contaron que uno crecía, me dije "¡Dioses! ¿A lo alto o a lo ancho?". Ni uno ni otro. Se crece y se decrece. De hecho, tras pasar la que para muchos debe ser la etapa más feliz de su vida (adolescencia larga o juventud corta) porque se podía beber mucho, salir hasta tarde, rebelarse, disfrutar de las mujeres sin compromiso (¡¿Qué?! ¡¿Cuándo?!) y hacer todo lo que uno quería, o al menos soñarlo, se pasa a lo contrario. No bebes por temor a quedar K.O. ni tampoco sales muy tarde porque si no al día siguiente estarás K.O. en el trabajo, y tampoco puedes rebelarte, porque entonces te dejan ¡¡sí, K.O.!!. Y desde luego, disfrutar de las mujeres sin compromiso...

Ahí llega uno en la vida. Disfrutar de ellas. Y ellas disfrutan de nosotros. ¿Todos? ¿todas? No, algunos parecen tener más "suerte" con la mujer que encuentran. O más bien, con la que decide que ese hombre es el adecuado para ellas. Es más, hay algunas que no tienen más que explotar la poco conocida cualidad de muchos hombres; la sumisión. Porque el peligro de crecer, de hacerse mayor, es ese, quedarse solo. Y uno acepta la sumisión, ante su barriga, ante su fatiga, ante su poco aguante, ante muchas cosas. Pero especialmente, acepta la sumisión a todo lo que la mujer que en "suerte" le ha tocado mande. Y ahí es cuando uno se pregunta si se ha crecido o decrecido.

Es más triste pedir que robar, pero más aun ver cómo tus amigos (¿Amigos?) van traicionando no a otros amigos, si no a ellos mismos. Porque cuando uno llega a cierta edad, sigue disfrutando de algunas cosas, y otras no tanto, pero no cambia radicalmente o, dicho en romano paladín, no cede absolutamente a los deseos de otros que no sean los suyos propios. Lamentablemente, no es bueno juzgar, y dice por ahí la Biblia, el Eclesiastés quizá, que los malos amigos son aquellos que expondrán tu falta inmediatamente les hagas algo que les moleste. Como siempre, la Biblia se equivoca.

Un dicho castizo, más civil y más sabio, comenta que "Quien bien te quiere te hará llorar; y quien mal, reír". Aplicable sobre todo a la familia y allegados muy próximos, es un dicho que muestra hasta qué punto algunos confunden amistad con colegueo. Y sobre todo, cuando han llegado al punto en el que no pueden seguir confundiéndolo, cómo se queman, de todos modos.

Mujeres, amistad. Parece antitético, pero no lo es. Algunos lo han experimentado en sus carnes. Otros han visto que la vida es un tíquet de sólo ida y que por tanto, para qué sufrir. Pero claro, dentro de esa búsqueda de la perfección, de la música de las esferas, algunos, (yo, mayormente) nos preguntamos qué pasa cuando una mujer entra en la vida de un amigo. Claro, le ves menos. Tú no te lo follas ni le haces mamadas. Y además, mola eso de conocer gente nueva, con la que compartir un cine, un café, un libro o la cama. Además, suele tener mejor cara que tú (ella) y ser más agradable. Hasta ahí todo bien, normal y comprensible. Pero de pronto algunas parece que tienen el gen "antiamigos" activado. Es un extraño comportamiento que las hace detectar como rivales y por tanto, competidores en el reparto de afecto a aquellos que eran los amigos. Y son curiosas, porque hacen ver que, en efecto, para algunos el afecto tiene un límite. Y que por tanto, hay que dosificarlo, cuando no cerrarlo del todo. Las mejores, además, son aquellas que muestran efectivamente la calaña malvada con la que se había juntado su novio/futuro marido malediciendo, malmetiendo, mostrando defectos sin parangón, dejando claro que su novio iba por un camino de perdición con ellos. ¡Carajo! ¡A veces, más de 10 años con esas personas y te das cuenta ahora, entre las sábanas revueltas de una cama! si es que los hombres somos gilipollas...

Pero sigo. Otras directamente explotan eso que digo, la sumisión. Es cómodo. Te pones a las órdenes de "sí mi vida, cariño, mi mujer, mi novia, mi amor, mi corazón, luz de mi vida" y no hay que pensar más. Todo hecho. Ella decide por tí. ¿Será entonces que "Clerks II" ha influido en mi pensamiento? Naaaaah...

Y para acabar, llega el final. El distanciamiento. Los alejamientos forzados. Primero, con excusas que uno ríe. "Es que hemos quedado para foll... digo, para ver una peli en su casa...". Pero de ahí pasan a "No, es que mis padres no me dejan..." y es cuando le recuerdas que tiene casi 30 años, hipoteca y una incipiente calvicie o barriga. Y finalmente... las mejores excusas. "Es que mi novia no es como la tuya". Excusa que me encanta y que odio especialmente (Y que la odio porque no la he oído una sola vez y de una sola persona...) porque volvemos a la "suerte". La "suerte"... ¿de qué?

La suerte es algo relativo. Si encuentras alguien que no te va bien, se deja. Te deja, lo dejas o se acaba. Pero si es algo que aguantas, creas una rutina que mantienes y luego usas algunas vías de escape. Por eso de la nostalgia. "Ah, sí, la despedida de X, ¡qué ganas de ir tengo! ¡Es mi única excusa para poder salir sin que mi mujer/novia me monte una bronca!". Claro, salir con amigos es algo tan complejo que, si antes buscabas excusas en casa de tus padres para verlos, ahora las buscas en casa con tu novia/esposa para poder verlos. "¿A dónde vas con esa mochila?" "¡No llegues tarde!" "¡Pero si no salgo nunca con ellos!" "¡Y mejor que te iría si no lo hicieras!". Etcétera...

La suerte, digo, es relativo. ¿Acaso como decía alguien, que al final se las comió, nos vendemos enseguida por un plato de lentejas? Pues parece que sí. Y decides pasar de los torreznos. Te conviertes en un conformista. Te conformas con la hipoteca. Con la mujer. Con tener un coche y un curro del que, misteriosamente, con los años, sales un poco más tarde, y no porque tengas más trabajo. Te conformas con ver a tus amigos al principio una vez al mes, luego al trimestre, y después, en bodas, bautizos y... funerales. Y estadísticamente, llegan los divorcios. Que nuestra generación ya no aguanta carros y carretas, especialmente ellas. Por eso han tomado la batuta y han adelantado el pie. Llevan cuerpos de ventaja. Y el miedo, el miedo irracional a quedarse solo, a la barriga, a la calvicie, a tantas cosas, acecha, ataca, y colabora en tu sumisión. La suerte. Contra la que no has luchado, claro.

Me meto en cuestiones personales, ¿verdad? será que lo personal es aquello que solía afectar a los amigos. Porque no es lo mismo salir con un amigo de cara larga y mal humor que con uno que lo tiene claro. Y menos con uno que tenga problemas en casa y encima desarrollados fuera de ella. Es decir, las relaciones de cada cual es un "vive y deja vivir". A mí me la pela si folláis mucho, si os queréis mucho o poco, si tal o cual pascual. Pero cosas hay que sí me afectan de esas vuestras relaciones. Y como me afectan las digo. Porque para encontrarse preterido por razones sin peso, mejor abandonar lastre. Y meterse en ello es la última intentona de que tu amigo, o el que lo era, recupere el juicio, o la vista, y trate de ver tus argumentos ("Cada opinión es un mundo, un culo, un..." y así, relativizando, restanto importancia, seguimos perpetuando la mentira, el autoengaño... siquiera hacemos examen de conciencia aunque lo que nos digan esté equivocado al 100%) y pensar en ello. Pero es una última intentona, luego lo dejas. Aunque claro, el grado de amistad o buena relación que tenías con esa persona suele determinar el número de intentonas que haces... luego, lo dejas. Y como he dicho que me meto en cuestiones personales, cuento unas.

Tengo novia desde hace más de 8 o 9 años. No recuerdo, porque no tengo día de aniversario. ¡Qué despistado! Salgo con ella, pero no la veo todos los días. Porque me agobia. Y se agobia. Comparto las cosas, pero no renuncio a ellas por que sí. Cuando la conocí, no podía jugar al baloncesto, porque me rompí los ligamentos. Ahora he vuelto, pese a que ella lo ve mal. Dice que mis falanges de los dedos deben estar muy sanas para escribir a máquina. Pero entiende que juegue, aunque no que juegue tan mal. Veo baloncesto, y han pasado 8 o 9 años para que ella vea un partido conmigo en la tele, y tuvo que ser la final de aquella España mítica. Pero el resto del tiempo, ví y visité el pabellón cuando me apetecía y con quien quería. Ella me da entradas, pero no directrices. Juego al rol, a juegos de mesa y hasta al mus, cuando hay casa (ahora, tres) y en esas reuniones medio sociales, medio lúdicas, paso mucho tiempo, hasta altas horas de la madrugada. Más de una vez, ella se ha quedado sin plan o ha buscado planes alternativos, pero solamente si veía que ella necesitaba quedar conmigo o yo quería con ella, renunciaba a la partidita y risas con los amigos. He salido por ahí hasta tarde, sin ella, o con ella, con amigos o sin amigos, cuando me apetecía, donde me apetecía y casi siempre, con quien me apetecía. Y viviré con ella en breve, a pesar de ser eso un paso jodido donde todo suele irse a la mierda. La he pedido que se case conmigo varias veces, con varios noes a las propuestas. Y siempre que un amigo me ha llamado, diciendo que quería verme, si estaba en la ciudad y no tenía otros problemas mayores, le veía, dejando a Cristina sola por él. No he dejado de quererla, de salir con ella, por los amigos. Tampoco he dejado a mis amigos por ella. Aunque algunos a mí, sí.

Me gusta cultivar la amistad tanto como el amor. Y en estos años, he ido renunciando a falsas amistades. En suma, cada cual hace su vida. Pero no se puede pretender que las cosas pasen sin nada más, sin consecuencias. Yo he sufrido algunas, y por ello no he ido solamente cortando lazos, me los han cortado. Soltar lastre, dicen algunos. Pero hay lastres livianos, poco pesados, que molestan poco, y otros que en cambio pesan más y son difíciles de tirar. A este paso, seré yo el que se quede solo. O no, porque el tiempo, como los filtros, ha depurado y mostrado quiénes estaban ahí, quienes figuraban y quiénes simplemente eran fotos en un cartón. ¿Quién quiere ser el próximo?

A los que aun llamo amigos... entenderéis que me despache en este mensaje. No tenemos tiempo para decirnos cosas "serias". Y uno siempre está un poco harto de comerse para sí las cosas, de no decirlas, a pesar de cuantos desahogos haya tenido con quien he podido. Todos tenemos faltas, y algunos como yo acumulamos demasiadas. Pero no nos descalifican, tan solo nos hacen más tolerantes. Sin embargo, cuando alguien decepciona, las faltas crecen y no son ya moderadas. Es el caso de algunos de esos antiguos amigos. Algunos que tomaron un camino, algunos que pueden estar tomándolo, pero no de aquellos que, parece, abandonaron ese camino.

Si habéis leído hasta aquí, gracias por "escucharme". Creo que si habéis llegado aquí, entenderéis (O no, vete tú a saber, con lo mal que me expreso) un poco más que pienso, qué siento y qué haré a partir de ahora. Tal cual llega el otoño, caen las hojas, como esta, y luego el invierno y todo se muere. Así parece que habrá sido con algunas amistades."

Un saludo,